Desmanicomialización: entre la salud mental y el arte.
Enviado por Daniela3395 • 20 de Septiembre de 2016 • Monografía • 6.821 Palabras (28 Páginas) • 432 Visitas
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL COMAHUE
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
CARRERA DE PSICOLOGÍA
CÁTEDRA DE ÉTICA PROFESIONAL
AÑO 2015
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MONOGRAFÍA:
“Desmanicomialización: entre la Salud Mental y el Arte”
Alumna: Ingrassia, Daniela Vivián
Legajo: 117980
Profesora: Heredia, Nadia
Introducción
En la presente monografía, abordaré la temática de la desmanicomialización, a través de la vinculación entre la salud mental y el arte.
En este terreno, han sido muy relevantes los aportes de Enrique Pichón Rivière (Médico Psiquiatra suizo nacionalizado argentino, considerado uno de los introductores del Psicoanálisis en Argentina); Alfredo Moffat (Psicólogo Social, Psicodramatista y Arquitecto argentino); Alberto Sava (Artista, Docente y Psicólogo Social argentino); Armando Bauleo (Médico Psiquiatra argentino, Psicoanalista, Grupalista, discípulo de Enrique Pichón Rivière); y Marisa Wagner (de nacionalidad argentina, Poeta, Escritora y Docente en la Escuela de Psicología Social, conducida por Alfredo Moffat; formó parte del Frente de Artistas Externados del Borda. Pasó parte de su vida internada en distintas instituciones psiquiátricas y ha vertido esa experiencia en su literatura); entre otros.
En Argentina, existen varias experiencias de “desmanicomializar a través del arte”. Algunas de ellas son el Frente de Artistas del Borda (FAB), la experiencia de Marisa Wagner principalmente relatada en su libro “Los Montes de la Loca”, la Peña Carlos Gardel, la Cooperanza, Radio La Colifata, y muchas más.
En Neuquén existe un gran ejemplo, en lo que a esta temática se refiere: Artepidol. Se trata de un grupo que nació en el año 2003, en el área de Salud Mental del Hospital Castro Rendón. Tiene como objetivo visibilizar las problemáticas mentales en la sociedad y cambiar su paradigma.
El grupo es una usina de creación, un espacio donde encontrarse, contar sus historias, proyectarse y explorar lenguajes creativos como la poesía, la canción, la pintura y la actuación. Estas expresiones son presentadas una vez al mes en los “Domingos Terciopelo”, un espacio en el que la comunidad neuquina puede ser partícipe de manera activa –o no- de un hecho que nunca antes se había suscitado: la comunión entre usuarios del servicio de Salud Mental y una sociedad que, hasta entonces, les había dado la espalda.
De esta manera, la Escuela de Psicología Social comenzó a ser el lugar de encuentro de la juventud que se acercaba a ver una banda, a disfrutar de la lectura o de la poesía, o a escuchar las canciones del taller “Canción con Todos” (un taller de coro que se dictaba en la Casita Psico-Social del Hospital Regional, impulsado por los camilleros del servicio).
Después fue el momento de darle una vuelta de tuerca más política a este espacio y así nació “Artepidol”, el taller creativo-expresivo con un posicionamiento más claro: la necesidad de derribar los muros sobre las concepciones y los estigmas que separan a unxs de otrxs.
Este tipo de prácticas, intentan plantear alternativas diferentes a la medicalización de la “locura” y plantean otras formas de trabajar los síntomas; así como también intentan cortar con la práctica de invisibilización y el encierro de los sufrientes mentales.
Los desaparecidos de siempre
Como plantea Alfredo Moffatt, en este país, como en muchos países, siempre se hizo desaparecer a sectores (los “indios”, los “negros, los “chicos de la calle”, los “presos”, el “desaparecido político”, los “desaparecidos en los geriátricos”, los “desaparecidos en los hospicios”, etc); desaparecer en el sentido de que no son visibles; y son desaparecidos que si peleamos pueden volver a aparecer. En este caso, voy a hablar específicamente de los desaparecidos en los hospicios.
Cuenta Marisa Wagner que la gente que se acerca al manicomio (muy poca) entra con mucho miedo, porque ahí están depositadas todas nuestras fantasías, todos nuestros “locos” internos.
Como bien lo expresa Wagner, en el manicomio están los “locos pobres”, sin poder y mansos, están los “locos” que se dejaron atrapar; no hay ningún psicópata de la dictadura militar, ningún torturador, no hay nadie de delitos complejos.
Algunas concepciones sobre “la locura”
Los criterios de salud y enfermedad, dependen de cada grupo social, de cada cultura, de cada época; no hay en esto enunciados definitivos. La historia de los “locos”, de discriminación, encierro y segregación, viene del fondo de la historia; la problemática de la “locura” es una problemática histórica, no se ha podido hacer mucho con ella.
Ante la pregunta ¿Por qué hay que encerrar a los `locos´?, dice Marisa Wagner: “En mis aproximaciones descubrí que es porque nadie está exento, y esto genera mucho miedo...de volvernos locos nadie sabe, nadie sabe qué le pasaría en una situación límite, en una pérdida terrible, y todos estamos expuestos, entonces genera un miedo ancestral y la manera de perderle el miedo es acercándonos a este objeto tan tabú y tan temido en toda la historia, saber que se puede volver de la locura y que es muy difícil volver en las condiciones tal como están dadas en este momento, es difícil volver y con este estigma que se sale del manicomio, con la confiabilidad en duda, y con la eterna sospecha de que puede enloquecer mañana...el manicomio siempre nos espera de vuelta; la mayoría de las veces es la familia la que devuelve al loco, porque molesta, delata, denuncia la locura de toda la familia, pero ya está, es ese el que paga la cuenta, lo encierran y todos quedan con la fantasía de que están sanos, son felices...”
Moffat dice que los esquizofrénicos hablan a través de objetos, concretizan los símbolos y por eso se emparentan con los artistas; pero los “locos” van más lejos y hacen también la operación inversa, concretizan los símbolos: “para un psicótico la palabra perro, muerde”.
Pichón Rivière, sostenía que el arte y la “locura” están indisolublemente unidos, pues el arte nos defiende del caos, convierte la confusión psicótica, el delirio, en un mensaje que nos vincula, el arte se opone a la muerte, la vence porque le da un sentido a la vida, nos defiende de la ancestral ansiedad de la finitud humana, principal causa del escape a la “locura”.
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