Tranferencia de un ser humano

Transferencia.

Todo ser humano, por sus disposiciones innatas y por los influjos que recibe en su infancia, adquiere una especificidad determinada para el ejercicio de su vida amorosa, o sea para las condiciones de amor que establecerá y las pulsiones que satisfará, así como las metas que habrá de fijarse. Esto da por resultado un cliché o varios, que se repiten a lo largo de la vida de acuerdo a las circunstancias.

Solo una parte de esas emociones determinantes de la vida amorosa ha recorrido un pleno desarrollo psíquico y es accesible a la personalidad consciente. Otra parte solo se despliega en la fantasía o ha permanecido en el inconsciente.

Si la necesidad de amar de una persona no está satisfecha de manera absoluta por la realidad, él ser verá precisado a volcarse hacia cada nueva persona que aparezca y es muy posible que las dos porciones de su libido (consciente e inconsciente) participen de ello.

Vemos que es normal y puede ser entendido que la posesión libidinal de alguien que está insatisfecho se vuelva hacia el médico anudándose a uno de esos clichés, o sea, insertará al médico en una de las series psíquicas que el paciente ha formado hasta el momento (imagen paterna, materna, hermano mayor, etc).

La transferencia es un concepto fundamental que aborda la experiencia significativa del análisis. Posee dos valores o funciones motor y obstáculo. La resistencia aparece como la vía regia por donde el análisis puede ocurrir, aborda los obstáculos sin olvidarse de ellos y esto es lo que hace que la experiencia del análisis no sea cómoda. El analista supera la transferencia cuando demuestra al usuario que sus sentimientos no provienen de la situación presente sino que está repitiendo algo que le ha sucedido con anterioridad.

En transferencia como motor el analista invita al usuario a asociar libremente, a que hable, que cuente, que narre, a que despliegue su neurosis. El dispositivo analítico conecta el síntoma con la asociación libre, y de esa manera se puede tener acceso al inconsciente. El usuario le otorga un sentido al síntoma, el sentido se libera y el usuario dispone de ese saber reprimido, aborda otros aspectos de su vida y de esa manera promueve la acción. La transferencia es al analista porque este con sus intervenciones permite revelar el sentido del síntoma que no está a su disposición. Son las ganas que tiene el usuario de ponerse a trabajar, de ir a sesión, de contarle al analista, de producir enlaces y asociaciones para encontrar la respuesta a la pregunta que le plantea el síntoma.

El analista tiene un saber supuesto por el usuario y se produce la transferencia por desplazamiento, es la transferencia articulada al retorno de lo reprimido y sostiene la producción de saber inconscientemente. Como analista se ocupa el lugar de un resto diurno, como apoyo de las representaciones reprimidas en ideas.

En la transferencia de obstáculo (resistencia) supone el silencio, la detención de ocurrencias. El usuario deja de asociar o habla sin asociar. Al tiempo que se detienen las ocurrencias surge el interés por el analista que Freud coloca en la vertiente del amor, pero no como un enamoramiento, sino como una preocupación por la persona del analista, que pasa a ocupar el lugar del síntoma. Según sea hostil o tierna se dice que es negativa o positiva respectivamente. El punto en que se detienen las ocurrencias vale como resistencia, que no es definitiva, dado que con la intervención del analista pueden reiniciarse las asociaciones, y puede ser que gracias a la transferencia como obstáculo aparezcan en cadena asociativa algo que ayude a atravesar lo que está dormido o latente.

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