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EL JUEGO CONJUNTO INCONSCIENTE DE LOS CONSORTES (COLUSION)


Enviado por   •  16 de Junio de 2014  •  2.455 Palabras (10 Páginas)  •  496 Visitas

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EL JUEGO CONJUNTO INCONSCIENTE DE LOS CONSORTES

(COLUSION)

EL EQUILIBRIO INTRAINDIVIDUAL

En cada una de las colusiones, cada individuo está afectado por las necesidades que ambos tienen en estos temas, tanto por el aspecto regresivo como por el progresivo.

En cada uno de ellos están unidos también las ideas de satisfacción pasivo-regresiva con temores a la sumisión y frustración.

Las concepciones del comportamiento matrimonial propio pueden estar circunscritas a una posición extrema a la que uno aspira por sí mismo o cuya forma complementaria se toma prestada para dominar los sentimientos previos de miedo, vergüenza y culpabilidad.

Es inconfundible que en las perturbaciones adquiridas en la primera infancia pasen a ser un punto extremo bajo el desplazamiento del concepto contrario. El comportamiento pretendido sirve de defensa de la posibilidad de relación desplazada.

Interindividualmente existe un equilibrio entre comportamiento pretendido y vivencia inconsciente. Cuanto más simplista sea el comportamiento matrimonial, más apremiante se hace la fantasía inconsciente de curso contrario, y cuanto más fuertemente debe desplazarse una idea, más falta el intento de marca opuesta de compensación en la conducta matrimonial.

EL EQUILIBRIO INTERINDIVIDUAL

El equilibrio interindividual es una determinación del comportamiento individual por medio de la acción mutua de los cónyuges.

El comportamiento del particular está más determinado por la dinámica matrimonial cuanto más fuerza:

a) Forme el matrimonio un sistema cerrado en sí mismo.

b) Caiga el matrimonio en tensión interna o externa y quiera continuar llevándose bien y con capacidad de función social.

Si se contempla a la pareja como un sistema cerrado, la conducta de uno es solo posible en cuanto que se lo permita la conducta del otro.

En la acción conjunta es de aplicación, en general, que cuanto más activo es uno, más pasivo es el otro.

La pareja forma un todo de superior categoría que tiene que ser conservado con capacidad de función. Uno de los componentes puede conseguir con habilidad, el comportamiento complementario del otro, cediéndole la responsabilidad de la satisfacción social de la pareja.

Dentro de la pareja actúa un mecanismo compensador que sintoniza diádicamente las acciones de los consortes y equilibra las diferencias de cada parte. El bajo rendimiento de una parte provoca el mayor rendimiento y, por tanto, mayor funcionamiento, relativamente de la misma magnitud, del otro.

LA ACCION CONJUNTA DEL EQUILIBRIO INTRAINDIVIDUAL E INTERINDIVIDUAL

Cada integrante de la pareja personifica en su conducta lo que el otro desplaza como propia aptitud de comportamiento.

La conducta desplazada al inconsciente de uno coincide con la conducta social del otro. Entre el equilibrio intraindividual de los compañeros y el equilibrio interindividual de la pareja existe correspondencia. Cada uno se siente necesitado en la conducta de defensa a que él mismo aspira y, al mismo tiempo, se ve protegido para no caer en la posición contraria, evitada angustiosamente porque el compañero, por motivación propia, reclama para sí.

La imagen que uno proyecta del otro no es en los mismos cónyuges una realidad, fantasía o algo que se les asigna, sino una reducción de percepciones.

En la relación de pareja, el receptor de la proyección tiene interés propio de dirigir hacia sí mismo las proyecciones del compañero y de corresponder a éstas con su conducta. Por lo tanto las proyecciones no son meras fantasías; y afectan profundamente la conducta social del receptor.

La pareja está unida por suposiciones comunes fundamentales regularmente inconscientes. Las ideas y fantasías comunes inconscientes forman la base emocional de la mutua atracción y de la intensidad de su vinculación, pero también forman la base del conflicto de la pareja.

La pareja oponen una resistencia común a la discusión de tales supuestos fundamentales conexivos e inconscientes.

Las ideas fundamentales comunes inconscientes desarrollan en la relación bipersonal una dinámica con legitimidad propia, frecuentemente en el sentido de complementariedad expuesta en los tipos de colusión.

DE LA SELECCIÓN DEL CONSORTE AL CONFLICTO MATRIMONIAL

En la fase de enamoramiento los futuros cónyuges se absorben totalmente en la formación de uno mismo, de un sí mismo común con el fin de modificar el sí mismo individual. Cuanto mayores sean los campos que se desean eliminar para uno de ellos como posibilidad de conducta propia, más en peligro estará la relación, lo mismo en lo intraindividual como en lo interindividual.

Intraindividualmente cada uno puede encontrar en la pareja un sustituto para sus propios campos desplazados. Cuanto mas unidos se sienta la pareja se pueden sentir como complemento mutuo: Pero la vida diaria termina orillando a uno de ellos a su propio Selbst y se viene reduciendo el Selbst común como unidad cerrada. Las porciones de personalidad desplazadas el inconsciente resaltan y ponen en riesgo la estabilización que habían encontrado los consortes en la colusión.

Interindividualmente, el progresivo, a la larga, no soporta el proporcional a la pareja la satisfacción regresiva que se niega a sí mismo. La reprime al considerarle como insignificante en su posición regresiva. Pero a la vez se reprime a sí mismo al tener que asumir solo y constantemente las funciones progresivas del Yo en representación de la pareja sin que sea compensado lo suficiente por el reconocimiento del cónyuge. Por mucho que le moleste la conducta del cónyuge, mucho menos podría soportar que se hiciera independiente y consciente de sí mismo.

El regresivo odia al progresivo porque le molesta el no poder prescindir de su ayuda. Es cierto que sigue delegando en el cónyuge las funciones del Yo, como control, mando, decisión y actividad, porque le exige que las asuma. En lugar de realizar él mismo estas funciones progresivas y dominar y superar las resistencia en sí mismo, le es más fácil boicotear constantemente los esfuerzos del progresivo oponiéndose a ellos. Pero se odia también a sí mismo porque sabe que sigue dependiendo de los esfuerzos de su consorte.

El cónyuge en posición regresiva debería llegar a un arreglo con las posibilidades progresivas desplazadas, es decir con a propias exigencias de desarrollo en autonomía, en hacerse cargo de tareas y en actividad. En el mejor de los casos, se hará cargo de dar ese paso hacia la madurez, porque a consecuencia de su comportamiento hasta entonces, se siente como inferior, por depender de su pareja. Se da cuenta que tiene más miedo a entregarse al mismo o a ser abandonado por

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