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El Periodo De Latencia


Enviado por   •  8 de Agosto de 2013  •  1.496 Palabras (6 Páginas)  •  496 Visitas

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EL PERIODO DE LATENCIA, DE LA RESOLUCION DE LA CRISIS EDIPIANA A LA PUBERTAD

No es muy frecuente que la renuncia al deseo incestuoso esté claro para la conciencia de un niño de seis años a siete años, pero eso puede verse: se trata entonces de un niño lleno de vitalidad y, en unas cuantas s emanas, madura. Ama a sus padres, sus padres también lo aman. Pero entre la vida de los padres y la del niño, se ha trazado una línea. Tienen buenas relaciones, pero ya no hay las antiguas reacciones apasionadas del niño para con sus padres; se le olvida darles un beso al decirles buenas noches; no dice buenos días por la mañana. No por ello deja de llevarse bien con ellos. Los padres que saber respetas esos momentos decisivos de la resolución edipiana son raros. Sin embargo, es a ellos a quienes la confianza de su hijo procura las mayores alegrías en los cincos o seis meses venideros; ya sin miedo a experimentar una regresión a posiciones de dependencia infantil, el niño tendrá con ellos coloquios confiados, ausentes de toda Zalamería.

Para la mayoría de los niños, hay un periodo de represión de las pulsiones sexuales genitales cuando permanecen en el medio familiar. Dicha represión se acompaña de un distanciamiento con respecto a la fratría: hasta entonces, hallaban en sus hermanos y hermanas unos compañeros de juego predilectos. Ahora hay con respecto al padre de sexo opuesto una manera de tratarlo con frialdad al mismo tiempo que una valorización condicional un tanto abstracta de los decires y haceres del padre en sociedad.

En caso de separación o de divorcio, el cambio de nombre de la madre frena la resolución del complejo de Edipo; pero aún: si, durante dicha crisis, el propio niño cambia de nombre por ejemplo porque la madre se casa con un hombre que reconoce al niño, ese cambio de nombre constituye un verdadero trauma. El niño, por ley, va a compartir la suerte de la madre y para la niñita todo sucede como si el nuevo padre se casara tanto con ella como con su madre.

En los casos más afortunados y más afortunados y más frecuentes, la adaptación a la prohibición del incesto, el abandono total de las intimidades seductoras por parte de los padres sin seguidos de un repliegue de las pulsiones sexuales.

De ello resulta un periodo fructuoso y tranquilo, más o menos teñido de homosexualidad casta, sometida, admirativa para con el padre de igual sexo; la sensibilidad heterosexual conservada siempre en casta.

Cuando los padres enuncian la prohibición del incesto, debe quedar claro que dicha ley intercepta tanto el deseo sexual de los padres y cualquier supuesta prerrogativa posesiva por su parte sobre la persona del niño como el deseo del propio niño.

Además, también es necesario precisarle al niño que, más tarde, tendrá derecho a escoger el cónyuge que quiera, sin que sus padres, hermanos o hermanas tengan nada que objetar a esa elección.

El niño que ha resuelto bien el complejo de Edipo carece de angustia, ya no tiene prisa por volverse grande, sus preocupaciones están centradas en la vida social presente, en sus contactos con los niños de su edad. Gracias al orden inconsciente y consciente que instaura la prohibición clara y aceptada del incesto en la libido sosegada del niño.

Nunca nos cansaremos de decir que el poder ordenado de las pulsiones deriva del conocimiento claro de la ley de la prohibición del incesto. Este conocimiento claro es lo que va a otorgarle al niño el sentido de su promoción con pleno derecho como ciudadano, y que permitirá que todas sus energías se viertan en la búsqueda de la expresión simbólica: trabajo, adquisiciones culturales con miras a un éxito social, actividades creativas de todo tipo.

Es común que la orientación en el tiempo se adquiera de pronto, cuando hasta entonces el niño no lograba ni siquiera leer la hora. La orientación en el espacio se precisa. Los juegos cambian de estilo, el niño busca la dificultad y se inicia en técnicas industriosas o artísticas que trata de dominar; en todo ello, lo que ocupa el lugar consciente es menos el placer procurado de la comunidad de puntos de vista éticos o estéticos con compañeros de su edad.

Es la no desprovista de posesividad recíproca; por lo demás, la amistad honra casi tanto como la fidelidad, entre amigos que se han escogido libremente.

Los padres no tienen en absoluto el mismo interés para el niño que pueden tener unos amigos escogidos por él mismo, en el exterior

El niño desarrolla

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