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El Psicólogo En La Salud Mental


Enviado por   •  27 de Octubre de 2013  •  2.500 Palabras (10 Páginas)  •  409 Visitas

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EL PSICÓLOGO Y LA SALUD MENTAL

José Buendía, Ernesto Coy y Manuel Esteban

EL hombre se ha ocupado de la salud mental según los criterios que sobre el concepto de salud y enfermedad han predominado en cada momento histórico.

El desarrollo actual de los conocimientos psicológicos y sociales ha cuestionado las prácticas asistenciales llevadas a cabo en las instituciones psiquiátricas y ha centrado la atención en programas de actuación que posibiliten el desarrollo de la personalidad del individuo teniendo en cuenta el ambiente en que se desenvuelve.

Desde este punto de vista, el psicólogo como profesional de la salud mental adquiere un papel cada vez más importante en los problemas de salud.

Históricamente la Psiquiatría y su correlato, el sistema manicomial, se constituyeron en guardianes del orden establecido aplicando la ideología de la desviación, negando en la práctica el carácter relativo, convencional, no universal, de la propia desviación e ignorando los factores sociales intervinientes en la causación de la enfermedad mental.

Posteriormente, se abren paso lenta y dificultosamente otros modelos, cuya trascendencia innovadora queremos subrayar y que ya hemos analizado con cierta amplitud en otro lugar.

Nos referimos, por una parte, al modelo de Psicoterapia Institucional, que se planteó la necesidad de un cambio fundamental en la estructura de las instituciones asistenciales (fundamentalmente manicomiales) para conseguir la personalización de los individuos en ellas internados y su participación responsable al más alto nivel posible, concibiendo la enfermedad mental como un fenómeno claramente social.

Por otro lado, tenemos el modelo de Psiquiatría Alternativa, que también plantea la enfermedad mental como algo fundamentalmente social y comienza denunciando la forma represiva en que se aborda la situación patológica, tanto por lo que respecta a la reclusión, como por lo que se refiere a las técnicas de tratamiento.

En la acción preventiva y terapéutica basada en estos dos últimos modelos, el psicólogo va teniendo, cada vez más, una presencia profesional que nos obliga a una constante reflexión y revisión de las funciones de un ejercicio profesional que debe tener la consideración de servicio social. Y esto es lo que aquí nos proponemos, sí bien muy brevemente por razones de espacio.

La función del psicólogo en Salud Mental

CONVIENE partir del hecho del pluralismo social, científico y tecnológico como fenómeno progresivamente creciente e irreversible de nuestra sociedad, que impide aplicar epítetos y caracteres universales y perennes al as distintas funciones sociales que hace años eran concebidas como algo unívoco e inmutable, tal el caso del médico de cabecera, el maestro, el filósofo, etc.

Eludimos, por ello, hablar del "rol del psicólogo en abstracto, como si esta función debiese ser tomada unívocamente para cualesquiera tareas que tal profesional pueda efectuar.

La profesión psicológica disfruta -o debe- de un pluralismo que le viene dado por las especiales características del objeto q que se aplica y de las condiciones en que se profesa. Entendemos que es diferente el "rol" de un psicólogo entera y específicamente entregado al laboratorio, del de un psicólogo-profesor o del psicólogo en la escuela o en las consulta, en el hospital, en el barrio o en las instituciones públicas... Nos parece un error, por tanto, entender unívocamente el rol del psicólogo y por extensión pensar en una formación de psicólogos unívoca y monolítica..

Nosotros hablamos de un psicólogo, el que trabaja en salud mental, y desde un enfoque, el de los criterios de salud que procuran los modelos asistenciales que hemos subrayado. A saber, que antes que los conceptos de normal y anormal, de lo patológico y lo formativo existe el hombre y la sociedad, el individuo y su medio en el que se generan no sólo las enfermedades, las desviaciones, sino incluso las normas que las rigen y las categorías que las clasifican. Es este sentido, la sociedad en -o puede ser- patógena y salutífera y no puede ni debe estar ajena o ausente en todo su tejido institucional, desde la familia, el barrio o el concejo hasta el Estado, en el proceso de enfermar y sanar. El psicólogo de que hablamos debe procurar ese enganche de las distintas instancias en el proceso de curar. Pero, redes sociales patógenas comprometiéndose con las mismas instituciones un las acción educativas, preventivas, profilácticas, normalizadoras, etc., que permita evitar muchas de las causas de la enfermedad. El psicólogo de que hablamos es, pues, un trabajador social.

Para ese complejo -aunque someramente enunciado-perfil profesional es preciso partir desconocimiento personal y científico de los mecanismos por los que una sociedad se estructura, opera, se manifiesta, refleja, incorpora; absolutamente imprescindible, a nuestro juicio, para entender los procesos sociales. El conocimiento de los procesos sociales. es para un psicólogo de la salud mental tan útil y necesario corno el de los propios procesos psicológicos. Unos y otros se hallan tan intrincados que cualquier disociación se haría imposible. Sólo las razones de especialización aconsejan abordar más profundamente uno de ellos, social, psicológico, somatológico. Precisamente para evitar las desviaciones o sesgos propios de la especialización es para lo que se hace absolutamente imprescindible la constitución de equipos de salud mental, integrados multiprofesionalmente, que reconstruyan en su seno la diversidad y riqueza de todo el proceso.

Desde este punto de vista la función del psicólogo ha de integrarse dentro del equipo asistencial, sin el cual no tendría sentido ni perspectiva. Pero dentro del equipo, el Psicólogo tiene un puesto privilegiado porque al estudiar al individuo como una totalidad se convierte en asesor y coordinador del equipo, y sus opiniones deberán ser tenidas especialmente en cuenta. Parece ocioso, hacer hincapié en las necesarias actitudes de colaboración, de equivalente y equipotente participación, de inutilidad de acciones fragmentarias o personalistas, etc.

Todo esto exige del psicólogo unas actitudes que le lleven a una denuncia de la sociedad actual y del sistema sanitario en particular, apareciendo en todo momento como reivindicador y facilitador de dos factores básicos:

- la democratización de la estructura asistencial,

- la devolución al presunto enfermo de sus atributos de la persona con sus derechos y libertades.

Para ello ha de trabajar por conseguir una opción asistencial alternativa que tenga en cuenta las necesidades reales de la población marginada, cuestionando al mismo tiempo el papel secular que el psicólogo como técnico de la salud mental ha venido desempeñando

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