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CAPITULO 3 LAGUNAS EN LA TEORÍA SEXUAL Y EN LA PSICOLOGÍA


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2016  •  Trabajo  •  1.762 Palabras (8 Páginas)  •  398 Visitas

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CAPITULO 3

LAGUNAS EN LA TEORÍA SEXUAL Y EN LA PSICOLOGÍA

  1. PLACER E INSTINTO

                             La anticipación del placer de la gratificación produce no solo tensión sino que también descarga una pequeña cantidad de energía sexual. Esta satisfacción parcial, agregada a la anticipación del gran placer final, prepondera, pesa más que el displacer de la tensión inicial. La ciencia psicológica moderna ha abandonado el concepto de que nuestras percepciones son nada más que experiencias pasivas y lo ha reemplazado por el concepto  más correcto de que cada percepción se basa en una actitud activa del yo hacia la sensación o el estímulo.

                El significado sexológico de ello es que una suave caricia en una zona erógena puede provocar una sensación placentera en un individuo, y nada en otro que percibe únicamente un tocar o un frotar, esto fue el comienzo de la diferenciación fundamental entre el placer orgastico total y las sensaciones puramente táctiles, la diferencia entre la potencia y la impotencia orgastica. El placer tiene una componente motriz activa y una componente sensorial pasiva, que se amalgaman. La componente motriz del placer es experimentada pasivamente al mismo tiempo que la componente sensorial se percibe activamente.

                Más tarde aprendí a formularlo de una manera más simple, un impulso ya no es algo que existe aquí y busca placer allí, sino el placer motor en sí mismo. ¿Cómo explicar la necesidad de repetir un placer ya experimentado?, el impulso sexual no es nada más que el recuerdo motor del placer experimentado previamente. El concepto de los impulsos se reducía por lo tanto al concepto del pacer. Según Freud, el impulso estaba determinado por la cantidad de la excitación, o sea la cantidad de libido. Pero yo encontraba que el placer era la naturaleza del impulso, y que consistía en una cualidad psíquica.

  1. SEXUALIDAD GENITAL Y SEXUALIDAD NO GENITAL.

                            Trate infructuosamente a ese paciente durante seis horas semanales desde enero de 1921 hasta octubre de 1928, dada la ausencia de toda índole de fantasía genitales, dirigí mi atención a las diversas actividades masturbatorias de otros pacientes. Me sorprendió el que la manera como se masturbaban muchos pacientes dependía de ciertas fantasías patológicas. En ninguno de ellos el acto masturbatoria era acompañado por la fantasía de experimentar placer en el acto sexual normal.  En el mejor de los casos, la fantasía consistía en “tener relaciones sexuales”. Un examen más profundo demostró que los pacientes ni siquiera visualizaban ni sentían nada concreto durante esa fantasía. La expresión “tener relaciones sexuales” era usada mecánicamente, en la mayoría de los casos encubría el deseo de demostrarse así mismo que uno era hombre, acurrucarse en los brazos de una mujer o de penetrar en una mujer. En suma, podía significar cualquier cosa, excepto placer sexual genital.

                             Desde entonces me hice el propósito de investigar a fondo tanto las fantasías que acompañaban la masturbación como el tipo de acto masturbatorias. Una infinita variedad de peculiaridades aparecieron. Expresiones como “me masturbe ayer” o “me acosté con fulana o mengana”, soslayaban las prácticas más extraordinarias.

                            Muy pronto pude distinguir dos grupos principales, en el primero el pene funcionaba como tal en la fantasía. Había eyaculación, pero no servía el propósito de proporcionar placer genital. El pene era un arma criminal o un instrumento para demostrar la potencia. Los pacientes lograban eyacular oprimiendo sus genitales contra el colchón, mientras el cuerpo estaba “como muerto”. O estrujaban el pene con la toalla, lo apretaban entre las piernas o lo friccionaban contra el muslo. Solo una fantasía de violación podía producir la eyaculación. En multitud de casos no se permitía que la eyaculación ocurriera hasta después de una o varias interrupciones, pero de todos modos, en este grupo el pene ponías en erección y actividad.

                            En el segundo grupo en cambio, no había ni conducta ni fantasías susceptibles de llamarse genitales. Los pacientes estrujaban sus penes fláccidos o se estimulaban el ano con los dedos o trataban de agarrar el pene con la boca o hacerle cosquillas por detrás de los muslos. Tenían fantasías de ser azotados, atados, torturados, o de comer materia fecal. O fantasías de que se les chupara el genital, en cuyo caso este representaría un pezón. Resumiendo, si bien tales fantasías usaban de algún modo el órgano genital, eran sin embargo fantasías con un objeto no genital. Había que contentarse, decía, con el hecho de que los recuerdos infantiles aparecieran en forma de fantasías, basado en las cuales podía reconstruirse la situación originaria.  

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