Desarrollo Psiocomotriz
Enviado por carolinachavez • 24 de Mayo de 2013 • 2.105 Palabras (9 Páginas) • 289 Visitas
DESARROLLO PSICOMOTRIZ 0-12 :
Durante el primer año de vida, el niño desarrolla con rapidez sorprendente la capacidad perceptiva y las habilidades motrices. En un período relativamente corto, tan sólo un año, aquel pequeño ser que movía, sin coordinación alguna, manos, pies y ojos en la cunita, y que no era capaz siquiera de mantener erguida la cabeza, logrará coordinar los sentidos con los músculos y el cerebro para convertir los reflejos innatos en actos voluntarios dirigidos a un fin concreto. Será capaz de moverse hacia un objeto, agarrarlo y soltarlo a voluntad, sostenerse sentado, gatear, arrastrarse y -finalmente- andar.
Toda adquisición nueva en el campo de la motricidad supone una pequeña revolución en el mundo mental del infante, y por ello se habla de psicomotricidad, entendiendo que las categorías mentales que posee el bebé son continuamente revisadas en función del progresivo dominio que adquiere su entorno.
El desarrollo coordinado de los cinco sentidos tiene gran influencia en la motricidad infantil. Los sentidos se desarrollan antes que la motricidad voluntaria y, en cierto modo, su perfeccionamiento y evolución es la garantía para un acceso óptimo a todos los demás aspectos de la motricidad.
ADQUISICIONES MOTRICES EN EL PRIMER AÑO:
En el desarrollo de la motricidad intervienen de manera coordinada tres procesos distintos:
-la maduración del sistema nervioso, proceso que finalizará sólo hacia los cinco años;
-la evolución de las capacidades sensoriales, mucho más rápida;
-el fortalecimiento de los músculos, que proseguirá hasta bien entrada la adolescencia.
El primer mes:
Al mes de nacer, el bebé presenta una conducta motriz gobernada por los movimientos reflejos, entre los que destacan el de succión y el de prensión. La orientación de la boca, consistente en saber dirigirla al pezón, el dedo o el objeto que toca los labios, es otro de los comportamientos innatos que tienen gran importancia para el lactante. Es característico también el reflejo tónico-cervical: estando de espaldas, gira la cabeza hacia un lado, doblando el brazo correspondiente y extendiendo el otro.
No existe una respuesta refleja de sentarse: al ayudarle a hacerlo, el bebé inclina la cabeza hacia delante, y su espalda está uniformemente redondeada. La cabeza cuelga porque todavía no puede sostenerla, lo mismo sucederá si lo levantamos, estando echado hacia abajo.
La presencia del reflejo de prensión es fácilmente comprobable: el bebé cierra su mano al contacto con cualquier objeto. Sin embargo, no puede mantener la presión de los músculos y éste se le cae enseguida.
Un reflejo curioso es el de dar movimientos de marcha: si sostenemos al niño por las axilas, realizará movimientos rudimentarios que recordarán vagamente unos pequeños pasos. Este tipo de respuesta puede obtenerse ya desde la 2ª semana de vida, pero desaparecerá aproximadamente al 2º mes (aunque algunos experimentos parecen indicar que los niños a los que se estimuló en este sentido no sólo dejaron de hacerlo después del segundo mes, en contra de lo que se puede observar habitualmente, sino que, por término medio, anduvieron casi un mes y medio antes que los demás, es decir, hacia los 10 meses).
Hasta los cuatro meses:
El bebé realiza durante este período grandes progresos. Aparecen ya, en forma todavía rudimentaria, los movimientos voluntarios destinados a un fin. Estos movimientos son mucho más coordinados y existe un mejor control de la cabeza, los ojos y las manos. Pero no se presentan aislados unos de otros: el bebé agita manos y piernas a la menor ocasión.
Las manos intentan ya asir los objetos que permanecen en el campo visual, pecho y biberón de preferencia, y el chupeteo del pulgar se convierte en una conducta más en el repertorio del lactante. Estos fenómenos han sido destacados por el investigador y teórico suizo Jean Piaget, que los denominó integración mano-boca, atribuyendo a ésta un papel decisivo en la formación de la imagen mental del propio cuerpo.
Piaget considera, en efecto, que la coordinación entre la mano y la boca supone que la acción lleva, mediante sucesivos tanteos, a un cierto resultado, y éste sirve a su vez de estímulo para repetirla. Todo ello supone ciertamente un gran paso en la configuración del desarrollo intelectual.
Pero el bebé realiza otros progresos importantes. El reflejo tónico-cervical tiende a desaparecer: estando echado, su postura es simétrica en ambos lados del cuerpo y la cabeza se mantiene en la línea media. Si se le sostiene, puede permanecer sentado durante unos minutos, y su cabeza se mantendrá erguida. Este control muscular recientemente adquirido le permite, al final de este período, girarla en dirección a las voces y los ruidos que percibe. Los objetos sobre los que antes cerraba su manita pero que no podía sostener, son ahora firmemente agarrados y minuciosamente observados.
Distingue la voz humana de los ruidos del ambiente, y le presta mayor atención. Su capacidad visual se ha perfeccionado y puede fijarse en los objetos más pequeños, aunque son el rostro de la madre y sus propias manos los que atraen en mayor medida su atención.
A propósito del rostro de la madre, durante estos meses se instaura una respuesta psicomotriz importantísima, la sonrisa, de la que hablaremos más adelante con detenimiento.
Entre los cuatro y los siete meses:
En esta edad, la influencia del ambiente en el proceso de aprendizaje empieza a ser notable. Los progresos son asimismo muy rápidos.
La coordinación entre los sentidos y la motricidad alcanza su punto álgido con los éxitos que obtiene el bebé en la acción de alcanzar un objeto, dirigida visualmente. El bebé de un mes mira los objetos sin intentar tocarlos siquiera. A los tres meses dirige sus manos hacia ellos muy vagamente, y a los cuatro consigue tocarlos. Pues bien, hacia los cinco o seis meses, el bebé ve un objeto, dirige sus manos hacia él y lo sujetará con suficiente perfección. Esta pequeña victoria supone un cambio importante en el mundo mental del niño: no está a merced de las cosas inanimadas que le rodean, y puede -si están a su alcance- cogerlas y examinarlas a voluntad.
A los seis meses, el bebé puede mantener su cuerpo erecto si está sentado, y soportar casi la totalidad de su peso si se le pone en pie.
Las habilidades manuales se desarrollan extraordinariamente. En este período, mueve incesantemente las manos y se lo lleva todo a la boca. Puede pasar los objetos de una mano a otra y golpearlos.
La
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