Acoso Moral
Enviado por psicologoarista • 11 de Mayo de 2014 • 1.936 Palabras (8 Páginas) • 226 Visitas
El Acoso Moral y el Perverso Narcisista
MARIE – FRANCE IRIGOYEN
EL ACOSO MORAL
(El maltrato psicológico en la vida cotidiana)
Marie France Irigoyen estudia en este libro la violencia psicológica. En un mundo como el nuestro, en el cual la violencia física y la violencia sexual abundan tanto, el maltrato psicológico corre el riesgo de pasar inadvertido. Mari France explica en este libro como nuestra sociedad, cada vez más permisiva, cada vez con menos límites entre lo que está "bien" y lo que está "mal", favorece indirectamente el acoso moral.
Ella distingue en su libro el acoso privado – dentro de la pareja o de la familia – y el acoso laboral.
No sólo se da en estos ámbitos, por supuesto, sino en todos aquellos en que convivan las personas.
El acoso moral – o violencia psicológica – es un atentado a la integridad psicológica y emocional de una persona, es un ataque contra su identidad.
El/la agresor/a persigue la destrucción de la víctima. Esta destrucción puede traducirse en: enfermedades mentales, desestabilización emocional grave, suicidio,etc.
También puede llevarse a cabo potenciando lo peor que la víctima lleva dentro de sí. Mari – France llama a estos agresor@s "perversos narcicistas". Con este nombre define a aquellas personas que no son capaces de reconocerse a sí mismas como seres humanos, gente que no ha podido construir una identidad propia.
Necesitan destruir la identidad de l@s demás para sobrevivir. Normalmente son personas que dan muy buena imagen, ya que su avidez de aprobación social y de poder no tienen límites. Así, son expert@s en habilidades sociales y normalmente sólo las víctimas llegan a conocer su lado oscuro. No tienen inquietudes propias, sus sentimientos sólo giran en torno a ell@s mismos. Son un gran vacío que intenta llenarse con estímulos externos y para ell@s la destrucción de los demás es una necesidad.
Así como el tigre necesita matar para comer, el/la "perverso narcicista" necesita humillar y aniquilar para elevarse a sí mism@ . Se alimentan de los conflictos, y les es muy grato manipular a los demás para que se enfrenten entre sí.
El acoso moral se produce en un lenguaje totalmente indirecto. El/la agresor/a siempre puede negar la agresión. Esta se traduce en alusiones, insinuaciones y sobretodo con el lenguaje no verbal. El lenguaje no verbal pertenece al registro de lo intuitivo o sea, de lo que normalmente no se nombra.
Actualmente se incide mucho en la significación de los gestos, actitudes, miradas, sonrisas. Sin embargo, así como resulta lógico defenderse ante un empujón o un insulto, poca gente se defiende de una mirada despreciativa, de odio, o una sonrisa llena de burla. Se sabe que el 80 % del significado de las palabras nos lo da precisamente lo que no se dice. Cuando la agresión se realiza con palabras, normalmente no estriba en lo que se dice sino en cómo se dice, ante quien se dice y qué sentido tiene.
El/la agresor/a sabe manejarse en un contexto ambiguo. Un abrazo lleno de afecto, un beso, un elogio – dependiendo del contexto – se combinan con miradas cargadas de desprecio, odio o frases aparentemente inocentes destinadas a minar la autoestima de la víctima. Esta ambigüedad busca que la víctima no sea capaz de localizar la agresión, de percibirla y por lo tanto, no sea capaz de defenderse ante ella.
La autora distingue dos fases del proceso de acoso:
La primera, la llama seducción. El/la agresor/a actúa como lo que en realidad es, un/a depredador/a: examina a la víctima, localiza sus puntos débiles, sus inseguridades, sus posibles traumas – si la conoce de manera personal . Mientras hace esto se muestra como una persona encantadora o como una persona indefensa. Capta a la víctima, la atrae a su juego, ya sea mostrándose como una persona muy sabia o como una pobre víctima necesitada.
En esta fase el/ la agresor/a extiende sus redes: el fin es crear un área de influencia en torno a la víctima para conseguir manipularla. La manipulación ya es una agresión en sí misma. Ejemplos de manipulación son crear dudas sobre el propio comportamiento, sobre las capacidades de cada cual, intentar incidir sobre los sentimientos de los demás... Esta manipulación da una clara sensación de poder: los demás son títeres a los que pueden manejar como se les antoje. No sólo las víctimas son títeres, sino todas las personas que les rodean, pues para el/la "perverso narcicista" l@ s demás no existen en cuanto a un "sí mismo" sino sólo en relación a ell@s. No sólo se relacionan con l@s demás con criterios de utilidad, sino también y sobre todo con criterios de apropiación.
La segunda fase es la fase de violencia: se produce cuando la víctima ve su posición de víctima. Percibe la agresión y la reconoce. Entonces el/la agresor/a pone en marcha su maquinaria destructiva. Aquí ya no busca la manipulación, pues la víctima se ha sustraído a su influencia, sino la destrucción del otro/a.
En esta fase la víctima siente miedo y el/la agresor/a rabia fría. El miedo desestabiliza en gran medida, ya que las personas necesitamos seguridad. Otra consecuencia peligrosa del miedo es que produce ira como mecanismo de defensa. La ira es positiva en cuanto permite expresar la rabia contra el/la agresor/a, pero es nociva en cuanto respuesta de la víctima hacia ést@ .
La violencia psicológica tiene un gran problema: no deja huellas y la experiencia vivida es difícilmente explicable. Así como el/la paranoic@ cree que alguien intenta aniquilarle, la víctima puede parecer paranoica incluso ante sus propios ojos y no digamos ya ante los ojos de los demás. Es muy importante que la víctima confíe en sus propias percepciones para evitar este riesgo.
Existe también otra tendencia que perjudica a la víctima: la sociedad tiende a afirmar que si se produce una agresión es por alguna causa. Si alguien exhibe su riqueza, es normal que le roben, si una mujer exhibe su cuerpo, es normal que la violen, si alguien es agredido será "por
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