EL SAPO SEGUIRA SIENDO SAPO

Un sapo seguirá siendo sapo, no sueñes que besándolo se convertirá en aquel azul del cuento

Doljha Mota

El sueño está mejor guardado en la esperanza del niño inocente con sueños inocentes. Tonto el que crece y se atreve a soñar sin entender su realidad, tonto quien pierde tiempo obligando un sueño que no puede existir a que exista, tonto quien obliga a otro a soñar en lo que no cree.

Soñar es como la utopía comunista, la quimera de felicidad marxista que nunca logrará encajar en nuestro egoísmo humano porque siempre se perderá en nuestra naturaleza animal de supervivencia del más fuerte sobre el más débil. Soñar es como la creencia en la promesa del político que hace campaña, la fidelidad nunca lograda, la entrega completa que siempre será a medias, la verdad que nunca podrá ser dicha completamente, la absoluta libertad que nunca tendremos, el juramento de amor que nunca se hará sin intereses sexuales o monetarios de por medio, la justificación sin razón de acusar vidas ajenas soñando que lo mando a hacer un mesías, o la pelea por terrenos y quitar vidas porque así en sueños lo dijo Alá.

La realidad es la verdad, un sapo seguirá siendo sapo, no sueñes que besándolo se convertirá en aquel azul del cuento mediático que Walt Disney aprovechó para hacer taquilla manipulando nuestras débiles emociones femeninas controladas por el instinto maternal que desde niñas nos hace jugar muñecas, mientras que ellos juegan con soldados que disparan, cohetes que explotan y carros que chocan, y no he visto a ninguno que juegue a ser príncipe de algún color.

Creer en un sueño es casi pecar, por eso casi siempre terminamos llorando, es la penitencia del tonto que se niega a ver lo concreto, por eso prefiero la teoría del yin yang para ver mi mundo en blanco y negro, no acepto ver matices grises porque de por si son tristes.

La ciencia exacta ejerce su dictadura, la realidad es lo único real, el cielo tiene el color que tiene que tener. Los genes no mienten, los cromosomas son exactos, la tierra gira las vueltas que tiene que girar, ni una más ni una menos. Renuncio a soñar despierta. Solo acepto creer en ideas con base, en lo que mi cerebro percibe con sus cinco sentidos y en el sexto sentido que Dios me dio y que me hace sentirlo cuando le oro antes de dormir porque me reconforta. No es mi obligación creer en sueños, ni míos o ajenos, por eso dejaré que diviertan ó se asusten mi subconsciente dormido cuando mi cabeza descanse en mi almohada, es ahí donde tienen que estar.

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