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Contra la estupidez


Enviado por   •  20 de Enero de 2013  •  499 Palabras (2 Páginas)  •  424 Visitas

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Contra la estupidez

A veces preferimos engañarnos. Creer que el mundo no está regido por la estupidez, sino por una racionalidad que no alcanzamos a entender. Que si los gobernantes y los organismos internacionales toman decisiones que nos parecen absurdas no es por falta de inteligencia, sino porque tienen una visión de conjunto. Saben cosas que nosotros sólo alcanzamos a ver retazos de realidad, y tienen un as bajo la manga por lo que, al final, todo saldrá bien. Quizá nuestra opinión no es tan acertada como pensamos —todas las opiniones son relativas— y si nos asalta la idea de que muchas de las decisiones que se toman son fruto de la estupidez, quizá sea por falta de humildad y de confianza en el ser humano.

No siempre podemos engañarnos. Hay días en que nuestra ingenuidad y benevolencia llegan al límite, y nos damos cuenta de que nuestra lucidez es lúcida. Que la reforma educativa no elevará la calidad de la educación porque su verdadero objetivo es político, no pedagógico. Que las medidas económicas que han llevado a otros países a la quiebra no tienen por qué funcionar aquí. Días en que tenemos que reconocer que las medidas que toma el presidente no son estrategias, sino una combinación de falta de criterio y de conocimiento, que los delitos electorales seguirán encubiertos, a pesar de los pesares. Que el número de los "daños colaterales" seguirá incrementándose. Que no existe ninguna lucha contra la corrupción, sino un discurso que pretende ocultarla. Que la ONU, el Banco Mundial y los banqueros no buscan el bienestar de los pueblos, sino aplicar el modelo neoliberal que ha llevado a los países a la bancarrota. Que la pobreza aumenta a un ritmo mayor que las declaraciones.

Ante esta realidad ineludible, sólo nos queda luchar. Luchar contra la estupidez. ¿Pero cómo? La estupidez es contagiosa, se multiplica en forma geométrica, es tan inconsciente que puede dañar a miles con una simple sonrisa. Se filtra en forma imperceptible hasta en las inteligencias más destacadas y a menudo es difícil reconocerla. La estupidez repetida se convierte en sabiduría popular, en fórmulas políticamente correctas, en formas de vida, en tema de encuestas de los noticieros. Para colmo, los estúpidos siempre se rodean de estúpidos, impidiendo así que la inteligencia los roce, aunque sea de pasada. Y si por lo menos supiéramos que la estupidez está siempre en los otros… pero a veces reside aquí, en mi casa, en mi cuerpo, en muchas de mis decisiones. Si no me la muestran, no logro verla. Hasta que sufro las consecuencias. O las sufren otros.

De todas maneras, tenemos que luchar. No contra las estupideces cotidianas y vulgares, sino contra aquellas que nos conducen a la sinrazón y a aceptar el absurdo; aquellas que constituyen un mal o que sublevan a la razón. Luchar; en otras palabras, desear con desesperación. Decir no a la estupidez

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