Análisis de un Episodio de Black Mirror "Arkangel"
Enviado por anto.alfonso93 • 11 de Mayo de 2021 • Trabajo • 1.860 Palabras (8 Páginas) • 1.271 Visitas
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE MAR DEL PLATA
UNIDAD ACADÉMICA: Facultad de Psicología
ASIGNATURA: Deontología Psicológica
Trabajo Final correspondiente a la PEPP IV
Año: 2020
Estudiantes: Mattiello Marcos; Antonela Alfonso
Análisis de un Episodio de Black Mirror "Arkangel", en base a las normativas vistas en clase.
Fecha de entrega: en el campus 09/12/2020
Arkangel es el segundo episodio de la cuarta temporada de Black Mirror, el mismo es una exploración en el mundo de la maternidad logrando relacionar al máximo temáticas como, los hijos, la privacidad y las nuevas tecnologías. El inicio del capítulo nos pone ante la presencia de una madre que siente miedo de que algo malo le suceda a su pequeña hija (Sara), lo cual es entendible y entonces uno podría sentirse completamente identificado con estos sentimientos, se trata de una madre sola (Marie), acompañada por la ayuda de su propio padre (Russ), el abuelo de la niña, en la crianza de su hija. Por otro lado, Arkangel es una empresa que ha desarrollado un dispositivo que traslada el control parental virtual a la vida real, es decir, aquella lejana función de los dispositivos para proteger a los niños de contenidos ofensivos ahora podría ser introducida, mediante un microchip, en la cabeza de Sara, la única hija de Marie. Esta introducción nos hace caer en la cuenta de que se trata de una madre sobreprotectora, aquellos inusitados miedos la han llevado a querer controlar al máximo los movimientos de la niña. Tal término se asienta en la inserción del microchip en la cabeza de Sara, el mismo genera ciertos mecanismos para mantenerla “segura”, por ejemplo: la activación del filtro parental cuando aumenta el nivel de estrés ante imágenes o palabras violentas. Con el chip en la cabeza de Sara y una Tablet, de la cual dispone Marie, esta puede ver a través de los ojos de Sara, localizar su ubicación en tiempo real, o controlar sus ritmos vitales. Lo que sucede luego de esta intervención, es que, en lugar de ver el perro que ladra ruidosa y violentamente camino a casa, sangre o insultos, Sara ve una mancha pixelada en movimiento y sin sonido.
Este hecho merece un análisis en varios puntos, y es que, por más que el algoritmo genere paz en la madre que quiere mantener a salvo a su hija, de alguna manera impidiéndole que conozca el mundo que existe más allá de esa unión madre-hija, vamos captando como crece la curiosidad por ver y conocer en Sara, que ya no tiene que ver con el interés exploratorio de los niños en general, porque el programa en cuestión pixela todos los contenidos de la vida que elevan los niveles de estrés en el cerebro y esto es inhumano.
Para comenzar con un análisis ético respecto de la dimensión del uso de tecnologías en investigación con seres humanos, lo primero que observamos es que la inserción del chip es totalmente gratuita, a la vez, la persona encargada de la manipulación manifiesta que el tratamiento es seguro y que va a traerle paz a la madre, pero lo que es verdad es que, no es posible conocer los efectos del uso de nuevos dispositivos generados en el marco de desarrollo tecnológico, sino después de su puesta a prueba, lo que coloca a Sara en el lugar de sujeto experimental. Un elemento importante a rescatar y que abre paso a la confianza y aceptación del tratamiento, por parte de Marie, es la representación social positiva que se tiene de la ciencia, y que legitima el procedimiento, observamos un edificio imponente, pulcro, y con tecnología de punta, una profesional vestida de blanco que provee los conocimientos acerca del dispositivo. Entonces, aquí comienza nuestro planteo ético: ¿acaso está bien (o es lícito) ofrecer un tratamiento del cual se desconocen sus efectos a largo plazo, haciendo uso de un escenario que lo legitima, y que de alguna manera persuade el consentimiento en cuanto a la participación en el mismo? Y que la intervención ni siquiera tiene que ver con el cuerpo de quien consiente, sino de la niña en cuestión, estamos hablando, desde ya, de población vulnerable.
Respecto a la justificación ética, las investigaciones en seres humanos deberán ajustarse a 3 principios éticos básicos, el respeto por las personas, la beneficencia y la justicia. En este caso, la introducción del microchip atentaría contra la intimidad de Sara (no se respeta la intimidad personal), además debería existir la maximización de beneficios posibles y reducir al mínimo la probabilidad de daños (en este capítulo se observa el mal uso de la tecnología, ya que impacta negativamente en el desarrollo vital de Sara, interfiriendo en las relaciones interpersonales tanto intra, como extra familiares, atentando contra la intimidad y contra el desarrollo de una autonomía progresiva). Respecto a este segundo principio se deriva otro, el de no maleficencia, que tiene que ver con prever (y proteger de) los daños que pueden ser evitables en los participantes del estudio, en este capítulo es interesante pensar en la cancelación o la vuelta al estado anterior a la colocación del chip, pero esto se impone como imposible, lo vemos en la escena con el psicólogo, la única posibilidad es apagar la Tablet y de esa manera dejar de monitorear a Sara, pero los daños ocasionados ya son irreversibles, y ahora la responsabilidad de atentar contra la subjetividad de la niña es pura y exclusivamente de Marie, quien, como observamos en el transcurso del capítulo, vuelve a encender la Tablet abusando de la intimidad de su propia hija.
Con respecto al principio de justicia, se deberá tratar equitativamente a toda persona que participe del experimento, será llamada justicia distributiva a aquella que contemple los distintos grupos y clases de la sociedad y que sean representados de igual forma en el experimento, asimismo deberán percibir un beneficio adecuado por asumir riesgos del estudio. En el capítulo parece que los niñxs que participan son de clase baja, en este sentido la muestra seria éticamente cuestionable, más allá de que el tratamiento ya esté prohibido en otros países, cabría la pregunta de si, por los costos del tratamiento, Marie hubiese podido disponer del nuevo desarrollo tecnológico.
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