Analisis Objetivo Y Subjetivo
Enviado por Valeria2 • 17 de Septiembre de 2012 • 758 Palabras (4 Páginas) • 1.366 Visitas
Historias de La Chata Solidaria
PUBLICADO EL MIÉRCOLES 21 DICIEMBRE 2011
ETIQUETAS : F-100, FORD, LA CHATA SOLIDARIA
Texto de Jerónimo P. Chemes
Fotos de La Chata Solidaria
www.lachatasolidaria.com.ar
Mi nombre es Jerónimo Chemes y soy un tipo común de 39 años, que hace cuatro que decidió ayudar a la gente más abandonada de este país, en el Impenetrable chaqueño.
¿Cómo los ayudamos? Muy simple: recorremos la selva de punta a punta, entregando regalos de Navidad y otras donaciones a la gente del lugar. Las entregas se hacen en la mano, sin intermediaros.
Todo lo hacemos en dos viejas camionetas Ford, una F-100 4×2 de 1974 (ex Ejército Argentino) y una F250 4×4 de 1981.
Durante el año juntamos donaciones de ropa, calzado y juguetes. Y, en diciembre, partimos desde Buenos Aires hasta el Chaco. En el Impenetrable no transitamos por los caminos principales. Recorremos en promedio 600 kilómetros de monte por senderos intransitables, a veces en segunda a 30 km/h durante horas.
Las condiciones del viaje a veces son desesperantes. La temperatura en la cabina oscila entre 48 y 64 grados. Vuela polvo a niveles apocalípticos- cuando está seco- o barro en cantidades inexplicables -cuando llueve-. El agotamiento físico no tiene igual. Y el golpe psíquico a veces es peor, por las condiciones en las que viven estos compatriotas.
Además, llevamos una encuesta que le hicimos a la gente para sacar datos importantes de alimentación y demás, para conocer mejor cómo viven. La idea es que, más allá de ayudarlos con las donaciones, ver si dentro de nuestras limitadísimas posibilidades podemos llevarles alguna solución más de fondo.
El maltrato mecánico a las chatas es supremo. Nadie en su sano juicio destrozaría así su vehículo. La Ford más grande recorre el camino con hasta 2.200 kilos de carga (es como llevar una Ranger en la caja, a upa) y la verde carga hasta 1.400 kilos.
Los motores Perkins, cuando hay barro profundo, llegan a trabajar a 130 grados durante horas, obligando a levantarles la pata hasta que se enfríen a 110.
Consumen hectolitros de agua, pero no se rompen. Ni siquiera las tapas de cilindros.
En la travesía de este año me acompañaron cinco personas: Diego Vázquez (primer viaje),Marcelo Sorroche (segundo viaje), Juan Pablo Gil (tercer viaje), Facundo Piña (primer viaje) y Segundo Fernández (primer viaje). En Buenos Aires quedaron dos compañeros haciendo base: Sebastián Méndez Trongé y Emiliano Montes.
Es impresionante el contraste entre el camino de ida -todos con la adrenalina de ayudar, las risas y los chistes para matar el tiempo, las ganas de los nuevos por ver lo desconocido – y la vuelta, con los silencios eternos, las miradas perdidas en el horizonte, las caras serias, las profundas reflexiones que empiezan a producirse. Todo producto de los momentos vividos.
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