Circe La Encantadora

Circe la encantadora

Cuauhtémoc Borges Aguilar

Profesor Investigador del Tec de Monterrey

Campus Estado de México

Hablar de Circe es hablar de muchas clases diferentes de mujeres cuya conducta externa es variada y contradictoria.

Circe es una mujer soltera o casada , urbana y con ímpetus de coleccionista. ¿Qué colecciona? ¡Hombres!, de preferencia atractivos, como si fueran obras de arte solo para cansarse de ellos cuando pase la novedad. Puede tomar la forma de la amargada superviviente de un divorcio o muerte del cónyuge, pude tomar la forma de la fóbica que debido a las experiencia tomadas de su propia familia decide que del hombre hay que desquitarse, a veces puede ser una mujer madura que esta envejeciendo y que asiste a “fiestas” donde potencialmente cualquiera de los asistentes puede hacer “match” con sus necesidades; puede ser la joven de origen extranjero que mantiene una posición de mesura en su trabajo pero fuera de él se convierte en devoradora.

Lo que comparte estas figuras es su concepción respecto al género masculino y las actitudes que de ello se derivan. Para las Circes, los hombres no son individuos, mas bien son una especie de seres necesarios que, aunque amenazadores, habitan en el mundo fronterizo entre lo interno o psíquico y lo externo de las personas y la cosas.

Para estas personas el sexo no se refiere al placer sexual derivado de las sensaciones físicas y estimulación psíquica, para ellas el sexo es un vehículo a través del cual se validan y obtienen reafirmación de su identidad y reviven su lucha original. ¿Cuál lucha?, aquella que se deriva de la eterna diferencia entre hombres y mujeres.

Su obsesión constituye ,la piedra angular de su juego y se traduce en una búsqueda continua de emociones donde el hombre es premio y peón al mismo tiempo. De esta manera podemos comprender cómo ,tal desasosiego psíquico, se traduce en promiscuidad ,dando con esto, una válvula de escape.

Para muchas Circes, hablar de amor carece de sentido. En su lugar se emplean términos como free, detalle, quever, etc. para referirse al otro que las valida como súper hembras. Y parecen ignorar los pequeños detalles que construyen el fenómeno del amor como las pequeñas idiosincrasias de la pareja, esos distintivos de los que nos enamoramos: tono de voz, forma de hablar, la manera de tomar agua, etc. Las Circes parecen ignorar esos aspectos; describen a los hombres en sus vidas en términos que son a la vez entusiastas y borrosos, como si los vieran con los ojos cerrados a través del resplandor del sol. Para esas mujeres, los hombres existen solamente como productos secundarios alucinatorios de una excitación erótica.

Circe, aunque no habla de amor, si puede enamorarse una y mil veces, al mismo tiempo. Tiende a enamorarse no de reales, sino de criaturas de la fantasía que, cuando por fin se ven “expuestos”

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