Alquimia
Enviado por chimichanga78k • 12 de Mayo de 2015 • Informe • 1.491 Palabras (6 Páginas) • 139 Visitas
La alquimia no es la belleza en sí misma, la belleza es un ideal estático. Nuestro arte no es alegre o triste, oscuro o luminoso, blanco o negro. Ya hemos tenido suficiente con el espiritismo y las escuelas astrológicas, meros laboratorios de ideas formalistas. La meta de nuestro arte no es el oro ni los aplausos de la multitud. Cada profeta arriba finalmente al banco a lomos de un caballo de batalla, se abre la puerta a la posibilidad de que la palma de la mano del místico enrojezca de picor al encontrarse con grandes cantidades de plata.
La alquimia no llega a las masas voraces. Es el trabajo de los creadores y cuestión de verdadera necesidad del alquimista y para el alquimista. Demuestra el conocimiento de un egoísmo supremo, en el que las leyes se marchitan. Cada demostración de este arte debe expresar, aunque sea mediante una profunda y pesada seriedad, el torbellino, el vértigo, lo nuevo, mediante el entusiasmo de los principios, o por la forma en que el alquimista revela su existencia a aquellos que poseen suficiente ingenio para aprehenderlo. Aquí hay un mundo tambaleante y huidizo, comprometido con las campanas de la escala infernal.
El propio edificio de nuestro lenguaje se encuentra demasiado debilitado como para que nadie recomiende que la alquimia continúe refugiándose en él. Y antes de reconstruirlo es esencial echar abajo lo que todavía parece sólido, lo que lo hace parecer todavía en pie. Las palabras que el artificio de la lógica aún mantiene juntas, deben estar aisladas y separadas. Deben ser obligadas a desfilar de nuevo ante los ojos vírgenes, como los animales después del diluvio, saliendo del arca uno por uno, antes de cualquier conjuro. Y si, debido a alguna antigua convención meramente tipográfica, son colocadas de un extremo a otro en una sola línea, hay que asegurarse de ponerlas de forma tan desordenada que no exista razón alguna para que una siga a la otra. La evolución de nuestro arte sigue un orden cíclico. Funciona a base de saltos, interrupciones y choques antagónicos entre corrientes ya exploradas.
La necesidad de encontrar explicaciones para lo que no tiene otra razón que el hacerse sin más, fuera de toda discusión, con el mínimo de crítica o criticismo es como la auto-cleptomanía, como cambiar constantemente de bolsillo el mismo objeto. La especie es pobre porque se roba a sí misma. No se trata de la dificultad de entender la vida, sino del robo (des)individualizado de su propia personalidad. El alquimista hace fructificar el metal, deja dormir a los sentimientos. Ponemos una lechuza en un hexágono, cantamos en hexámetros, usamos ángulos. La geometría euclidiana está vieja y seca. Una línea rebelde mata las teorías. Las ideas envenenan la alquimia. Si el veneno lleva un sonoro nombre procedente del gran vientre de la filología, la alquimia se contagia; y si uno se regocija en esa musculatura intestinal, la mezcla se convierte en un peligro.
Humedad de épocas pasadas. Quienes se alimentan de lágrimas se sienten pesados y satisfechos. Sin embargo, para la abundancia y la explosión, el alquimista sabe cómo encender la esperanza. Este deseo hierve de entusiasmo, forma fructífera de intensidad. El espíritu de aquel hombre negativo, siempre dispuesto a dejarse asesinar por el tiovivo del viento y machacado por la lluvia de meteoritos, va más allá de la dulce histeria instalándose en suntuosos apartamentos que imitan el estilo egipcio. Ya sean formas, volúmenes, sonidos o palabras los que actúan como mediadores para elaborar esto, no se puede negar que es su naturaleza específica la que proporciona al alquimista su capacidad de actuar, por lo que se reintegrarán según la nueva y más general naturaleza que llevarán adjunta de aquí en adelante.
El alquimista entiende que la siguiente etapa del arte sólo existe en ese momento de intensidad donde la vida y la belleza, concentradas en las alturas de un alambre metálico, ascienden hacia el fuego. Numerosos son aquellos que no buscan soluciones más allá del objeto y sus relaciones con el exterior; ellos son cósmicos o elementales, resueltos, sabios, simples, serios. Esto es una cualidad esencial del trabajo. Implica el orden, una condición esencial para la vida de cualquier organismo. Diversos, distantes y múltiples elementos se concentran en la obra con mayor o menor intensidad. El alquimista los recoge, selecciona, prepara y realiza con ellos una solución. La temperatura de la solución es, en principio, un punto sin ninguna consecuencia: con el aumento o disminución de la temperatura se llega a un punto
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