EL ARTE DE AMARGARSE LA VIDA

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ser felices y vivir una vida amargada.

“Sé fiel a ti mismo” es la primera pauta para comenzar, retomando a Shakespeare y su obra Hamlet, Watzlawick nos quiere demostrar el primer paso para amargarnos la vida: ser fieles a nosotros mismos, pero no fidelidad vana sino aquella que lleva al ser humano a decidir vivir en el mundo del “debe ser” (como yo quiero) y rechaza lo que es, para de esta manera vivir en la desdicha de un mundo que nunca es lo que “debería ser”, así se podrá vivir en conflicto con el medio ambiente y particularmente con el prójimo, y aún mejor es la firme convicción de que la única opinión correcta es la propia lo que nos lleva a encerrarnos en nuestras propias cabezas y por lo tanto vivir en la desdicha de nuestros propios pensamientos sobre la errónea vida de los demás. Y no sólo basta con pensar en que los demás están equivocados, las sugerencias de los otros son razón suficiente para que uno las rechace y continúe en su amargada vida.

Una vez que se vive en la propia mente comparando la vida correcta, adecuada en comparación con la vida errónea de los demás, nos amargamos un poco del presente, pero eso no es suficiente y el pasado es básico para amargase el presente y el futuro, pues como dice Watzlawick “el tiempo sana heridas, pero no nos preocupemos al respecto, siempre hay maneras para evitar que la herida sane” y por lo tanto seamos desdichados el resto de la vida, y de hecho nos otorga cuatro ejercicios básicos para vivir en el pasado:

1. Sublimación del pasado: sólo ver del pasado lo bueno y bello, y por lo tanto vivir en la añoranza de lo que ya pasó y no volverá.

2. La mujer de Lot: aferrarse al pasado para no ocuparse del presente.

3. El vaso de cerveza fatal: las consecuencias irreparables del primer vaso de cerveza no disculpa de los vasos que siguen, pero sí los determinan, así se vive en la eterna culpa y la victimización.

4. La llave perdida o más de lo mismo: buscar soluciones donde ya sabemos que no las

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