Analisis Pelicula La Naranja Mecanica
Enviado por alexandrajm • 8 de Abril de 2015 • 5.848 Palabras (24 Páginas) • 422 Visitas
ANÁLISIS SEMIÓTICO DE PELÍCULA:
“La Naranja Mecánica”
FICHA TÉCNICA.
Título Original: “A Clockwork Orange”
Año de Realización: 1971
País: Inglaterra
Pruductora: Warner Bros.
Director: Stanley Kubrick
Guión: Stanley Kubrick, basado en la novela homónima de Anthony Burgess
Fotografía: John Alcott (color)
Música: Walter Carlos, Henry Purcell, Ludwig van Beeothoven, Arthur Freed y Nacio Herb, Edward Elgar, Rimsk Korsafoff, Terry Tucker, Erika Eigen, James Yorkston y Giacchino Antonio Rossini
Duración: 136 minutos.
FICHA ARTÍSTICA.
Malcolm McDowell .... Alex DeLarge
Patrick Magee .... Frank Alexander
Warren Clarke .... Dim
Adrienne Corri .... Señorita Alexander
Carl Duering .... Dr. Brodsky
Paul Farrell .... Tramp
Michael Gover .... Gobernador de la prisión
Miriam Karlin .... Señora de los gatos
James Marcus .... Georgie
Sheila Raynor .... Mamá de Alex
Anthony Sharp .... Ministro
Philip Stone .... Papá de Alex.
INTRODUCCIÓN.
Ya que hemos citado tanto en clases a “La Naranja Mecánica”, decidimos realizar nuestro análisis sobre esta misma película, pues además hace bastante poco la pudimos volver a ver en el cable. Además, es una obra entretenida que no se añeja con el tiempo, y que sabemos está mayoritariamente compuesta de signos que, incluso, facilitarán su análisis, pues se trata de una película cuya base radica en la interioridad de su director (el grandísimo Stanley Kubrick), y que trata un tema tan candente en la actualidad como en aquellos tiempos.
El mecanismo que utilizaremos para realizar el análisis consistirá en ir desglosando parte por parte cada una de las escenas, con el fin de ir descubriendo e indagando en ellas la mayor cantidad de apreciaciones posibles, siempre desde el punto de vista semiótico, es decir, interpretando el montaje general de Kubrick y la utilización que hace de signos, algunos de ellos lugares comunes y universales y otros no tanto.
Para ello, nos guiaremos por el “story board” de la película, elemento de gran ayuda pues así podremos detallar con exactitud cada una de nuestras interpretaciones.
DESARROLLO DEL ANÁLISIS.
Muy célebre es el comienzo de “La Naranja Mecánica”, cuando Kubrick nos introduce al mundo que habrá de mostrarnos. Observamos un zoom out desde el ojo de Alex, el protagonista, quien tiene en uno de sus ojos una enorme pestaña postiza. Este zoom nos indica precisamente eso: la mirada subjetiva y algo bizarra del personaje, cuyo adorno -la pestaña- puede interpretarse como su visión propia y única del universo que le rodea. Observamos también que se encuentra rodeado de un grupo de “compañeros”, todos vestidos de blanco, dato curioso al tratarse de “delincuentes”, siendo que el color blanco está universalmente relacionado con la pureza. Y valga decir que estos personajes nada tienen de puros. Este dato se confirma al ver que beben leche, pero una leche con algún tipo de estimulante. Como sabemos la leche, aparte de ser blanca, está considerada como el alimento puro y maternal por excelencia. Esto nos quiere decir, desde ya, que el mundo que Kubrick nos presentará en su obra nada tiene que ver con las apariencias, es decir, que las cosas no son como se ven, postulando una especie de doble estándar que más adelante se evidenciará con mayor fuerza. Incluso, me atrevería a afirmar que precisamente el doble estándar es uno de los temas con mayor presencia en la película.
Los personajes extraen este líquido de unas estatuas femeninas, precisamente de sus pechos, lo que nos adentra aún más en la dimensión de lujuria que nos quiere mostrar el director.
La mirada de estos personajes, en especial la de Alex, tiene mucho que decir: es una mirada profunda, extremadamente pensante y atractiva, cuya evolución será parte importante dentro de la historia y, en especial, del personaje principal.
Tenemos luego el brutal y cobarde ataque al ebrio anciano dentro de un túnel, un moderno túnel que parece ser extraído de un mundo futurista. Aquí tenemos otra contradicción: en una sociedad aparentemente ultra moderna, aún quedan extractos de marginalidad: tenemos a un pobre viejo borracho que simplemente no calza en el mundo desarrollado, mal que se repite “aquí y en la quebrá del ají”. Cabe preguntarse si es realmente posible un completo desarrollo, y si dicho desarrollo al que tanto aspiramos va en beneficio de todos o, simplemente, para algunos, lo que confirma que estamos en una sociedad “no apta” para todas las personas, en donde no todos tienen el privilegio de pertenecer de manera digna y justa.
Cuando este anciano es atacado por el grupo, desde ya notamos que éstos cometen su fechorías de manera bastante especial, entonando viejas canciones que nos confirman el alto grado de locura de estos jóvenes. El ataque nada tiene que ver con dinero, sólo es atacar por atacar, hacer daño por hacer daño, sin tomar en cuenta la debilidad de la víctima, de la imposibilidad de defensa que posee este anciano. Pero a los jóvenes no les importa. Con sus jocosos gorros y sus delicados movimientos, casi de ballet clásico, los jóvenes se deleitan con el sufrimiento de su víctima.
Posteriormente, se nos presenta otra contradicción. En un gigantesco teatro, o algo así, el grupo de “drugos” (palabra explícitamente relacionada con la droga), ve como una pandilla rival ataca salvajemente, al igual que ellos al anciano, a una hermosa joven. Ya la tienen desnuda y maniatada y se disponen a ultrajarla. Pero esto les parece mal a los “drugos” quienes, más que ir en su defensa, buscan el enfrentamiento con la banda enemiga con el afán de “marcar territorio”.
Aquí observamos una maravillosa escena de pelea: nuevamente tenemos que los protagonistas se enfrentan en una batalla armónica, como danzando, pero con un salvajismo bastante particular, casi un goce sexual al luchar con la banda enemiga.
Los “drugos” han ganado y continuarán su travesía hacia los extremos.
Mientras van conduciendo a toda velocidad su pequeño auto por una carretera, atropellando a seres indefensos como un pobre ciclista, volvemos a detener la atención en la mirada de Alex: su sed de destrucción aumenta cada vez más y nada parecerá detenerlo. Mientras más fechorías comete, más se excita, más crece el deseo de Alex por hacer daño.
Cuando el grupo de maleantes llega a la casa que posteriormente atacarán, lo hacen con un cinismo espectacular: Alex demuestra que es todo un caballero, psicópata, pero un caballero a fin de cuentas. Sus gustos son refinados y hasta los crímenes los comete con elegancia. Esto nos hace
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