ABCDE del Dr. Martin Seligman.
Enviado por r Ra • 6 de Septiembre de 2016 • Documentos de Investigación • 650 Palabras (3 Páginas) • 442 Visitas
Nombre: Eric Alfredo Rico Henric | Matrícula: 2787631 |
Nombre del curso: Psicología positiva | Nombre del profesor: Ricardo Legarda |
Módulo: 1 | Actividad: Actividad 4 |
Fecha: 31 ago 2016 | |
Bibliografía: |
Título:
[pic 2]
Tragedia felina no turna[pic 3]
Introducción:
A
Hablaré acerca de una situación adversa y triste, e incluiré elementos del optimismo que estuvieron presentes o que podrían haberme ayudado a actuar mejor en tales circunstancias, usando el método ABCDE del Dr. Martin Seligman.
Desarrollo:
El domingo 28 de agosto, aproximadamente a la una de la mañana, estaba jugando en la computadora, después de haber terminado de subir una tarea.
De repente, el silencio relativo a mi alrededor se interrumpió con unos chillidos de gato, y los ladridos de nuestro perro, Ópalo. Sentí demasiadas emociones en ese momento, y durante unos segundos no supe qué hacer. Finalmente y con la sangre helada, corrí a ver si mi gata (Kanna) estaba dormida en “su” sillón. Al ver que no estaba ahí, me hice consciente de los latidos frenéticos de mi corazón, y puse mi mano encima de este para tratar de calmarme.
Corrí afuera, Ópalo seguía ladrando. No veía ni a Kanna ni a su hija en ninguna parte. Subí al balcón para ver si lograba encontrarlas desde ahí, pero no tuve suerte… Aterrado, decidí que era hora de salir a la banqueta a ver qué había pasado. Mi mamá me vio en el balcón y me pregunto que qué me pasaba, le dije nerviosamente, pero no me escuchó bien. Salí a la calle y, tras unos segundos de buscar y de desear no encontrar nada, vi dos pequeños círculos que brillaban en la esquina de enfrente; Sabía que eran los ojos de un gato acostado. Estaba seguro de que era mi gata negra. Empecé a llorar, y se me escaparon sollozos de desolación. Mi mamá los escucho, salió al jardín y me preguntó nuevamente que qué me pasaba. Mareado, me acerque al cuerpo del gato, y me di cuenta que era más pequeño que mis gatas. Sentí un gran alivio, pero la tristeza, la impotencia, el llanto y el coraje no se fueron a ninguna parte. Mi mama salió a la calle y le dije que creía que no era nuestra gata, aunque también era negra. Entonces regresé al jardín y busqué debajo de los automóviles, y encontré a nuestras gatas, alteradas pero a salvo.
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