Como orientar a padres de un hijo con discapacidad

Como orientar a los padres de un hijo con discapacidad

Ser el padre de un niño con discapacidad no debe ser diferente al padre con un niño “normal”, al menos eso deberían de ver las demás personas.

La mayor diferencia entre uno y otro,  es que, luego de superar la noticia, al enterarse de que su hijo tiene discapacidades o bien, una enfermedad, va a notar que el trabajo es más alto, más importante. Sin embargo es un “proceso” el cual es adaptación, según esto es algo como un estado de “shock”, en el cual los padres se lamentan por no tener un niño “perfecto” que se imaginaron durante la gestación. Enseguida del “shock” llega la negación, la cual los padres niegan que su hijo tiene discapacidad, buscando opiniones de más médicos, especialistas, etcétera. Después llega la ira y la desesperación, para después obtener la aceptación.

Este proceso, de: shock, negación, ira y aceptación; está basado en una teoría, según especialistas, médicos, terapeutas… etc. Es posible que varios padres tengan este tipo de sentimientos.

Siempre va a ser positivo todo lo que sea el tener una buena red social de apoyo (familiares, vecinos) tanto para el apoyo material como moral. Un buen orden y reparto en las actividades y relaciones en el seno de la familia, supone un tejido más fuerte que va a aguantar mejor la crisis. Muchas veces puede ocurrir que no se cuestione el rígido reparto de roles (que en cualquier caso podría ser criticable) entre marido y mujer, incluso en el caso en el que las tareas de la madre se vean incrementadas por los problemas específicos del hijo con discapacidad. Pero en cambio esto debería de ser algo que lleve a la familia y a la sociedad en general a valorar más la vida, ya que nadie sabe en qué momento puede cambiar por una discapacidad, los padres deberían de esperar a sus hijos con el mismo cariño que se espera a cualquier hijo o a cualquier ser querido, no deben verlo como una carga o un castigo, y mucho menos culpar al niño o tratarlo de un modo grosero, porque los niños que poseen una o varias discapacidades son quienes menos culpa tienen de haber nacido o haber adquirido esta condición.

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