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Aspectos Psicologicos De Obesidad


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2013  •  4.916 Palabras (20 Páginas)  •  1.129 Visitas

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Caso 3 mujer obesa en “el verdugo del amor” Irvin Yalom

Mujer obesa

Este caso habla acerca de una chava de nombre Betty ella era demasiado gorda y habla acerca de que ella vivía en una ciudad de california y por cuestiones laborales ella tiene que irse a la New York y estuvo hay durante trece meses y ella se sentía muy mal porque extrañaba mucho a su familia y sufre una depresión y problemas de salud por su sobrepeso entonces decide ir al Psiquiatra.

Este detesta a las personas que tiene sobrepeso por que cuando era chico él era molestado por ser judío y entonces el decidió que tenía que molestar a alguien y decidió molestar a los gordos porque sus mama y sus tías eran así.

Ella tomaba todo abroma y ella comía compulsivamente cuando estaba triste entonces el psiquiatra habla con ella y le dice que tenía que tomar las cosas en serio y ella después de varias secciones accedió.

Y así ella empezó a cambiar su vida y así mismo también comenzó a bajar de peso y esto cambio su vida radicalmente.

En mi opinión siento que ambos aprendieron es decir el uno del otro porque psiquiatra decidió y enfrento el problema que tenia con la gente de sobrepeso y ellas así mismo cambio no solo sus problemas de depresión si no también psicológicos y así pudo cambiar su vida porque ella tomaba todo a broma para evitarse el sufrimiento que esta podía obtenerse y el psiquiatra le demuestra que si ella no ponía mayor atención a su cosas y toma en serio sus cosas esto jamás iba a mejora.

Clínica Psicológica y Psicoterapias:

Psicoterapias, Emergencia e Interconsultas

Cátedra I. Menéndez, Pedro Ángel

Trabajo monográfico: Caso “Mujer obesa”

1º cuatrimestre año 2013

Finalmente Betty partió de California con destino a Nueva York, llevándose consigo esa inquietante sensación que amenazaba la permanencia de todo lo trabajado en aquellos 18 meses de terapia. Sin dudas ella no era la misma y se encontraba con una nueva oportunidad, ocasión para un nuevo comienzo, un enorme desafío que la llenaba de miedos e inseguridad. De a poco fue encontrando su lugar en Nueva York, lugar completamente distinto al que ocupaba aquella Betty que había partido hacía un año y medio a trabajar temporalmente en California, ya no pesaba 125 kilos y estaba dispuesta a enfrentar sus miedos para intentar tener una vida de la cual no lamentarse. El trato con sus compañeros de trabajo comenzó a ser más fluido, con el correr de los meses varias personas que antes ni siquiera registraban su presencia, se habían permitido conocerla y podría decirse, hasta habían comenzado una relación de amistad en la cual el aprecio ya se hacía notar.

En una de las reuniones extra-laborales Betty conoció a Earl, un joven afroamericano de unos 35 años que se sintió atraído por ella, pasaron una linda noche con amigos y él se las ingenió para conseguir su teléfono e invitarla a salir. Betty estaba paralizada, no sabía cómo reaccionar, sentía tanto miedo como en aquel sueño recurrente, en el cual se veía encerrada en el pequeño placard mientras construían las paredes que decretarían su encierro por siempre… finalmente, luego de unos segundos que parecieron eternos, casi sin pensarlo, aceptó la invitación.

La semana previa a la cita fue insoportable; Caylee, una compañera de trabajo con quien Betty había comenzado una amistad, tuvo que contenerla, estaba como desarmada, angustiada, miedosa, sentía que nada iba a poder correrla de la inmovilidad que la había invadido, no podía elegir qué ponerse, ni siquiera se animaba a llamar a Earl para cancelar la cita. Con mucho esfuerzo logró dejarse llevar por los consejos de su amiga, quien eligió por ella el atuendo, el peinado, el maquillaje y hasta el perfume que Betty usaría en su cita, finalmente sucedió.

El encuentro transcurrió sin imprevistos, Earl sentía gran interés por Betty, quería conocerla, estaba realmente dispuesto a insistir hasta lograr acercarse y ganarse su confianza, así sucedió y con el correr de los meses formalizaron una relación. Mientras tanto Betty tenía fluctuaciones en sus estados de ánimo, tenía algunos días mejores que otros, algunos otros que hubiese preferido olvidar, pero seguía su camino, el camino de los cambios, de la acción, no sin miedo, pero apoyada en su amiga, en su entorno cercano (ahora tenía un entorno), ahora tenía una vida.

Earl era un hombre de excelentes modales, muy respetuoso, de profesión Técnico Analista de Sistemas, trabajaba en una empresa en el área de programación. No llevaba una vida social muy activa, era más bien reservado, lo cual resultaba muy conveniente para Betty, ya que le daba tiempo a ensayar diferentes modos de adaptarse a esta nueva relación sin ser incisivamente cuestionada por su pareja. Él intentaba comprenderla, no presionarla, respetar sus tiempos, sobre todo en lo que respecta al contacto físico y ni hablar del plano sexual, habían pasado ya 6 meses de aquella primera salida, pero ella no le daba indicios si quiera, de poder avanzar en ese aspecto.

Una noche de invierno, compartían un café y la charla fue llevándolos a lugares inesperados, hablaron de sus sentimientos, de lo bien que estaban juntos y casi sin querer, Earl trajo el tema de formar una familia… Betty se sintió morir, la expresión de su rostro se transformó por completo, su corazón se paralizó, todo su cuerpo empalideció, sus ojos se llenaron de lágrimas, indicio de la inmensa angustia que invadió su alma. Él supo de inmediato que algo andaba mal, pero estaba tan sorprendido con la reacción de Betty que no pudo decir una palabra más. Ella se levantó en silencio, tomó su abrigo y entre sollozos desapareció ante la mirada atónita de Earl.

Betty sentía que ahora sí todo se había derrumbado, ¿Habría sido todo un sueño? ¿Cómo decirle al hombre que amaba que no podría darle un hijo? ¡Por dios si aún ni siquiera habían hecho el amor! Se sentía avergonzada y frustrada ¿Tan pronto terminaría todo? ¿Existiría en ella alguna fuerza capaz de hacer frente a semejante abismo? ¿Sería capaz de hallar una salida? No encontraba respuesta a ninguna de sus preguntas, todo era angustia, llanto, desesperación, impotencia y claro… todo era (nuevamente) vacío.

Betty empezó a comer compulsivamente, no quería hacer nada más que comer, no quería ver a nadie, no quería hablar con nadie, no atendía los llamados de su amiga, mucho menos los de Earl, nadie entendía demasiado qué estaba sucediendo, pero todos recordaron cómo era “la antigua Betty” y, entre decepción y resignación, en poco más de una semana ya nadie intentaba contactarla. Su amiga Caylee decidió hacer un intento más y consiguió, por recomendación de su madre, los datos de un terapeuta que, según

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