Actividad eléctrica de las células del cerebro
Enviado por Natanael312 • 1 de Abril de 2014 • Trabajo • 1.305 Palabras (6 Páginas) • 276 Visitas
Por: J. Madeleine Nash
Rat-a-tat-tat. Rat-a-tat-tat. Rat-a-tat-tat. Si los científicos pudieran escuchar secretamente al cerebro de un embrión humano de 10 a 12 semanas después de la concepción, escucharían un alboroto asombroso. Dentro del vientre, mucho tiempo antes que llegue la primera luz a la retina del ojo o las primeras imágenes de sueños en la corteza, las células de nervios en el cerebro en desarrollo crujen con actividad llena de propósitos. Como jóvenes con teléfonos, las células en una vecindad del cerebro están llamando a los amigos de la otra vecindad, y estas células están llamando a sus amigos, y ellas se siguen llamando de nuevo y de nuevo, ´casi como si estuvieran marcando números automáticamente, dice Carla Shatz neurobiólogo de la Universidad de Berkley en California.
Pero estas neuronas – como se les dice a estas largas células que parecen alambres que llevan mensajes eléctricos a través del sistema nervioso y el cerebro – no están transmitiendo señales en una forma dispersa. Eso produciría una estática sin rasgos característicos, el tipo de ruido que se escucha de una radio sintonizado entre dos emisoras. Al contrario, cada vez hay mas pruebas que las explosiones de electricidad que forman esos distinguidos sonidos de rat-a-tat-tat vienen de olas coordinadas de actividad neurológica, y que esas olas pulsantes, como corrientes que mueven la arena del suelo del océano, cambian la forma del cerebro, tallando circuitos mentales en diseños que con el tiempo dejarán que el recién nacido perciba la voz del padre, el sentido de la madre, un móvil brillante que gira encima de la cuna.
De todos los descubrimientos que se han encontrado en los laboratorios de neurociencia en los últimos años, el que la actividad eléctrica de las células del cerebro cambia la estructura física del cerebro es quizás el más grande. Por que la explosión rítmica de neuronas ya no es asumida como un producto secundario de la construcción del cerebro sino esencial en este proceso, y que empieza, según establecido por los científicos, antes del nacimiento. Un cerebro nos es una computadora. No, el cerebro empieza a trabajar mucho antes de estar acabado. Y los neurocientíficos están descubriendo que los mismos procesos que conectan el cerebro antes del nacimiento, guían también la explosión del aprendizaje que empieza inmediatamente después.
Al nacer, el cerebro de un bebe contiene 100 mil millones de neuronas, casi el mismo numero de células nerviosas que estrellas en el Vía Láctea. También se encuentran un trillón de células gliliales, que provienen de la palabra Griega glial que significa goma, que forman un tipo de panal que protege y nutre las neuronas. Pero a pesar de que el cerebro contiene casi todas las células nerviosas que tendrá para el resto de la vida, el estilo de conexión entre ellas aún tiene que estabilizarse. Hasta este punto, dice Shatz, ‘lo que el cerebro ha hecho es establecer los circuitos requeridos para la visión, el lenguaje, o lo que sea’. Y ahora depende de la actividad neural – ya no espontánea, sino dirigida por una multitud de experiencias sensoriales –tomar este plano y refinarlo progresivamente.
Durante los primeros años de vida, el cerebro pasa por una serie de cambios extraordinarios. Comenzando poco después del nacimiento, el cerebro de un bebé, en muestra de exuberancia biológica, produce trillones de conexiones entre neuronas adicionales a las que posiblemente podría usar. Después, a través de un proceso que se asemeja a la competencia de Darwin, el cerebro elimina conexiones, o sinapsis, que son raramente o nunca usadas. Las sinapsis que sobran en el cerebro de un niño pasan un descortezado draconiano, empezando alrededor de los diez años o antes, dejando como resultado un cerebro con marcos de referencia de emoción y únicos.
En ausencia de un ambiente estimulante, el cerebro de un niño sufre. Investigadores de la Facultad de Medicina de Baylor College, han descubierto que los niños que no juegan mucho o
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