Conciencia Animal By G3
Enviado por itzg3 • 27 de Noviembre de 2013 • 11.296 Palabras (46 Páginas) • 308 Visitas
En nuestras sociedades existen animales de compañía, de crianza y animales
de labor. Los primeros son amados pero, con frecuencia, cuando estorban,
son abandonados en vacaciones. Los segundos son transportados y muertos
de modos terroríficos. Los últimos desaparecen cuando dejan de ser útiles, y
son sustituidos como muñecas viejas por juguetes nuevos. Desde Descartes,
se piensa que los animales carecen de conciencia, siendo autómatas biológicos
sin mente. Esto reduce sus derechos: Ante su dolor no siempre sentimos
empatía. Las campañas por los derechos de los animales son consideradas
una tontería por muchos mientras haya un ser humano que pase hambre. Este
juicio estúpido presupone que hay un orden de solución de los problemas y
una incompatibilidad entre «salvar» la humanidad y salvar a los animales. Hoy
día la palabra animal sigue siendo un insulto en nuestro lenguaje. Un perro
no es un ser humano, pero igual que existen los derechos humanos aplicables
en principio a cualquier miembro de la especie, por indeseable que sea,
deberían existir unas normas de conducta respecto a los animales, sin entrar
en la discusión sobre si tienen o no deberes y derechos. Normas de conducta
humana que ayudaran a su calidad de vida y disminuyeran su sufrimiento
gratuito, sobre todo si, como parece, su inteligencia y su capacidad de sentir
son tan sorprendentes.
la inteligencia
animal
capítulo 3
LA INTELIGENCIA ANIMAL •
La conciencia animal
o el gato con botas
Creo que podría retornar y vivir con los animales, ellos son tan plácidos y autónomos
Me detengo y los observo largo rato.
Ellos no se impacientan, ni se lamentan de su situación.
No lloran sus pecados en la oscuridad de un cuarto.
No me fastidian con sus discusiones sobre sus deberes hacia Dios.
Ninguno está descontento. Ninguno padece la manía de poseer objetos.
Ninguno se arrodilla ante otro ni ante los antepasados que vivieron hace milenios.
Ninguno es respetable o desdichado en toda la faz de la tierra.
Así me muestran su relación conmigo y yo así lo acepto
Walt Whitman. Creo que una brizna de hierba…
«Es un hecho extraordinario que cada uno de nosotros se encuentra, durante toda la
vida, encerrado en una capa de color rosáceo, negro o marrón, que llamamos la piel.
Dentro de esta piel –aparentemente justo detrás de nuestros ojos– reside un «yo». El
«yo» es único. Nunca un «yo ajeno» puede compartir con el mío una experiencia desde
el interior de la piel. Siempre estamos «dentro» y sólo podemos conocer a otros
«yo-s», observando el exterior de sus pieles.»1
Marian Stamp Dawkins: Through Our Eyes Only?
Matej Hochel y Emilio Gómez Milán
Cuando leí por primera vez estas líneas,
despertaron en mí una extraña
sensación, entre fascinación y repulsión.
Me quedé perplejo ante esa misteriosa
imagen del «yo» encarcelado en un cuerpo
humano, protegido de las curiosas miradas
de otros y a su vez destinado a permanecer
eternamente solo dentro de la piel. Pero en
el mismo instante de lectura, me di cuenta
de la paradoja: Pese a poseer ese «yo»
aislado en el interior de la cabeza, estaba
sintonizando con las palabras de Marian
Dawkins, creyendo comprender precisamente
el significado que me quería transmitir.
Quizás a ustedes ahora mismo les está
ocurriendo algo parecido. Aunque no pueden
revivir mi experiencia subjetiva directamente,
desde dentro de mi piel, están percibiendo y
compartiendo conmigo una amplia gama de
sensaciones y significados. Todos somos, en
cierto sentido, prisioneros del propio cuerpo,
pero la mayoría no nos sentimos como
tales. Compartimos con nuestros congéneres
pensamientos, ideas y emociones y, al mismo
tiempo, damos por supuesto que los otros
comprenden nuestras intenciones, sentimien•
LA CONCIENCIA
LA INTELIGENCIA ANIMAL •
tos, etc. Actuamos «como si» supiésemos lo
que ocurre en el interior de otras personas,
rompiendo así la intimidad de sus pieles.
¿De dónde emerge esa intuición de «saber»
cómo se sienten otros en su pellejo? Como
yo tengo conocimiento de mis experiencias
subjetivas, bajo la suposición implícita de que
el resto de las personas son seres parecidos
a mí, les asigno la misma capacidad. En
otras palabras, soy consciente e infiero que
ustedes también lo son. Atribuir la conciencia
a otros seres humanos parece ser de pura
lógica debido a la evidente semejanza entre
mí y el resto de las personas. Pero en realidad
nunca puedo estar totalmente seguro
de que las gentes que me rodean no son
unos autómatas cuya conducta es el resultado
de programas complicados, implantados
en sus cerebros. ¿Les parece una hipótesis
extravagante? Sí lo es, pero sigue siendo
lógicamente viable. Ahora bien, para explicar
todo el universo de conductas que exhiben
los seres humanos es mucho más razonable,
más elegante y más económico, aceptar que
detrás de las frentes de mis congéneres pulsa
una actividad mental consciente. ¿Por qué
alguien iba a buscar instintos innatos (programados)
de infinita complejidad para explicar
el comportamiento humano, si la existencia
de una conciencia inteligente proporciona
una solución clara y sencilla?
Por supuesto, no hemos realizado todo
este ejercicio mental sólo para concluir que
los humanos son seres conscientes. Mi objetivo
es extender la reflexión más allá de nuestra
especie y preguntar: ¿Existe la conciencia
en los animales no humanos? Hay quienes
consideran a los animales como organismos
reactivos, guiados por impulsos impresos en
su cerebro gracias a la herencia. ¿Es el mundo
animal tan sencillo como para que una
simple batería de instintos sea suficiente para
enfrentarse con él? Como hemos visto, en el
caso de nuestros congéneres inferimos la inteligencia
a partir de la conducta inteligente.
¿Por qué no usar la misma lógica en el caso
de los animales? Durante mucho tiempo, en
la ciencia moderna dominaba la opinión
...