El Caso Del Hombre De Los Lobos
Enviado por mperill • 17 de Septiembre de 2013 • 1.486 Palabras (6 Páginas) • 565 Visitas
Resumen:
En historia de una neurosis infantil, más conocida como el caso del Hombre de los Lobos, Freud expone el caso de Sergei Pankejeff que atiende desde 1910 a 1914. Pankejeff, tras haber estado enfermado de gonorrea, había desarrollado una neurosis caracterizada por la constipación, depresión y trastorno obsesivo. Los diez años anteriores al contagio sexual habían sido normales para el paciente pero durante su infancia había sufrido perturbaciones neuróticas de zoofobia y trastorno obsesivo de contenido religioso. Freud se centró en los trastornos infantiles del paciente pues está convencido de que las neurosis adultas tienen sus raíces en el desarrollo de la sexualidad infantil.
El paciente relata a Freud que, habiendo sido hasta los cuatro años un niño totalmente normal, a partir de ese momento sufrió una alteración del carácter y se mostraba siempre “descontento, excitable y rabioso; todo le irritaba y en tales casos gritaba y pateaba salvajemente”. Esta transformación parece coincidir en el tiempo con un miedo feroz a los animales que su hermana aprovechaba para atormentarle. Ella solía mostrarle una estampa de un libro de cuentos en la que aparecía un lobo andando a dos pies lo que desencadenaba mucho terror. Estos miedos se transformaron en un trastorno obsesivo de contenido religioso. Antes de dormir rezaba durante horas, hacía numerosas veces la señal de la cruz y besaba todas las estampas religiosas que estaban en las paredes. Sin embargo, asociaba a Dios con las palabras cochino o basura y a la Santísima Trinidad con estiércol. En aquella época también ejecutaba un curioso ritual: cuando veía a algún mendigo o enfermo respiraba profundamente y luego expiraba como para expulsar de sí su mala influencia.
Pankejeff comunica durante la terapia sueños en los que aparece agrediendo a su hermana y arrancándole el cabello. Había ocurrido que a los tres años y medio su hermana había agarrado su pene y había jugueteado con él diciéndole que aquello era normal y que su “ñaña” lo hacía con todo el mundo. En la pubertad intentó aproximarse físicamente a su hermana, esta lo rechazó entonces para vengarse de ella, se aficionó con criadas, de inteligencia menor a la suya.
El intento de seducción de la hermana le produjo asco así que orientó su libido hacia la “ñaña”. Empezó a juguetear con su pene delante de ella pero esta lo rechazó y le advirtió que a los niños que hacían eso se les quedaba en aquel sitio una herida (primer aviso de castración). Este fracaso impidió su correcto desarrollo sexual y experimentó una regresión a la fase anal en su lado sádico: se dedicó a maltratar cruelmente a su “ñaña” y a los animales. Sin embargo, también estaba presente el tipo masoquista de la fase anal: fantaseaba con niños a los que los azotaba con su miembro. Y esto nos lleva al tercer objeto de su vida sexual: su padre.
Durante esta etapa de perversidad ocurre el sueño de los lobos, lo que le provoca gran angustia:
“Soñé que era de noche y estaba acostado en mi cama (mi cama tenía los pies hacia la ventana, a través de la cual se veía una hilera de viejos nogales. Sé que cuando tuve este sueño era una noche de invierno). De pronto, se abre sola la ventana, y veo, con gran sobresalto, que en las ramas del grueso nogal que se alza ante la ventana hay encaramados unos cuantos lobos blancos. Eran seis o siete, totalmente blancos, y parecían más bien zorros o perros de ganado, pues tenían grandes colas como los zorros y enderezaban las orejas como los perros cuando ventean algo. Presa de horrible miedo, sin duda de ser comido por los lobos, empecé a gritar…. y desperté. Mi niñera acudió para ver lo que me pasaba, y tardé largo rato en convencerme de que sólo había sido un sueño: tan clara y precisamente había visto abrirse la ventana y a los lobos posados en el árbol. Por fin me tranquilicé sintiéndome como salvado de un peligro, y volví a dormirme.
El único movimiento del sueño fue el de abrirse la ventana, pues los lobos permanecieron quietos en las ramas del árbol, a derecha e izquierda del tronco, y mirándome. Parecía como si toda su atención estuviera fija en mí. Creo que fue éste mi primer sueño de angustia. Tendría por entonces tres o cuatro años, cinco a lo más. Desde esta noche hasta mis once o doce años tuve siempre miedo de ver algo terrible en sueños”
Elementos del sueño:
Freud cree que la quietud de los lobos es, a su vez la transfiguración por antítesis de algún episodio violento. Sus largas colas son símbolos fálicos y con ellas se
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