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Analisis Institucional


Enviado por   •  22 de Marzo de 2015  •  4.413 Palabras (18 Páginas)  •  264 Visitas

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Nociones Comunes, parte 2: del análisis institutional a experiencias contemporaneas entre investigacion y militancia

Marta Malo de Molina

El análisis institucional

Coincidiendo temporalmente con los grupos de autoconciencia feministas[1], el análisis institucional surge en Francia a partir de las corrientes de la pedagogía y de la psicoterapia «institucionales», como superación de ambas en un clima de gran efervescencia social y de crisis de las instituciones. Para el análisis institucional, la institución es la forma (en principio oculta) que adopta la producción y la reproducción de las relaciones sociales dominantes. Su crisis determina la apertura de un espacio crítico que el análisis institucional pretende explorar, partiendo de la propia institución para descubrir y analizar su base material, su historia y la de sus miembros, su lugar en la división técnica y social del trabajo, las relaciones que la estructuran, etc. ¿Cómo? En primer lugar, reconociendo la falsedad de la neutralidad del (psico)analista o pedagogo y la intervención que conlleva todo proceso analítico o educativo. En segundo lugar, liberando la palabra social, la expresión colectiva y una «política » (o, más bien, micropolítica) de los deseos, a partir de la implicación en el análisis institucional de todos y cada uno de los miembros de la institución. Tal y como escribe Félix Guattari a este propósito: «La neutralidad es una trampa: siempre se está comprometido. Vale más tomar conciencia de ello para contribuir a que nuestras intervenciones sean lo menos alienantes posible. Más que conducir una política de sujeción, de identificación, de normalización, de control social, de encarrilamiento semiótico de las personas con las que tenemos que ver, es posible escoger lo contrario, una micropolítica que consiste en hacer presión, a pesar del poco peso que se nos ha conferido, en favor de un proceso de desalienación, de una liberación de la expresión, de un empleo de “puertas de salida”, es decir, de “líneas de fuga” con respecto a las estratificaciones sociales». Y también: «Para un análisis auténtico [...] el problema central no sería el de la interpretación, sino el de la intervención. ¿Qué puede hacerse para cambiar esto?».[2]

Sin embargo, no será éste el único sentido en que el análisis institucional ligue el plano analítico al de la acción. Dados sus orígenes en la pedagogía y la psicoterapia, las instituciones que aborda en concreto son, sobre todo, la Escuela y el Hospital (psiquiátrico), pero, desde el principio, se asume el carácter no aislado de estos espacios y se entiende que el conjunto del sistema institucional se comunica y articula en el Estado. Esto conduce a una relación directa entre el análisis institucional y la militancia o acción política: en última instancia, el Estado siempre recurrirá a la violencia cuando vea peligrar la estabilidad del sistema institucional, lo cual hace imposible «descubrir» o analizar la institución sin que ello implique en determinado momento algún tipo de «enfrentamiento» y de experiencia en el sentido fuerte del término – por lo tanto, de acción, de militancia.

Aunque algunos libros tiendan a excluir a Félix Guattari como representante del movimiento institucionalista, será este anómalo y prolífico pensador, analista y militante quien acuñará el término «análisis institucional» en torno a 1964/1965, en una sesión de un grupo de reflexión sobre psicoterapia institucional.[3] Y lo hará ante la necesidad de una doble demarcación: por un lado, frente a la corriente de Daumezon, Bonafé y Le Guillant (responsables del lanzamiento de la expresión «psicoterapia institucional» en los tiempos de la Liberación francesa), que limitaba el análisis a una cuestión intramuros de la institución psiquiátrica, aislándolo así del conjunto del socius y pretendiendo que era posible desalienar las relaciones sociales del hospital con un trabajo restringido a las distintas esferas del propio recinto; por otro lado, frente a la especialización de la práctica analítica, que la colocaba bajo la responsabilidad exclusiva de una persona o grupo «experto», otorgando a éste un extraordinario poder: «El análisis sólo tendrá sentido si deja de ser el asunto de un especialista, de un individuo psicoanalista o incluso de un grupo analítico, que se constituyen, todos ellos, como una formación de poder. Pienso que debe llegar a producirse un proceso que surja de lo que he llamado agenciamientos de enunciación analíticos. Dichos agenciamientos no están compuestos solamente de individuos, sino que dependen también de cierto funcionamiento social, económico, institucional, micropolítico...».[4]

En esta línea, el análisis institucional considerará a los movimientos sociales como agenciamientos de enunciación analíticos privilegiados y encontrará ejemplos en este sentido en el movimiento feminista y en el movimiento de las radios libres.[5]

La práctica del análisis institucional se alimentará y proliferará en el seno de la revista Recherches y del FGERI (Federación de Grupos de Estudio y de Investigación Institucionales), que reunía a grupos psiquiátricos que se interesaban por la terapia institucional, grupos de maestros provenientes del movimiento Freinet,[6] grupos de estudiantes ligados a la experiencia de los BAPU,[7] arquitectos, urbanistas, sociólogos, psicosociólogos … Este enriquecimiento llevará a incorporar dos vertientes en el proceso analítico: por un lado, una «investigación sobre la investigación», es decir, un análisis que tuviera en cuenta «el hecho de que los investigadores no pueden comprender su objeto sino con la condición de que ellos mismos se organicen, de que se cuestionen a propósito de cosas que no tienen nada que ver, aparentemente, con el objeto de su investigación »;[8] por otro, la idea de «transdisciplinariedad» en la investigación, que permitirá desbloquear falsos problemas. Es también en este contexto en el que se lanzan nociones clave que más tarde serán incorporadas por las ciencias sociales críticas: analizador, transferencia institucional, transversalidad … En concreto, la transversalidad será un principio vertebrador del análisis: «El análisis, a mi modo de ver, consiste en articular, en hacer coexistir – no en homogeneizar ni en unificar –, en disponer según un principio de transversalidad, en lograr que se comuniquen transversalmente distintos discursos […], discursos de distintos órdenes y no solamente discursos de teorización general, sino también microdiscursos, más o menos balbuceantes, en el nivel de las relaciones de la vida cotidiana, de las relaciones con el espacio, etc.».[9]

Frente a la fe de la práctica de la autoconciencia

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