El Perfil Del Hombre Y La Cultura En México
Enviado por DanielMd_31 • 12 de Febrero de 2013 • 1.565 Palabras (7 Páginas) • 613 Visitas
“El perfil del hombre y la cultura en México” es el resultado de un análisis profundo del comportamiento que han presentado los mexicanos a lo largo del tiempo. En su libro, Samuel Ramos concluye que no hay cultura mexicana y achaca el sentimiento de inferioridad que experimentan la mayoría de los mexicanos a dicha falta de cultura, la que, en primera instancia está determinada por la mentalidad del hombre y por los diferentes eventos que han determinado la historia de nuestro país.
En el primer capítulo “La imitación de Europa en el siglo XIX” se concluye que la búsqueda de la Independencia de México es un deseo idealista del mexicano que surge a consecuencia de su sentimiento de inferioridad, ya que antes de ser conquistados por los españoles, los indígenas sí tenían una cultura, al menos, en las artes. Desde mi punto de vista, la decadencia de México comenzó en aquella época por el hecho de tener que servir a los españoles y de convertir el comercio en un monopolio gobernado por la colonia española.
“La influencia de Francia en el XIX” es el segundo capítulo de este gran libro. Como todos sabemos, fue en el siglo XIX cuando Francia, como mucho otros países europeos, un cambio de rumbo en su historia. Políticamente se pasó del Antiguo Régimen a un mundo moderno: el de la democracia. México admiraba a Francia por considerarla una civilización moderna, es así como el mexicano toma la cultura francesa para liberarse de sus propias ideologías. Es así como en México se experimentan grandes cambios que fomentaron un mejor sistema educativo y que ayudaron a transformar la manera de pensar de las personas.
Estableciendo una analogía entre el sentimiento de inferioridad que presenta un niño hacia sus padres, así Samuel Ramos presenta el sentir de México, un país que nace, comparado con los países civilizados. En su capítulo “Psicoanálisis del mexicano,” también presenta el término “El Pelado,” el cual surge como un necesidad de dejar de sentirse inferior y que el mexicano utiliza manejando un lenguaje grosero y agresivo, y quien tiene dos personalidades: una real y otra ficticia. Además, el autor menciona que ciertas cualidades del carácter de las personas en México, tales como desconfianza, mal humor, nerviosismo, etc., caracterizan la inseguridad de los mexicanos.
Muchas costumbres han sido asimiladas al ser traídas a través de los flujos migratorios desde otras regiones o culturas. Las iglesias son la representación icónica de “La cultura criolla,” (capítulo cuatro) pues en México la arquitectura religiosa se convirtió en un arte; sin embargo, el apogeo religioso llevó a que la Iglesia tuviera gran poder, de tal forma que la Promulgación de las Leyes de Reforma, leyes de corte liberal, afectó a este grupo. De acuerdo con Ramos la “religiosidad” toma lugar en México por la influencia europea que tuvo lugar a través de los misioneros que llegaron a evangelizar al pueblo mexicano.
En 1919, cuando Vasconselos, preocupado por los cambios educativos del país azteca, inicia su obra de educación popular, cuya idea más sencilla era la de una educación elemental extensiva. Es gracias a este oaxaqueño y su ideal de revivir los valores de los mexicanos que experimentamos los “años de optimismo.” Como podemos imaginar, la idea de educar al pueblo desde los niveles de educativos básicos hasta los superiores, causó revuelo; sin embargo, fue esta época precisamente en la que México comenzó a tener una visión diferente y en la que se comienza a tener menor aprecio por Europa. La imitación fracasada de otras culturas al fin le enseña a México “el abandono de la cultura,” e influye en el sentir de que se tiene un carácter propio y un destino singular.
En el capítulo “El perfil de la cultura mexicana” Ramos describe dos situaciones extremas: la de imitar otras culturas y la de tratar de eliminar los elementos influyentes de otras culturas. Esta descripción es frustrante, ya que deja al mexicano sin identidad propia y sin imitación absoluta de otra cultura. Argumentando que nada puede realizarse sin amor o sin interés, Ramos propone desarrollar el amor por el cocimiento. Propone educar a la juventud, enseñar a los jóvenes la disciplina de la voluntad y la inteligencia, argumenta que de esta manera la cultura encontrará su propia inteligencia. Se hallará una cultura viviente y propia de orgullo.
Retomando las pensamientos del filósofo alemán Max Scheler, en “El perfil del hombre” Ramos destaca que la finalidad última de la actividad espiritual es el desarrollo de la personalidad. Además, es en este apartado en el que se especifica que la norma del nacionalismo debe ser acentuar nuestra vida propia, sin menoscabo de acelerarla al plano de las formas universales. El autor explica que es imposible para el mexicano no
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