EL TALLER LITERARIO; Para Que Los Niños sí Aprendan A Leer Y A Escribir
Enviado por javiermalagon • 12 de Enero de 2012 • 1.804 Palabras (8 Páginas) • 1.145 Visitas
EL TALLER LITERARIO
Para que los Niños sí aprendan a Leer y a Escribir*
Javier Malagón Nara
javier.malagon@itcelaya.edu.mx
El propósito de este ensayo es analizar, a la luz de diferentes posturas constructivistas, la alternativa de suplir las clases de español, literatura, de lectura y redacción, por la modalidad de taller literario. Las materias que se imparten en relación con la redacción y la literatura han acabado por convertirse en acopio de información de nombres, fechas y biografías sin sentido para los alumnos. Dichas materias, o mejor dicho, la manera en que se imparten no desarrollan las habilidades lingüísticas creativas de muchísimos niños.
Las corrientes constructivistas, a pesar de tener fundamentos, objetos de estudio y metodologías diferentes presentan un gran acuerdo en la manera en que se construye el pensamiento. Y he aquí el primer encuentro con el taller literario: concebir el pensamiento como producto del acto creativo es dar infinito valor a la creatividad y a sus productos, al juego y a la imaginación, a la estética; al arte que es el propósito último del taller.
El taller como espacio formativo tiene más años que la escuela, el taller es el lugar donde algo se construye y perfecciona, se talla, se labra hasta obtener un objeto valioso por su significado. En este trabajo seguiremos como línea conductora un ensayo titulado El Taller del Poeta de uno de los mejores ensayistas, críticos y poetas mexicanos, Juan Domingo Argüelles. Este ensayo, inédito y utilizado en sus talleres, es una gran herramienta de trabajo para quienes coordinan o pretendan coordinar un taller literario
La originalidad
Una de las premisas en que se basa la educación activa es la libertad de los alumnos para organizar su trabajo y el respeto a sus características intelectuales. Cada individuo tiene sus potencialidades y su momento. Para María Montessori la explosión hacia la escritura y la lectura es la forma natural en que aprenden estas habilidades los niños debidamente estimulados con un ambiente propicio. Desgraciadamente son escasísimos los niños con esta formación y la mayoría llegan a la educación superior con muchos vicios de lectoescritura y sus habilidades intelectuales enmohecidas. Para Montessori la universidad debe preocuparse también de las necesidades de sentirse valioso, apreciado y amado, junto con la perfección de habilidades en un campo libremente elegido, debe salir de los salones y extenderse a la relación con otras personas e incluir experiencias prácticas (Patterson, C. H.; 1982.). El taller es un excelente espacio para el desarrollo y perfección de estas habilidades intelectuales.
Juan Domingo Argüelles se muestra en contra del vicio común de muchos coordinadores de talleres que tratan de transmitir ideología, actitudes y procedimientos haciendo que sus discípulos los imiten “...en vez de alentar las posibilidades expresivas de cada quien, así sean opuestas a las del poeta coordinador.” (Argüelles, Juan Domingo;1996. p.1)
Aunque Henri Wallon señala que el mundo adulto se impone al niño creando en el mundo infantil una cierta uniformidad en la formación mental, también aclara que “...la manera que tiene el niño de asimilar lo que el adulto le proporciona, puede no tener ninguna semejanza con la manera en que el adulto lo utiliza.” (Wallon, Henri; 1984. p.17). Acerca de la originalidad de la creación, Argüelles señala: “La originalidad está estrechamente vinculada al talento personal de cada quien, y es deber de los coordinadores de un taller literario alentar más que desviar el natural curso de cada quien.” (Argüelles, Juan Domingo; 1996. p.1).
El poeta en su poema
El taller literario busca ayudar a los jóvenes en el uso de herramientas que generalmente no dominan por su inexperiencia y falta. Al igual que la concepción psicogenética de que los conocimientos no se transmiten, para Argüelles “La poesía no se enseña; en el mejor de los casos se puede enseñar a leer para comprender y asimilar lo que se lee...” (Argüelles, Juan Domingo; 1996. p. 2).
Pero han de tener modelos, grandes escritores para que puedan compararse, para que descubran que no hay temas nuevos, que no hay nada nuevo, “...que lo que diferencia a la poesía a través de los tiempos es el modo de decir y no tanto lo que dice.” (Argüelles, Juan Domingo; 1996. p. 2). El joven se encuentra así ante lo creado, ante la realidad, ante lo nombrado. Y entonces descubre. Descubre la misma realidad de todos, pero al nombrarla la reinventa, la reconstruye. Este es el acto de creación. “Lo que hace diferente a un poeta es el cómo expresa el sentimiento, la emoción y de qué manera la transmite.” (Argüelles, Juan Domingo; 1996. p. 3).
¿Qué hay de la persona en un poema? El lenguaje no es el pensamiento y el sentimiento de quien se sirve de él, es su intermediario ante el mundo, es su representación. Lev S. Vygoski, en El Desarrollo de los Procesos Psicológicos Superiores, explica que el niño no sólo percibe el mundo a través de sus ojos sino, también a través del lenguaje. (Vygoski, Lev S.; 1979.). Wallon también tiene su opinión al respecto: “El lenguaje interpone –entre él y sus deseos, entre él y la gente- un obstáculo o un instrumento al que puede intentar torcer o dominar.” (Wallon, Henri;1984. p. 16)
El poeta nombra su realidad pero no debe confundir “...la autobiografía con la poesía y, ciertamente, la poesía es por lo general autobiográfica pero nunca su equivalente.” (Argüelles, Juan Domingo;1996. p. 4).
La creación
Antes de la verdadera creación debe existir un acercamiento desde los errores, desde los conflictos cognitivos (a la manera piagetiana). No es un acto de magia, de inspiración divina.
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