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Crimen Y Castigo


Enviado por   •  30 de Abril de 2013  •  2.668 Palabras (11 Páginas)  •  407 Visitas

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El Texto nos presenta dos ideas centrales, en marcadas dentro de dos términos y la concepción que se tienen sobre cada uno de ellos, los cuales quizá en su mismo nombre no son muy conocidos en nuestra época, pero desde su significado pueden ser ampliamente trabajados en el común de nuestros días; ellos son la Eudaimonía y la Areté; los que llevados a nuestra cultura actual traducen felicidad y virtud, respectivamente.

Siendo así la eudaimonía (felicidad), la satisfacción o el placer, con lo cual los Griegos definían sus proyectos de vida. En torno a este tema se tejieron hermosísimas discusiones entre los grandes filósofos Griegos, cada uno defendía su punto de vista y motivaba las razones que en su sentir dieran luces a los individuos para encontrar el camino hacia ese estado de plenitud y satisfacción constante que era la eudaimonía. La búsqueda insaciable de la “felicidad”, es orientada hacia ciertas cosa, ejemplo de ello no lo muestra Sócrates, quien manifestaba que la Felicidad se alcanzaba en la ciudad, pues el hombre tiene como naturaleza ser social, “Animal Social”, es por tal razón que cada mandatario deberá darle organización y sentido a cada persona, ubicándolo en el sitio que le corresponde.

En lo referente a la virtud, más que un estado del hombre, es ese conjunto de cualidades que lo hacen único, generalmente las cualidades virtuosas son aquellos valores en sentido positivo que identifican a un individuo, en la actualidad podríamos traducir que es virtuoso un individuo que tiene un comportamiento intachable, es inteligente, es habilidoso para cierto tipo de actividades y además sabe comportarse en sociedad, veamos como desde la cultura griega hasta nuestros días la virtud busca que un individuo sea integral, que sea justo, y del mismo modo que la justicia, que sea perfecto. Aristóteles, avista y describe la virtud, desde un extraordinario sentido práctico, señalando las vías que llevan a ella, siendo los cimientos del carácter humano y sus fenómenos, yaciendo para este filósofo “aquella actitud de nuestro querer que se decide por el justo medio, y determina este medio tal como suele entenderlo el hombre inteligente y juicioso”.

Ahora bien el criterio personal sobre el tema abordado, conlleva a dar un enfoque desde la persona misma, desde su naturaleza. Por una parte Sócrates parece tener razón al enunciar que los seres humanos somos sociables por naturaleza, es así como se puede indicar que esto no parece ser parte solo de la especie humana, sino de muchas otras especies, pues si nos detenemos a observar el comportamiento de casi toda especie viva, encontraremos que en cada una se da cierto tipo de relaciones, que si bien no son de afecto, son de necesidad de cooperación, o de simple supervivencia. Nuestro mundo es un mar de diversidad y es precisamente de esas diferencias que suele provenir la virtud, esta, claro está desde mi propio enfoque, más arrimada a condiciones netamente humanas, pues la misma requiere de un raciocinio propio de nuestra especie, pero a su vez no se distancia de la importancia que tiene en alcanzar esa felicidad que parece ser la razón de la existencia misma.

En tal sentido, si el hombre lo que en efecto busca es la felicidad, la misma seguramente no se alcanza desde los mismos horizontes, ya que esta se alcanza de acuerdo a las necesidades de cada especie, ejemplo de esto es la felicidad de un felino, la cual sería mantenerse lleno, la de obtener su alimento. Es en ese punto donde el hombre al ser diverso, genera expectativas diferentes a la hora de pensar en “que quiero”, “que me hace feliz”; lo que entra en conflicto mayor, cuando cada vez cambiamos ese querer por uno nuevo, diría entonces que la felicidad es efímera como el viento, la felicidad se transforma cada vez que se cree que por fin se ha logrado, por lo tanto podría decirse que la felicidad es una necesidad constante, insaciable e inalcanzable, sumada a un deseo de satisfacción, por lo cual podría pensarse que la felicidad es e utópica, toda vez que no podría considerarse un estado sino una necesidad, un motor que impulsa a cada individuo a luchar por lo que quiere y cree que lo puede hacer feliz.

Por el contrario, podría pensarse que las virtudes se potencializan y emergen de manera diferente, pues son ellas las que permiten idealizar el contexto de “ser feliz”. Cuando nos detenemos a apreciar durante cierto lapso de tiempo nuestra conducta diaria, podemos descubrir en escena, una serie de fuerzas egocéntricas que nos obligan a reaccionar mecánica y automáticamente, ante una palabra de burla, ofensa o engaño. Esto refleja la capacidad reflexiva que se alberga en nuestra mente, empero nuestro subconsciente es tan variable que tranquilamente se podría pasar en un instante de la ira a la paciencia, de la codicia a la caridad, de los celos al amor consciente, los deseos de venganza al perdón incondicional.

Definir cuál es la idea más acertada, o encontrar el camino correcto para alcanzar la felicidad y potencializar la virtud, es difícil, ya que estas se encuentran ligadas a deseos y necesidades propios de cada ser humano, no va tener el mismo grado de virtud aquel niño que creció dentro de un núcleo familiar funcional, con una figura paterna y materna equilibrada, que constantemente proveía cuidados y amor, que aquel pequeño que creció dentro de una familia disfuncional, rodeado de maltratos y necesidades económicas y emocionales. En tal sentido no será el mismo deseo de felicidad el que albergue cada uno de ellos, ya que el desarrollo de virtudes que cada uno tuvo, se dio de manera diferente, mientras que para uno fueron positivas, para el otro fueron positivas porque fue lo único que conoció fueron las raíces que se desarrollaron en su ser para la sociedad en general fueron virtudes negativas que tendrán gran incidencia en su desarrollo como adulto, mientras para el primero su felicidad puede ser de carácter económico, educativo y profesional, para el segundo su felicidad puede radicar más en un plano afectivo, felicidad que se lograra y perderá cuando alcancen lo que busquen.

Otro ejemplo que se citará para ilustrar el tema que venimos desarrollando, es un caso real, una situación a la que en la actualidad se ven enfrentadas muchas personas, en este aparte retomaremos las posiciones de Sócrates y Aristóteles para interrelacionarlos con el caso que corresponde al tema que se propuso como ejemplo para ilustrar las dos ideas que venimos desarrollando en este escrito.

Mariana tiene 33 años era una deportista consagrada, tenía un grupo de danza el cual hacia presentaciones por toda la ciudad, aparte de eso enseñaba a niños de escasos recursos entre ellos juan y pedro los cuales apadrino y que padecen soriasis viral, hace un año mariana fue diagnosticada con cáncer terminal de medula, con

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