Cosas
Enviado por isidoraespina • 9 de Diciembre de 2012 • Informe • 318 Palabras (2 Páginas) • 274 Visitas
segunda etapa, si muchos que parecían seudo‐enunciados
eran en realidad enunciados. Ha llegado a sostenerse corrientemente que
muchas expresiones, que parecen enunciados, o bien no son formuladas en
absoluto para registrar o suministrar información directa acerca de los hechos, o
tienen ese propósito sólo en parte. Por ejemplo, las “proposiciones éticas” quizá
persiguen manifestar emociones, exclusiva o parcialmente, o bien prescribir
conducta o influirla de maneras especiales. También aquí Kant se cuenta entre los
pioneros. A menudo, también usamos expresiones en modos que, por lo menos,
están más allá del ámbito de la gramática tradicional. Se ha llegado a advertir que
muchas palabras especialmente desconcertantes, incluidas en enunciados que
parecen ser descriptivos, no sirven para indicar alguna característica adicional,
particularmente curiosa o extraña, de la realidad, sino para indicar (y no para
registrar) las circunstancias en que se formula el enunciado o las restricciones a que
está sometido, o la manera en que debe ser tomado, etc. Pasar por alto estas
posibilidades, tal como antes era común, es cometer la llamada falacia
“descriptiva”. Quizás esta no sea, empero, una buena denominación, puesto que
“descriptiva” es, en sí misma, una palabra específica. No todos los enunciados
verdaderos o falsos son descripciones; por esta razón prefiero usar la palabra
“constatativo”*. Siguiendo esta línea se ha mostrado, fragmentariamente hasta
ahora, o por lo menos se lo ha presentado como probable, que muchas perplejidades
filosóficas tradicionales han surgido merced a un error: el error de
tomar como enunciados fácticos lisos y llanos a expresiones que son sinsentidos de
maneras interesantes, aunque no desde un punto de vista gramatical, o bien que
han sido formuladas con un propósito diferente.
Cualquiera sea nuestra opinión acerca de alguno de estos puntos de vista y
sugerencias, y por mucho que podamos lamentar la confusión inicial en que la
doctrina y el método filosófico fueron sumergidos, no se puede dudar que aquéllos
están produciendo una revolución en filosofía. Si alguien desea llamarla la mayor y
más saludable revolución en toda su historia, esta no sería, después de todo, una
pretensión desmesurada. No debe sorprender que los
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