El Otro En La Anorexia Y La Bulimia
Enviado por evelinacj • 17 de Octubre de 2013 • 1.850 Palabras (8 Páginas) • 389 Visitas
EL OTRO EN LA ANOREXIA Y LA BULIMIA
En "La última cena" Massimo Recalcati propuso la idea de la anorexia como una enfermedad del amor. Para tener el signo del amor, de la falta del Otro, el sujeto anoréxico elige el camino desesperado del rechazo radical al goce. Aquí podemos aislar el rasgo histérico de la anorexia. También la bulimia le parecía orientada a la misma enfermedad: la ausencia del signo de amor viene compensada –como recuerda Lacan en el Seminario IV– por la devoración del objeto. Con La clínica del vacío enfatizó otra dimensión, la del odio, el rechazo de la vida no como llamado de amor sino como ansias de muerte. Hay una gran diferencia entre la anorexia en tanto llamado de amor y la anorexia en tanto apetito de muerte. La reflexión de Lacan acerca de la anorexia reaparece siempre en los momentos tópicos de su enseñanza. Por ejemplo, cuando es evocada como figura clínica clave para acceder a la categoría de goce, come ocurre en los Complejos familiares, pero también en relación a la categoría de deseo, como vemos en el curso del Seminario IV y en su escrito sobre la Dirección de la cura. Sintéticamente, se puede considerar que esta suerte de doble lectura que propone Lacan del fenómeno de la anorexia (por un lado, lugar de un goce mortífero, melancólico-toxicómano; por el otro, estrategia de defensa y de separación del deseo del sujeto respecto del carácter sofocante de la demanda del Otro) enfatiza el doble ánimo que caracteriza al sujeto anoréxico como tal: manifestación del Todestrieb, apetito de muerte, deseo larval, ansias de destrucción, disminución radical, y aniquilación melancólica del sentimiento de la vida, nirvanización del principio de placer, pero también estrategia de separación orientada a diferenciar el estatuto del deseo al de la necesidad, carácter irreductible del deseo a la demanda del Otro, deseo como deseo de nada, deseo de Otro, enfermedad del amor, demanda radical del signo de amor. Lacan en el seminario XX dice: El amor demanda amor. No cesa de demandarlo. Lo demanda… aún… “Aún” es el nombre propio de la falta de donde en el Otro parte la demanda de amor.
Si en el amor convergen deseo y goce, la anorexia y la bulimia oponen deseo y goce y excluyen la conversión del amor. El deseo anoréxico es de hecho un deseo de muerte y el goce bulímico puede presentarse no solo como una forma de compensación sino también como una devastación pulsional.
La función del objeto de amor varía en la anorexia y la bulimia, aunque en los dos se encuentre un problema en relación con la ingesta de comida, que en la anorexia se presenta en defecto y en la bulimia en exceso. Estas ambos casos, está en el centro el amor como punto de anudamiento, a partir de la búsqueda del objeto-alimento, elevado al rango de objeto sucedáneo del objeto perdido, la Cosa del deseo, en donde nada basta para devolver al sujeto el goce sustraído por la ley de la castración, Recalcati (2000).
La anoréxica arriesga la vida misma, se niega radicalmente a toda satisfacción del objeto, para tener un signo de amor del Otro (familiar, social, cultural) que confunde sistemáticamente el estatuto del deseo con el de la necesidad y entonces, responde a la demanda de amor del sujeto con su papilla asfixiante. Para la anoréxica ningún objeto vale el amor, ningún objeto puede colmar su vacio , ningún objeto alcanza porque nada vale si no es un signo de amor. La bulímica, al contrario, trata de compensar la ausencia del signo de amor, o sea la frustración de su demanda de amor, a través de la persecución continua e infinitamente voraz del objeto-comida, cuando la bulímica come, no come comida sino aquello que no se puede tener, come la Cosa, el objeto perdido de aquella primera satisfacción. Come el vacio. En el centro de ambos movimientos encontramos la pasión por el signo de amor.
La bulímica come para vomitar, esta es la repetición que marca su goce. . El vomito muestra el goce especial del vacío, junto a la inconsistencia del objeto-comida. La anoréxica por su parte a través de la negativa de comer salvaguarda su deseo. Es un cierre respecto al deseo del Otro, o para poder desautorizar la castración del Otro y gozar en paz de su cuerpo-fetiche o para provocar en el Otro la apertura de una falta, allí donde el Otro viene tomado como rehén en el chantaje anoréxico de tipo histérico (“ahora me muero…”).
El deseo es deseo del Otro, es deseo de reconocimiento, es el deseo de ser deseado. Si el goce está cerrado en sí mismo –es una plenitud que rechaza la alteridad del Otro-, el deseo es, al contrario, una apertura al Otro. No es una plenitud, es un vacío. El vació de la falta-en-ser. El deseo está radicado en la falta. El deseo es el signo de la falta. Por eso el circuito del deseo esta ordenado en torno a un vacio. Este vacío abre al sujeto en dirección al Otro, lo empuja a buscar en el Otro el modo de superar su falta, para encontrar una respuesta a su falta.
Podemos pensar en la anorexia la demanda desmedida de la madre, frente a lo cual la hija rechaza el apetito, no le da lugar al propio en un intento fallido de no hacerle lugar al de la madre. Apetito, el cual no es vivido como deseante. La madre
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