El Mundo Adolescente Y El Mundo Adulto: Hacia Un Encuentro De Sentidos
Enviado por patagonika • 18 de Mayo de 2012 • 1.942 Palabras (8 Páginas) • 1.331 Visitas
Introducción
Es intención de este trabajo exponer brevemente algunas condiciones socio culturales actuales que trazan el sendero por el que nuestros adolescentes van transitando hacia el futuro. Se tomarán como ejes de análisis el rol de los adultos, la oferta del medio y las características de esta etapa del ciclo vital, tomando en cuenta la calidad de los vínculos que se van estableciendo entre ambos grupos etarios.
Como hipótesis central se maneja la idea de que la adolescencia, si bien es una etapa de conflictos y turbulencias, porta en sí misma riquísimas posibilidades que en muchas ocasiones no son potenciadas por los adultos, ya que, a juicio personal, estos últimos parecen temerle en su gran mayoría a los comportamientos adolescentes por un lado y, por el otro lado, desean parecerse a ellos adoptando muchas de sus prácticas, lo que pone al adolescente ante una encrucijada: aquel quien debiera ser su modelo a seguir le teme y huye ante sus demandas y expresiones y al mismo tiempo lo imita, cuestión que denota toda una contradicción.
Desarrollo
En este trabajo se apelará a los aportes del Psicoanálisis y la Teoría Bioecológica del Desarrollo Humano ya que considero brindan herramientas valiosísimas para comprender los comportamientos de los adolescentes así como también para realizar intervenciones pertinentes desde los diversos roles que cumplimos muchos adultos en la vida extra familiar de los adolescentes: docentes, terapeutas, trabajadores comunitarios, entre otros.
Desde la perspectiva psicoanalítica, me resulta muy útil recuperar a F. Dolto en su concepción sobre la adolescencia como la fase de transición y transformación hacia la adultez, como la fase de mayor vulnerabilidad del ciclo vital, comparándola con la langosta al decir que “…en un determinado momento pierde su caparazón y se oculta bajo la roca mientras segrega una nueva. Pero, si mientras son vulnerables reciben golpes, quedan heridos para siempre, su caparazón recubrirá las heridas y las cicatrices, pero no las borrará” (Dolto, 1988, p.13) y cuando manifiesta: “Lo que más hace sufrir a los adolescentes es que los padres tratan de vivir a imagen de sus hijos y compiten con ellos…” (F. Dolto, 1990). Pensar en la dinámica de la constitución subjetiva de los adolescentes de hoy implica la necesidad tener en cuenta, por un lado, que es éste un período clave del ciclo vital en cuanto se definen varias cuestiones que van colaborando para el armado del proyecto de vida; que compromete el tránsito desde la situación de dependencia absoluta que se da en la infancia, hacia una situación de emancipación o autonomía social y psicológica que caracteriza la vida adulta. Por otro lado, que este proceso es atravesado por una diversidad de realidades marcadas por la heterogeneidad del contexto. Me pregunto entonces: ¿bajo qué rocas se ocultan?, ¿Tienen rocas para ocultarse? . Me animo a afirmar que esas rocas debería ser el Otro adulto, entendiéndolo como una entidad definida y segura, que protege, confronta y apuntala en el proceso de remodelación identificatoria y reformulación subjetiva, a la que el adolescente se ve sometido para poder conformar su identidad y proyecto de vida. Pero hoy, como dice S. Bauman, vivimos en la era de la liquidez, de la fluidez, lo que podría llevar a pensar en que estas rocas parecen estar compuestas de un material muy débil, ya que lejos de proteger, lastiman y descuidan, a través del abandono, la necesidad de permanecer en la juventud, el hedonismo, la no escucha y la imitación e invasión de la cultura adolescente bajo la adopción en muchos casos, de sus mismas actitudes y prácticas. Sumado a lo anterior, el mercado no cesa de bombardear a ambos grupos con mensajes que adulan el culto de la imagen, del cuerpo escultural joven y terso, en donde engloba a todos por igual, borrándose toda frontera generacional, de género, sexo y hasta de roles: hoy parece que todo da igual, todo vale y todos pueden acceder a la felicidad encubierta que ofrece el consumismo. El de hoy es un contexto injusto, se jacta de promover la igualdad en varios aspectos sociales por un lado, pero reniega de las diferencias, es indiferente a las diversas adolescencias de nuestro país, donde no todos nuestros chicos pueden duelar el cuerpo perdido, la identidad infantil o los padres de la infancia, porque todos los días deben salir a trabajar para poder comer y ayudar a sus familias o colaborar en la producción de aquellos objetos que consumirán sus pares, niños y adultos pertenecientes a otra clase social más alta, donde la preocupación por llegar a ese cuerpo y condiciones deseados es lo primordial.
Hoy es muy común escuchar a los adultos quejarse de los adolescentes, parece que lo único que desean es que “crezcan rápido” que “maduren”, como si esto fuera una especie de salvación, de desligamiento de responsabilidades. Se piensan acciones puntuales para corregirlos, rescatarlos, prevenirlos, pero siempre con un común denominador: no se los incluye como protagonistas participativos de sus propios procesos, sólo se los piensa como destinatarios pasivos con la esperanza de generar en ellos un cambio, y si ese cambio no se da, se los responsabiliza apelando a características pensadas desde el adultocentrismo. Algunas de esas características son: desinteresados, descontrolados, apáticos, torpes, inmaduros, entre otras. Pero casi nunca se evalúa la eficacia o la pertinencia de las acciones propuestas ni los procesos a través de los cuales se desarrollan, así como tampoco el desempeño de los adultos.
¿Cómo entender esta actitud por parte de los adultos de hoy? , Luis Kancyper proporciona algunas ideas que, a mi entender, pueden ayudar. Es que, en el acto de confrontación, y bajo una aparente actitud ingenua, el adolescente le hace advertir al adulto los absurdos y prácticas intergeneracionales a los que estaba familiarizado. También el adolescente se empeña en descubrir los velos que ocultan las verdades de los tiempos pasados de la vida de los adultos, a quienes cuestiona sus prácticas e ideales, errados según su punto de vista, erigiendo otros nuevos
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