Caso Signorelli

Freud comienza diciendo que el hecho que lo condujo a considerar la profundidad de este fenómeno del olvido temporario de nombres propios fue observar que en la mayoría de los casos no sólo se produce un olvido, sino un recuerdo falso. En el empeño por recuperar un nombre así olvidado, acuden a la conciencia otros –nombres sustitutivos- y estos, aunque discernidos enseguida como incorrectos, se intentan imponer una y otra vez.

El ejemplo que elige en 1898 para analizar es el del olvido de un nombre propio que le ocurre al mismo Freud. Cuando se empeñaba en recordar el nombre del artista que en la Catedral de Orvieto pintó los frescos sobre las “Cosas últimas”. En lugar del buscado (Signorelli) se le imponían otros dos nombres de pintores –Botticelli y Boltraffio- que él los rechazaba por incorrectos.

Freud afirma entonces que el olvido temporal de un nombre queda aclarado a partir de pensar el tema que lo precedió y se da a conocer como una perturbación del nuevo tema que emergía por el precedente. Poco antes de preguntarle a su compañero de viaje si ya había estado en Orvieto, conversaban acerca de las costumbres de los turcos que viven en Bosnia y Herzegovina, mientras contaba lo que le había dicho un colega que ejerció entre esa gente, y era que suelen mostrar total confianza ante el médico y total resignación ante el destino. Cuando es necesario anunciarles que el enfermo no tiene cura, ellos respondían: “Herr (Señor), no hay nada más para decir. ¡Yo sé que si lo pudiera salvar lo habrías salvado!” En estas frases ya se encuentran las palabras y nombres: Bosnia, Herzegovina, Herr, que se pueden interpolar en una serie asociativa entre Signorelli y Botticelli – Boltraffio.

Freud no puede considerar este olvido como un hecho casual porque es causal. Fueron unos motivos lo que lo hicieron interrumpirse en la comunicación de sus pensamientos sobre las costumbres de los turcos e impedir que se hicieran concientes otros recuerdos que asociándose a los anteriores lo hubieran conducido hasta la noticia recibida en Traffoi.

Lo que deseaba olvidar no era el nombre del pintor (Signorelli), pero tenía relación con lo que sí quería olvidar.

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