EL ACTOR Y LA DIANA
Enviado por karenusha • 1 de Marzo de 2015 • 878 Palabras (4 Páginas) • 1.153 Visitas
EL ACTOR Y LA DIANA.
Las primeras impresiones que tuve al leer el libro me remontaron a nuestros calentamientos con el adjunto de la clase, Paco Rueda, ya que considero que muchas cosas de su metodología de trabajo se encuentran basadas en este libro y gracias al aprendizaje que dicho me ha dejado, puedo vislumbrar con mayor claridad el significado de la atención, concentración, puntos fijos (entre otros conceptos) y las razones por las cuales él nos insistía tanto en el trabajo de las listas. A su vez me parece que El Actor y la Diana es un libro muy ameno, fácil de procesar y me ha hecho sentir profundamente aliviada ya que más de una vez me he sentido bloqueada y torpe a la hora del proceso creativo. Es un golpecito de aliento saber que la mayoría de los actores pasan por ese trecho. A continuación elabore un resumen del libro con los pasajes que para mí fueron más significativos y que me ayudan a tener mayor claridad sobre el trabajo actoral
“Éste no es un libro sobre cómo actuar, es un libro que puede ayudarlos cuando se sientan bloqueados en su actuación”.
- Declan Donellan.
Hablar sobre actuación es complicado, ya que la expresión “hablar sobre” tiende a hacernos generalizar, y la generalización esconde la excepcionalidad de las cosas. No sabemos quiénes somos pero sabemos que podemos actuar. Sabemos que hay una calidad mayor o menor en nuestras representaciones del cotidiano. Somos las personas que actuamos, pero tenemos que actuarlas bien, y con un sentido de autenticidad en nuestras actuaciones. Siempre hay un vacío entre lo que sentimos y nuestra habilidad para expresar lo que sentimos. Cuanto más deseamos reducir éste vacío, y cuanto más queremos decir “la verdad”, más amplio se abre el perverso hueco. Actuamos constantemente, no porque mintamos a propósito, sino porque no tenemos elección. Vivir bien significa actuar bien.
Cuando nos sentimos bloqueados, se manifiestan los siguientes dos estados: el primero es que, cuanto más fuerza, presiona y empuja el actor para salir de este callejón sin salida, peor parece volverse, como si nos aplastaran la cara contra un cristal. El segundo es el sentido de aislamiento que lo acompaña. La parálisis y el aislamiento están completamente ligados y es por eso que cuando la actuación fluye, está viva, y por lo tanto no puede ser analizada, pero los problemas con la actuación están conectados con la estructura y el control, y pueden ser diseccionados con provecho.
Cuando las cosas van mal, debo distinguir entre lo que puedo cambiar y lo que no. También debo dividir el problema en dos partes: primero, la parte que viene de mi exterior, sobre la cual tengo poco o ningún control, y segundo, la parte que viene de dentro de mí, sobre la que puedo aprender a tener cada vez más control. Cegarnos a nosotros mismos es la causa común del bloqueo.
Como actores, dependemos completamente
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