Desigualdad En Chile Y El Rol De La Psicologìa Comunitaria
Enviado por nonaossandon • 6 de Noviembre de 2014 • 1.475 Palabras (6 Páginas) • 375 Visitas
Desigualdad en Chile, ¿cuál es el rol de la psicología comunitaria frente a este problema?
En los últimos años Chile ha tenido grandes avances en varios ámbitos tal como lo señala el libro Umbrales Sociales Para Chile (2013) que identifica algunos como la reducción de las tasas de analfabetismo, la disminución del porcentaje de personas que viven en situación campamento, la desaparición casi total de problemas como la desnutrición y el hambre y un notorio crecimiento económico reflejado en el aumento del ingreso per cápita, entre otros. A los ojos de las grandes potencias mundiales, Chile pareciera ser la esperanza de Latinoamérica ya que, en comparación a sus vecinos, ha avanzado rápidamente en el último tiempo llegando a considerarse como un país “ad portas” del desarrollo. Sin embargo, según informes de la OECD (“Society at a Glance”, 2014), Chile es uno de los países con mayores índices de desigualdad. De entre 34 países que conforman esta organización, Chile es el país con más desigualdad de ingresos entre ricos y pobres y es el cuarto con mayor proporción de pobres. En mi opinión, esta problemática es una realidad que a Chile no ha querido ver y que le ha costado enfrentar, pero que lentamente se ha ido haciendo más evidente en la sociedad. Hoy no podemos hacernos los ciegos frente a esta desigualdad, por lo que es deber de todos, no solo de los gobiernos de turno, hacernos cargo. En este sentido, pienso que la psicología comunitaria tiene un papel fundamental en hacer visible esta desigualdad acercando los problemas de la comunidad a la política gubernamental. para aportar en la creación de políticas públicas que sean efectivas y que estén enfocadas en disminuir esta brecha.
El fenómeno que se produce en Chile es muy interesante ya que conviven dos realidades radicalmente diferentes que parecieran negarse entre sí; vivimos en un país que en los números parece bien pero que esconde una significativa desigualdad por detrás. Las diferencias se observan, por ejemplo, en el acceso a servicios básicos como centros de salud o en la calidad de la educación recibida por quienes pertenecen a los quintiles más bajos en comparación a los de quintiles más altos. El tiempo de espera y la calidad de la atención recibida en el Sótero del Río es muy distinta a la recibida en la Clínica Las Condes. Lo mismo sucede con la educación, mientras que un gran porcentaje del país asiste a escuelas municipales con aulas sobrepobladas de alumnos y profesores jefes que deben enseñar varias materias por sí mismos, los colegios privados destacan por su excelencia académica otorgada por profesores especializados por materia. Esta desigualdad también se refleja en la segmentación social provocada por prácticas institucionalizadas que afectan los lazos y la vinculación social, fomentando la exclusión social de aquellos que viven en situación de pobreza, haciendo cada vez más difícil una verdadera inclusión en la sociedad (“Umbrales Sociales Para Chile”, 2013). Pero antes de reflexionar sobre el rol que cumple la psicología comunitaria en esto, es importante saber un poco de su trayectoria en los últimos años. Krause (2011) plantea que ésta ha pasado por una serie de cambios desde su aparición, pasando por una etapa de crisis producto de la dictadura, en la que las prácticas comunitarias en general fueron desmanteladas por su carácter de subversivas. A pesar de esto, la psicología comunitaria de los 70´ hizo un gran servicio desde una posición más bien clandestina otorgando apoyo a las comunidades en sus necesidades básicas y en la defensa de los derechos humanos. Luego con la vuelta a la democracia, el foco de las políticas públicas estuvo en la erradicación de la pobreza, por lo que la psicología comunitaria logró estabilizarse dentro de la academia pero también adquirió un rol fundamental trabajando en programas gubernamentales. Según Alfaro (2007) la estrategia de intervención que se implementa en los 90´ se articula en la mezcla entre una lógica centrada en la promoción del desarrollo comunitario junto con una lógica asistencial, centrada en el déficit. Esta “pone atención en la solución de las necesidades materiales de subsistencia, pero también en categorías que van más allá de la subsistencia (…) toma en cuenta dimensiones de mayor integralidad, tales como relativas al género, a la identidad y dinámica territorial, o las condiciones generacionales” (p.64). Es decir, toma en cuenta dimensiones relativas a la subjetividad y los procesos psicosociales. Según esto, se puede apreciar como lentamente se han ido insertando los enfoques teóricos propios de la psicología comunitaria
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