“The kid” y la innata emocionalidad del ser

A cien años del film “The kid” y la innata emocionalidad del ser

¡Que las mujeres cuya vida ha sido atormentada por grandes infortunios hagan hablar sus dolores! Que expongan las desgracias sufridas como consecuencia de la posición que les han deparado las leyes y los prejuicios que las encadenan; pero que hablen… ¿Quién mejor que ellas estarían a la altura de revelar las inequidades ocultas en la sombra al desprecio público?

(Flora Tristán. Peregrinaciones de una paria. Editorial Moncloa Campodónico; segunda edición. Lima, junio de 1971).

Es incontrovertible el genio bona fides que expresa el señor Charles Chaplin para interpretar y reavivar las emociones del ser, tan controvertidas y contradictorias, a partir de un film que apela a la ternura profunda, más aún, asumiendo todas las contingencias de una sociedad prejuiciosa, seducida aún por la Belle Époque de su niñez.

Ya en 1872, Charles Darwin, pionero en el estudio de las leyes del desarrollo de la naturaleza, se arriesgaba en exponer al mundo el funcionamiento innato de las emociones investigando las expresiones físicas del cuerpo (Darwin, 1902), asunto actualmente desarrollado también en estudios transculturales de poblaciones humanas (Carrranza, 1994).

Ni Darwin, ni Chaplin, podrían suponer que el desequilibrio de nuestra época, a inicios del tercer milenio, evocaría con tanto interés la investigación de las emociones innatas y su relación con el aspecto moral. Sea como fuese, “The Kid” (1921) se anuncia cuestionando la moral cucufata de su época, que agredía los derechos económicos y sociales esenciales de la mujer para su realización como madre: “The woman - whose sin was motherhood”.

Hay una ignorancia crasa, que considera la maternalidad como negligencia, como una maldición adquirida por la mujer, cuando era rechazada por el varón. Nada más absurdo, creer que la mujer debe asumir culpa y condena por decidir ser o no madre. Chaplin hábilmente nos interroga: ¿debemos culpar a la madre que abandonó a su hijo por desamor o carencia económica? ¿debe negar la mujer su innata emocionalidad materna?

La crítica cinematográfica coincide en afirmar que “El niño” es una proyección que Chaplin hace de sí mismo para narrarnos su infancia, en íntima relación con el espectador; al respecto, el crítico de cine Fernando López dice: […] “El pibe”: aquí el vagabundo se hace cargo de un huérfano y se aprecian los ecos de los duros años de su infancia en Londres […] (López, 2002).

El niño, interpretado por Jackie Coogan, representa la situación de los niños de la calle, la emocionalidad de la ternura, un ser abandonado por la madre, olvidado por el padre, y adoptado por un vagabundo, que al principio se niega a asumir cualquier afecto. Entonces, observamos a dos hombres que serán los menos juzgados, porque la sociedad arremete contra la mujer si se distancia de su condición de madre para realizarse como ser social, pero no sanciona con severidad al hombre que no asume su responsabilidad paterna, celebrando en consecuencia, sin objeciones, su éxito: “The man- now a painter of great prominence”.

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