Cartas 69,70,71 Freud a Fliess
Enviado por Vicky López • 12 de Julio de 2016 • Apuntes • 3.767 Palabras (16 Páginas) • 3.220 Visitas
Exposición en clase de las Cartas 69, 70 y 71 a Fliess
(En Publicaciones pre psicoanalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud (1886-1889), T.I, AE, págs. 301-308)
Por Virginia López
Introducción
Las ideas centrales de las cartas enviadas a Fliess en 1897 (Carta 69, 70, 71, Freud, 1950), que marcarán un viraje en el pensamiento freudiano, revelan unos de los descubrimientos más significativos en su teoría: el incipiente alejamiento de la teoría del trauma real (primer teoría de las neurosis) y el pasaje o desarrollo de la segunda teoría de las neurosis, donde proclama el importante papel de la fantasía sexual infantil en la vida psíquica y en la causación de la neurosis (Carta 69, Freud, 1950), lo que habilitará al descubrimiento del Complejo de Edipo (Carta 71, Freud, 1950), así como de lo que más adelante, será la Sexualidad Infantil. En la primera teoría, el trauma es un hecho real, una agresión real que tiene que ver con el abuso sexual, en la segunda teoría se sustituye el hecho fáctico por una fantasía de naturaleza sexual (el niño fantasea una situación sexual con el adulto). Y allí cobra sentido el concepto de realidad psíquica. Este proceso llevará aproximadamente 8 años. No obstante, la expresión pública de este hecho será recién en 1906 en su trabajo “Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis”.
Las cartas que se exponen a continuación y que fueron conservadas por Fliess y cuya publicación póstuma representan el esbozo de lo que a posteriori se conocería como la segunda teoría de las neurosis, donde Freud anuncia, por primera vez, sus dudas acerca de la etiología traumática de las neurosis.
Antes de adentrarnos en ellas, cabe la aclaración, como dato importante en el caso de que se quisiera ir a carta completa, que las cartas 69, 70 y 71 de las Obras Completas, corresponden a algunos extractos de las cartas enviadas a Fliess y cuyos originales, más extensos, los podemos encontrar en el libro compilado por Masson y Bonaparte (Cartas a Fliess, de Editorial Amorrortu) donde se sigue el orden cronológico de las mismas. Si bien Strachey le adjudica una numeración diferente en la Standard Edition, la carta 69, se correspondería en la obra mencionada, a la N° 139, la 70 a la N°141 y la 71 es la que aparece con el N°142.
Contexto
Habría de pasar un año desde el trabajo escrito con Breuer sobre “La etiología de la histeria” (1896), para el inicio de su selbstanalyse traducido como autoanálisis, en el verano del 1887, que se gesta a través del intercambio epistolar con Fliess. Luego del alejamiento de Breuer, quien fuera su mentor y maestro, Freud desarrolla con el otorrinolaringólogo judío Wilhem Fliess (1858-1928) una estrecha amistad, con quien compartía intereses científicos y será su fiel confidente durante los años 1887 y 1904, momento en el cual se produce la ruptura de la relación.
Hasta entonces, apoyándose en la teoría del trauma, Freud consideraba que la etiología de la histeria podíamos encontrarla en un momento determinado de la historia del sujeto, en la cual un evento real de naturaleza sexual que sucedió en la vida del sujeto, concretamente en la infancia. Cuando hablamos de trauma, hablamos de ruptura, y al producirse, tuvo un efecto disruptivo, que rompió la continuidad de la vida psíquica, tal como venía siendo y fue apartado de la conciencia, sofocando el afecto a él asociado. Pasada la pubertad, sucedía un acontecimiento que mantenía algún tipo de ligazón con el recuerdo reprimido y que aparecía representándose en un síntoma. Al desalojar de la conciencia aquel evento original, el recuerdo reprimido queda sofocado, hasta que un hecho posterior, le da una significación particular y deviene en traumático, dando como resultado el síntoma. Eso que es desalojado de la conciencia, por inconciliable, en la primer teoría, corresponde a un recuerdo real, en la segunda teoría es la fantasía.
Según Gay, “el abandono de la teoría de la seducción en el otoño de 1897 no supuso que cambiara de posición. Por el contrario, ello le permitió rastrear los anhelos y desengaños sexuales hasta llegar a las fantasías infantiles” (Gay, 1988, p.175). Freud no renuncia a la teoría del trauma, sino que la secundariza, la pone en segundo plano, pero nunca la abandona y más tarde la retomará en trabajos posteriores.
Carta 69
El 21 de setiembre de 1897 Freud escribía: “[…] Y enseguida quiero confiarte el gran secreto que poco a poco se me fue trasluciendo en las últimas semanas. Ya no creo más en “mi” neurótica”. (Carta 69, Freud, 1950). Cabe mencionar, que en la traducción de López Ballesteros aparece “ya no creo más en mis neuróticas” por lo que esta cita, ha dado lugar a creer, en algunos casos, que Freud se refería a su incredulidad en sus pacientes histéricas, sin embargo en el desarrollo y análisis de su obra, puede suponerse que se está refiriendo con “mi” neurótica, a su progresivo escepticismo en su Teoría del trauma, aún cuando aquellas estarían comprendidas dentro de él.
Sin embargo, es destacable la apreciación que realiza Masson en su libro en cuanto a la interpretación que a posteriori se le diera a esta frase por la sociedad psicoanalítica de la época (incluso por Marie Bonaparte): “…como podemos advertir leyendo la carta, Freud no dijo que fuese una mentira (de sus histéricas) y sin embargo, generaciones de psicoanalistas habrían de entenderlo así.” (p.121).
Dirá Ernest Jones sobre lo que anuncia Freud en la carta: “Era la espantosa verdad de que la mayor parte –no todas- de las seducciones en la infancia que sus pacientes le habían revelado, y sobre las que había edificado la totalidad de su teoría de la histeria, no habían acontecido.” (Tomo I, p.292).
Seguidamente, expone los motivos por los cuales abandona su pensamiento anterior. El primer grupo de motivos de este abandono, tiene que ver con sus desilusiones al llevar a cabo la consumación efectiva de su propio análisis, el descreimiento del campo médico de la época con relación a su teoría, la demora en el éxito esperado por Freud donde cabía la posibilidad de explicar los éxitos parciales de otro modo.
En segundo lugar, era poco creíble, dirá Freud a Fliess, que acciones perversas realizadas en perjuicio de niños gozaran de tanta generalidad en las pacientes histéricas “en todos cuyos casos debiera observarse idéntica condición”, siendo poco probable que la perversión contra niños estuviera difundida hasta ese punto, en especial teniendo en cuenta “que en todos los casos el padre hubiera de ser inculpado como perverso, sin excluir a mi propio padre” y fuera el causante de tales acciones. De igual forma plantea, la imposibilidad de distinguir en lo inconsciente “la verdad de la ficción investida con afecto”, por lo que concluye que la explicación radica en que “la fantasía sexual se adueña casi siempre del tema de los padres”.
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