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ALLPORT (Dicaprio)


Enviado por   •  3 de Octubre de 2012  •  3.817 Palabras (16 Páginas)  •  917 Visitas

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ALLPORT (DiCaprio)

Desde el inicio de su carrera profesional, Gordon Allport fue lo suficientemente audaz para seguir su propia línea de pensamiento en psicología. Mientras otros psicólogos estudiaban a la gente con métodos y conceptos usados para el estudio del comportamiento animal, Allport se mantuvo estrictamente en el punto de vista de que solamente los seres humanos son el objeto de la psicología. Mantenía que los conceptos y principios que explican el comportamiento infantil, el comportamiento animal y las operaciones de una maquina no pueden aplicarse a la personalidad del adulto. En la misma forma, Allport se opuso a un énfasis poderoso sobre el papel preponderante del inconsciente en la vida de la persona normal. Sostenía que las personas normales saben con bastante claridad lo que hacen y lo que desean hacer.

Abogo por el estudio intensivo del individuo singular. Para Allport (1961), la psicología de la personalidad es la ciencia del caso particular. En tanto que el impulso principal en la psicología era el descubrir los principios del comportamiento comunes a toda la gente, o cuando menos a un grupo definido de gente, mantenía que cada persona es absolutamente única y que puede ser comprendida solamente mediante el descubrimiento de los principios generales del comportamiento. Naturalmente, Allport aceptaba los principios generales del comportamiento como una ayuda valiosa, pero el individuo debería ser objeto de un estudio directo, para que el psicólogo pudiera descubrir cómo se aplicaban estos principios al individuo.

Allport nació en 1897 en indiana, pero creció en Cleveland, Ohio. Realizo sus estudios en Harvard, no es psicología sino en filosofía y economía, habiendo recibido su licenciatura en 1919. Después enseño sociología e inglés en Roberts Collage en Estambul. Regreso a Harvard para doctorarse en psicología en 1922.

Allport cree que debemos reconocer al yo, como el núcleo de la personalidad y hacerlo objeto de un estudio experimental riguroso.

Al analizar el papel de la actividad en el aprendizaje, Allport (1961) nota que la atención, que en parte está determinada por el yo, es una condición necesaria para el aprendizaje. La atención pasiva no es tan efectiva en promover el aprendizaje de lo que Allport llama absorción en las tareas y la participación activa en el aprendizaje de la tarea.

La participación comprometida puede considerarse una participación basada en el interés. Este pone en juego los nivelesmás profundos de la motivación. En el aprendizaje comprometido el resultado del aprendizaje satisface una necesidad importante y es útil para alcanzar la meta. La participación sin comprenderse no pone en juego los motivos del yo. Por tanto, el método de aprendizaje, aun cuando sea importante para facilitar la tarea, no revela toda la historia: el tipo de compromiso es más crucial.

Allport describe cuando menos siete experiencias personales diferentes cada una de las cuales madura durante un periodo distinto a lo largo de los primeros 20 años de vida. Estos son: 1) el yo corporal, 2) la identidad del yo, 3) laauto extensión, 4) la propia imagen, 5) el amor propio, 6) el yo que afronta la vida en forma racional, y 7) las luchas propias. Sin embargo, previene que el yo no debe ser considerado como igual l todo de la personalidad; de hecho, el yo no es ni siquiera tan amplio como la conciencia.

Debe entenderse que cuando Allport utiliza el termino yo, se refiere a experiencias del yo (el yo como se conoce y percibe), no como el yo agente conocedor. De hecho, ha inventado un nuevo termino para significar las autoexperiencias, el propium, que distingue del yo, considerado tradicionalmente como el agente activo en la personalidad (Allport, 1961). Desea evitar la noción homúncula del yo, que le asigna el papel de titiritero, el agente que preside y decide.

Las sensaciones orgánicas recurrentes (que el infante percibe como pertenecientes a si mismo cuando la memoria no se ha desarrollado hasta cierto nivel), así como los encuentros frustrantes con objetos, conducen a la larga a la formación de un sentido de “mi mismo” como distinto de los demás: este es el yo corporal. (Allport, 1961). No es el yo total porque está constituido únicamente por las sensaciones físicas. El yo corporal se hace dominante durante el periodo de crecimiento, cuando el niño está muy alerta a los cambios en su propio cuerpo.

Cuando los asuntos sexuales se agudizan, van a acompañados de una mayor atención a la apariencia y esto, naturalmente incluye al yo corporal.

Distinto del yo corporal es el estudio de la propia identidad, el percatarse de la continuidad de la identidad personal (Allport, 1961). Es el darse cuenta del yo como el núcleo de la personalidad. En otras palabras, esta identidad abarca el sentido del yo que ordinariamente se describe como el “yo”, el ego.

Conforme empieza a tomar forma el sentido de identidad, aun nueva autoexperiencia se hace aparente durante el segundo o tercer año de vida: el amor propio (Allport, 1961). Se manifiesta por los esfuerzos del niño para familiarizarse con lo que le rodea y puede igualarse al orgullo.

Allport sostiene que el negativismo infantil es una de las manifestaciones más tempranas del amor propio. Conforme los niños se hacen vales efectivamente, desarrollan una autovaloración positiva. Los niños hacen un gran descubrimiento cuando aprenden a decir no; encuentran un medio para firmar su ego.

Entre las edades de cuatro a seis años, son prominentes otras dos dimensiones de la experiencia propia o autoexperiencia: la autoextensión y la autoimagen (Allport, 1961). La autoextensión es aquello que la gente valora. Para las personas sanas, abarca una amplia gama de objetos y gente y su alcance generalmente aumenta con la edad. La persona tiene un sentido de autoextensión cuando tiene sentido de la propiedad, las cosas que pertenecen o son importantes para el yo.

La autoimagen se refiere a la imagen de la personalidad total. Someramente puede tomarse como nuestra propia concepción del yo. A este respecto difiere de la propia identidad, que se refiere exclusivamente al yo o ego. Sin embargo, como la propia identidad, la autoimagen es en gran parte el producto de los papeles que se le han asignado al niño.

En la forma que otros aspectos del yo, la auto imagen es un proceso que evoluciona lentamente, pero la conciencia se convierte en una característica predominante de la personalidad y conforme el niño empieza a adquirir la capacidad de proyectarse hacia el futuro, la autoimagen se amplía e incluye no solamente una imagen aproximada del yo real, sino también imágenes de los yos potenciales.

Entre las edades de seis y los doce años de edad, los niños se dan cuenta de sus crecientes poderes intelectuales.

Dos

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