Basta De Historias
Enviado por Jotage29 • 15 de Mayo de 2015 • 591 Palabras (3 Páginas) • 152 Visitas
Hay que mirar para adelante
Cuando le pregunté a Bill Gates después de una entrevista televisiva, fuera de cámara, qué opinaba sobre la creencia muy difundida en muchos países latinoamericanos de que «nuestras universidades son excelentes» y «nuestros científicos triunfan en la NASA», el fundador de Microsoft y uno de los hombres más ricos del mundo me miró con asombro y estalló en una carcajada. Levantando las cejas, me preguntó: «¿A quién estás bromeando?»
No fue una respuesta arrogante: minutos antes, frente a las cámaras, Gates me había hablado con optimismo sobre América Latna. Según dijo, existen condiciones como para ponerse a la par de China e India en las próximas décadas.
Decía Gates, mientras nos alejábamos del set de grabación, que a Latinoamérica le falta una dosis de humildad para darse cuenta cuál es la verdadera posición de sus grandes universidades y centros de investigación en el contexto mundial. Los países de la región sólo podrán insertarse de lleno en la economía de la información del siglo XXI —y producir bienes más sofisticados que les permitan crecer y reducir la pobreza— si hacen un buen diagnóstico de la realidad y dejan de creer que están así de bien, indicó.
«Si creen que ya han llegado a la meta, están fregados —me dijo Gates moviendo la cabeza—. Todos los países deben empezar con humildad. Lo que más asusta sobre el ascenso de China es su nivel de humildad. Están haciendo las cosas muy bien y, sin embargo,
tienen una humildad asombrosa. Tu vas a China y escuchas: «En India están haciendo esto y lo otro mucho mejor que nosotros. ¡Caramba! Tenemos que hacerlo mismo». Esta tendencia a la humildad, que algún día van a perder, les está ayudando enormemente.1
Su respuesta me dejó pensando. Yo acababa de regresar de varios países latinoamericanos, y en todos me había encontrado con una versión triunfalista sobre los logros de las grandes universidades latinoamericanas y sus sistemas educativos en general. No solo los gobiernos alardeaban sobre los logros de sus países en el campo académico y científico, sino que la gente parecía convencida de la competitividad de sus universidades — salvo en cuanto a los recursos económicos— frente a las casas de estudio más prestigiosas del mundo. Cada vez que daba una conferencia en alguna de las grandes capitales latinoamericanas, y criticaba la eficiencia de sus universidades estatales, siempre saltaba alguien en la audiencia para rebatir mis comentarios con patriótica indignación. Las grandes universidades latinoamericanas, blindadas contra la rendición de cuentas a sus respectivas sociedades gracias a la autonomía institucional de la que gozan, muchas veces parecen estar a salvo de cualquier crítica, por más fundamentada que sea. Son las vacas sagradas de América Latina.
Según me
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