El Liberalismo económico, sociedad industrial y pauperismo. Álvarez - Uría
Enviado por Nikla • 7 de Junio de 2017 • Resumen • 4.664 Palabras (19 Páginas) • 470 Visitas
Liberalismo económico, sociedad industrial y pauperismo. Álvarez – Uría
Para comprender la naturaleza del capitalismo es preciso ubicar los agentes locales que facilitaron su expansión: los pensadores de ilustración escocesa y el marco de nacimiento junto al desarrollo del capitalismo sobrevenido con la revolución industrial y francesa que trajeron aparejados distintos cambios políticos, económicos, y sociales.
Desde el punto de vista político los liberales defienden la necesidad de un Estado mismo, la doctrina del liberalismo económico confiere una posición central al mercado, como instancia de regulación de la vida social.
Los liberales con su lógica económica desplazaron a la lógica y espacio político.
De la centralidad del mercado se derivó la propuesta de una sociedad comercial, una sociedad de libre mercado. El Estado queda reducido al mínimo, no tiene que intervenir en la vida económica ya que de esta manea aumentan las riquezas del Estado.
En el marco de las profundas transformaciones económicas, sociales y políticas que cristalizaron en la revolución francesa e industrial los pensadores liberales reclamaron en nombre de la felicidad de los seres humanos un nuevo modelo social “la riqueza de las naciones”. En oposición a las sociedades estamentales del Antiguo Régimen en la nueva sociedad debía primar la libertad de trabajo, la libre circulación de mercancías, y los intercambios en el mercado.
Sociedad de mercado
Convertir la sociedad en una instancia de la esfera económica significa que los seres humanos y la tierra, las fuerzas de trabajo y la naturaleza, así como el dinero sean considerados como meras mercancías, que se pueden comprar o vender ya sea en el mercado de la propiedad de la tierra, en el mercado laboral o en el mercado del dinero.
La ideología liberal postula que la libertad, la justicia, y el progreso social están inexorablemente unidos al desarrollo de un merca que sea autorregula, que es autosuficiente y que a la vez conforma los marcos de organización y desarrollo de la sociedad.
En ocasiones se identifica el liberalismo con una doctrina caracterizada por el solipsismo económico que inscribe la pura responsabilidad individual de la persona en su nivel social, una desigualdad social que hunde sus raíces en lo individual (meritocracia). El solipsismo económico genero un concepto insulso de justicia, ley y libertad y le negó toda credibilidad de que el fin del estado era el restablecimiento de la rectitud, la insistencia en la ley y el mantenimiento de una economía central sin opresión burocrática, así mantuvo su dominio la mentalidad del mercado.
El nacimiento de la ideología económica supuso el paso de una concepción eminentemente social de la naturaleza humana a una concepción inminentemente individualista, el paso de una concepción utilitarista; se basa en dos importantes premisas:
1- La consideración de la economía como una esfera científicamente objetivable y distanciada de la moral
2- La justificación del egoísmo económico en términos sociales, es decir, hacer coincidir el interés particular con el interés general
Entre estas dos premisas se encuentra el “individualismo posesivo” formulado John Locke y su defensa del trabajo y de la propiedad. También es preciso inscribir la formación de la doctrina liberal en el marco de las teorías del derecho natural, que sirvieron de soporte a las teorías del contrato social (¿cuáles son los derechos del hombre? ¿cuáles son sus derechos naturales?).
En el trasfondo de las propuestas liberales esta la teoría del hombre natural y la del individualismo posesivo, por un lado un individuo concebido como un ser libre y autónomo que deriva del modelo del hombre natural, solitario y aislado que vela por su propia subsistencia, por otro un individuo egoísta y ansioso de ganancia que es a la vez un ser sociable que necesita compartir su vida con otros semejantes y sobre todo intercambiar bienes.
El homo economicus se enraíza en el instinto de supervivencia inscrito a fuego en la naturaleza humana.
Hasta entonces se consideraba que los hechos económicos son el resultado de la acción humana por lo tanto son necesariamente morales. La economía formaba parte de lo moral y fue precisa toda la fuerza del movimiento protestante (influyente en escocia XVIII), para llegar a reducir el alcance de la moralidad de los actos humanos aplastados por los insondables designios divinos. La potencia absoluta de Dios se vio sustituida por las filosofías empiristas.
La moral pasaba así a desvincularse del pensamiento especulativo para insertarse en el seno de la razón práctica. “Es bueno, lo que me es provechoso”. En este marco los pensadores liberales presentaron una armonía entre los intereses privados y las virtudes públicas. Las sociedad dejaban de ser el resultado de un pacto social consientes entre individuos libres. No queda ningún margen para la planificación social, las formas de sociedad no pueden ser resultado de la libre disposición de los ciudadanos, ni la voluntad humana puede intervenir en el libre curso de las cosas.
La sociedad se dividirá según los modos de producción entre sociedades de cazadores, sociedad de pastores, sociedades agrícolas, y sociedades comerciales, estas últimas son las más superiores porque están vertidas al comercio respecto a otro tipo de sociedades, existe una mayor emancipación de las mujeres y un mayor equilibrio de poder entre los sexos, diferentes a las sociedades tradicionales que representaban la sujeción de la mujer.
Los ilustrados también demostraron la importancia de la propiedad en tanto que instancia que explica en cada sociedad la diferenciación social, concepto fundamental también para crear las condiciones de separación entre economía y moral y llevar a la centralidad de la tesis del mercado en una sociedad de libre comercio y de individuos libres.
En el siglo XVII y XVIII presentaron gran importancia los debates sobre la naturaleza humana y sobre las pasiones del hombre. Entre la concepción hobbesiana de la naturaleza humana y la concepción rousseauniana que afirma la bondad natural de los hombres, Montesquieu planteo la tesis de que el dulce comercio atempera las pasiones, evita la guerra, facilita el encuentro entre los pueblos y favorece la paz. La actividad económica pasaba a ser así el mejor instrumento para dominar, o al menos para clamar o aminorar las pasiones, incluidas también las pasiones políticas.
Los pensadores de las Ilustración creían que la expansión del comercio y la opulencia iban automáticamente acompañadas de la libertad e independencia de los sujetos. El interés de comerciar, la búsqueda de la ganancia, el deseo de adquirir dinero y poder por medios económicos,
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