ENSAYO DE GADAFI
Enviado por RAZALIN • 16 de Noviembre de 2011 • 5.548 Palabras (23 Páginas) • 532 Visitas
Resumen: La permanencia del pensamiento homérico es indiscutible en este siglo XXI no sólo en las obras que lo han intertextualizado, sino también en la existencia de los hombres. La voz de Héctor y la enseñanza de Andrómaca siguen vivos en tantos ejemplos de sufrimiento compartido que presenciamos a cada instante. El hombre no cesa en su empeño de vivir y ser feliz a pesar de las trabas que el destino continúa imponiéndole.
Palabras clave: Homero, Andrómaca, tragedia.
En torno a la Ilíada
La Ilíada [1] es una epopeya tradicionalmente atribuida a Homero, pero teniendo en cuenta los interesantes aspectos que en la denominada “Cuestión homérica” [2] se han planteado y luego de observar diferentes posiciones críticas al respecto se ha llegado a la conclusión reciente de que tanto la Ilíada como la Odisea son obra de autores colectivos, descartando así la existencia de un Homero individual. Al respecto dice Arnold Hauser:
La producción poética, que adquirió una forma más personal al separarse los poetas de los sacerdotes durante la edad heroica, y que era obra de individualidades aisladas e independientes, muestra de nuevo una tendencia colectivista. La epopeya no es obra de poetas individuales diferenciados, sino de escuelas poéticas. Si no es creación de una comunidad popular, lo es ciertamente de una comunidad laboral, es decir, de un grupo de artistas ligados por una tradición común y por métodos comunes de trabajo. Comienza con ello en la vieja poesía una modalidad nueva, enteramente desconocida, de organización del trabajo artístico, un sistema de producción que hasta ahora sólo era habitual en las artes plásticas y que en lo sucesivo hace posible también en la literatura una distribución del trabajo entre profesores y alumnos, maestros y ayudantes. [3]
Esta epopeya homérica comienza con una invocación -“Canta oh diosa”- seguida del planteamiento de los dos temas centrales de la obra: “la cólera de Aquiles” y “el cumplimiento de la voluntad de Zeus”.
La invocación involucra determinados motivos implícitos, tales como la búsqueda de la verosimilitud, la imparcialidad del narrador frente a los hechos contados, la modestia del genio y el poeta considerado como medio entre los dioses y los hombres, por señalar sólo algunos de los aspectos más relevantes.
A partir del instante en que el narrador omnisciente de esta epopeya invoca a una diosa intenta expresar, por un lado, la verosimilitud de los hechos contados desde el momento en que la fuente procede de los mismos dioses; por otro, se ve en la necesidad de mostrarse imparcial ante lo relatado, porque a él se lo han contado y él simplemente lo transmite a los demás hombres restándose de este modo responsabilidad individual; como consecuencia de lo anterior, queda expresada la “modestia” del genio creador al verse el poeta a sí mismo tan sólo como un transmisor de contenidos poéticos que han sido elaborados por los mismos dioses. Y, precisamente, en este último sentido se vuelve únicamente una especie de intérprete de la palabra divina.
Los temas señalados se ubican en dos terrenos espaciales diferentes: el humano y el divino y, el narrador, adelanta los hechos mediante intensa prolepsis mediante la cual expresa la suerte corrida por muchos de los aqueos como consecuencia inevitable de la furia del Pelida. Esta ausencia de expectación ante los hechos ocurridos resulta explicada en el momento en que confrontamos lo argumental con los valores artísticos y estéticos; el poeta homérico consideraba que no había ninguna necesidad de disfrazar el argumento -ya conocido por todos los contemporáneos- y su anticipación tiene como objetivo poner en primer lugar lo estético: no importa la anécdota en sí misma, sino la manera intelectualmente exquisita con que se ofrezca a los oídos de sus ávidos oyentes.
En cuanto al tema divino -“cumplíase la voluntad de Zeus”- volvemos a citar a Leski quien señala al respecto:
La epopeya homérica se desarrolla en grado considerable en el ámbito de los dioses, de cuya intervención en la acción no podemos prescindir. La sociedad de los olímpicos, que bajo la autoridad de Zeus se hallan congregados en una comunidad poco rígida, se ha convertido a través de la epopeya en un elemento constitutivo de la poesía griega. [4]
Por lo tanto la noción de fatalismo se ubica en un primer plano, porque no sólo nada de lo que suceda en la obra acontecerá sin que Zeus lo autorice, sino que además el destino de los hombres está fijado con anticipación y el poderoso Zeus -con su balanza olímpica- sólo confirma lo que el hado siniestro ya tiene preestablecido.
Andrómaca
La figura de Andrómaca cumple un papel intertextual de gran relevancia, papel que comienza a ejercerse desde la Antigüedad -en particular a partir de la literatura homérica-, tiene su propia interpretación en la tragedia de Eurípides [5], luego será enfocada por la literatura romana, específicamente en la tragedia Las troyanas de Séneca [6], hasta llegar a la famosa obra homónima de Racine [7]. En todos los casos vemos a una mujer castigada por el destino y víctima de la enorme pasión que siente por su esposo, Héctor: el guerrero troyano que será exterminado por Aquiles en el marco de los acontecimientos contados en la Ilíada de Homero.
Análisis del encuentro entre Héctor y Andrómaca
En el desarrollo de los hechos narrados en esta obra queremos detenernos en el canto VI y, particularmente, en el encuentro entre Héctor y Andrómaca. El diálogo que sostienen los esposos nos permitirá analizar temas y motivos -en particular el tema de la pasión inmensa que los une-, así como también características del lenguaje empleado que no siempre ha sido traducido de la manera más adecuada. Creemos que el mensaje homérico es muy rico, pero sostenemos también que es posible encontrar muchos elementos en el dialecto griego utilizado que nos conducen a una reflexión analítica superior.
Andrómaca en Homero es concebida como la mujer que sustenta el matrimonio y que ha hecho de la vida en pareja un verdadero mito, mediante su entrega sin reservas; está allí ante el hombre que ama intensamente y debe despedirse de él sabiendo -en lo más íntimo- que éste es un momento desgarrador y terrible, debido a que el valor del guerrero lo ha de conducir inevitablemente a la muerte. Ella desea egoístamente conservarlo a su lado y por eso su discurso persigue -desde el inicio- este objetivo.
Por lo anterior, cuando dialoga con Héctor la voz que se escucha es la de una mujer desposeída por la fortuna, abandonada y sola en un mundo de hombres; mejor aún, a punto de ser abandonada por obra de la nefasta desdicha que le arrebatará -de eso no queda ninguna duda- al floreciente
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