COmte, Lakatos
Enviado por SakLo • 18 de Abril de 2014 • 3.147 Palabras (13 Páginas) • 306 Visitas
COMTE: DISCURSO SOBRE EL ESPÍRITU POSITIVO
Comte define la filosofía como la doctrina general de los conocimientos humanos, sin embargo al añadirle el calificativo positiva, identifica el conocimiento humano con los conocimientos aportados por las ciencias, puesto que un saber que no se funde en hechos observados es pura ficción y engaño. La Filosofía Positiva consiste en la sistematización enciclopédica del saber positivo. Como doctrina es un saber universal que sintetiza todas las ciencias y como método se aplica a cualquier conocimiento que proceda de la observación empírica y de la elaboración de sus datos por la razón. También consiste en considerar todos los fenómenos como sujetos a leyes naturales invariables, cuyo descubrimiento preciso y la posterior reducción al menor número posible constituyen la finalidad de nuestros esfuerzos. Esta considera como absolutamente inaccesible y vacía de sentido la búsqueda de lo que llaman causas, sean estas primeras o finales. En las explicaciones positivas no se tiene el más mínimo interés de exponer cuales son las causas generadoras de los fenómenos, ya que esto retrasaría la dificultas, en cambio, pretender analizar con exactitud las circunstancias de su producción y coordinar unos fenómenos con otros, mediante relaciones normales de sucesión y de similitud. La filosofía positiva trata de considerar cada ciencia fundamental en sus relaciones con el sistema positivo entero, y con el espíritu que las caracteriza, es decir, bajo el doble aspecto de sus métodos esenciales y de sus principales resultados.
Superioridad mental del espíritu positivo. Ley de la evolución intelectual de la humanidad.
En esta doctrina nos habla acerca de todas nuestras especulaciones, sea la que sea, tienen que pasar sucesivamente e inevitablemente por tres estados teóricos diferentes. El primer estado debe ser concebido como provisional y preparatorio; el segundo no tiene más que un simple destino transitorio para conducir gradualmente al tercero, en éste radica el régimen definitivo de la razón humana.
Estado teológico o ficticio: En su primera fase, todas nuestras especulaciones manifiestan espontáneamente una predilección característica de por las cuestiones más insolubles, por los temas más inaccesibles a toda investigación decisiva. La inmediata es el fetichismo, consiste sobre todo en atribuir a todos los cuerpos exteriores una vida análoga a la nuestra pero en su mayoría más poderosa. En la segunda fase, constituye el politeísmo. La filosofía inicial experimenta la más profunda transformación que pueda registrarse en el conjunto de su destino real, o sea que al fin se retira la vida a los objetos materiales para ser ahora seres ficticios. En la tercera fase teológica es el monoteísmo, el cual comienza la declinación de la filosofía inicial; sufre desde entonces una rápida decadencia intelectual. Los modernos han tenido que proclamar la imposibilidad de fundar ninguna teoría sólida sin un suficiente concurso de observaciones convenientes. Se puede demostrar cómo fue que el espíritu teológico tuvo que ser durante mucho tiempo, indispensable para la combinación permanente de las ideas morales y políticas, porque los fenómenos correspondientes no podrían adquirir un desarrollo característico sino después de un avance muy prolongado de la civilización humana.
Estado metafísico o abstracto: Tal es la participación especial del estado metafísico propiamente en la evolución fundamental de nuestra inteligencia, que con todo cambio brusco puede así elevarse casi insensiblemente del estado puramente teológico al estado positivo, aunque esta situación equívoca esté mucho más cerca del primero que del último. La metafísica como la teología, trata sobre todo de explicar la naturaleza íntima de los seres, el origen y el destino de todas las cosas, el modo esencial de producción de todos los fenómenos; pero en lugar de operar con los agentes sobrenaturales los reemplaza cada vez más por esas entidades o abstracciones personificadas, cuyo uso ha permitido designarla como ontología. La eficacia histórica de estas entidades resulta directamente del carácter equívoco, ya que en cada uno de estos seres metafísicos, el espíritu puede a voluntad, ver una verdadera emanación del poder sobrenatural, o bien una simple denominación abstracta del fenómeno considerado. Entonces ya no es la pura imaginación la que domina, sino que interviene en gran medida el razonamiento y se prepara confusamente al ejercicio verdaderamente científico. Por su carácter contradictorio, el régimen metafísico u ontológico se encuentra siempre en esa inevitable alternativa de tender a una vana restauración del estado teológico para satisfacer las condiciones del orden, o impulsar a una situación puramente negativa a fin de librarse del dominio opresor de la teología.
Estado positivo o real: Considerada en primer término la más antigua y corriente, la palabra “positivo” designa lo real, en oposición a lo quimérico. En este sentido le conviene al nuevo espíritu filosófico. El único carácter esencial del nuevo espíritu filosófico que no está todavía indicado directamente por la palabra positivo, consiste en su tendencia necesaria a sustituir en todo lo absoluto por lo relativo. La nueva filosofía puede siempre apreciar el valor propio de las teorías más opuestas a ella sin tener consecuencias en la claridad y firmeza de sus puntos de vista y decisiones.
1er. Carácter principal: La ley o subordinación constante de la imaginación a la observación: La revolución fundamental que caracteriza la virilidad de nuestra existencia consiste esencialmente en sustituir en todo lo inaccesible la determinación de las causas propiamente dichas, por la simple averiguación de las leyes, o sea, de las relaciones constantes que existen entre los fenómenos observados. Trátense de los menores o de los más sublimes efectos del choque y del peso, lo mismo que del pensamiento y de la moralidad, nosotros no podemos conocer verdaderamente más que las diversas relaciones mutuas propias de su conocimiento, sin penetrar nunca en el misterio de su producción.
2do. Carácter principal: Naturaleza relativa del espíritu positivo: No solo nuestras investigaciones positivas deben esencialmente reducir, en todo, a la apreciación sistemática de lo que es, renunciando a descubrir su origen primero y su destino final, sino que importa además darse cuenta de que ese estudio de los fenómenos, lejos de poder llegar en modo alguno a ser absoluto, debe ser siempre relativo a nuestra organización y nuestra situación. Reconociendo en este doble aspecto la imperfección necesaria de nuestros diversos medios especulativos, se ve que, lejos de poder estudiar completamente ninguna existencia efectiva, podríamos garantizar
...