El diario y su impacto en la práctica: lo significativo del diario

El diario y su impacto en la práctica: lo significativo del diario

Por Claudia Alejandra Rodríguez Gorgonio

Es importante que la actuación docente no se quede únicamente en la impartición de clases con una metodología; actualmente no sólo el currículo sino los requerimientos de nuestros alumnos demandan transformar la práctica día con día, siendo esto verídico lo ideal es revisar nuestro trabajo en el aula, encontrando las estrategias que fueron significativas para los alumnos y realmente propiciaron el conocimiento.

Para ello es preciso contar con un referente al que se pueda consultar en momentos posteriores y reflexionar sobre este; ¿pero cuál será el referente más idóneo para lograrlo?

Mi experiencia personal me ha indicado que para mejorar el entendimiento de mi práctica es preciso reflexionar con profundidad sobre ella, y el instrumento más idóneo para lograrlo es el diario de trabajo. Por tal motivo en el presente ensayo se mostrarán algunas aseveraciones en favor del empleo de este instrumento.

Con respecto a mi trayectoria escolar el diario ha significado la sistematización de la práctica, permitiéndome tener presentes los momentos significativos de esta, ya que de no haber sido registrados podrían correr el riesgo de olvidarse o cambiar totalmente su sentido. Además es un medio para autoevaluar mi desempeño, las estrategias que resultaron exitosas para posteriormente poder volver a retomarlas o modificarlas en el caso contrario.

Estos momentos de mi formación docente han sido claves para la elaboración de mis reconstrucciones de clase retomándolo en las tres fases señaladas por Saint Onge (1997, pp. 149-177). Desde el principio el registro del diario me ha permitido realizar un análisis de la fase preactiva, al percatarme si la planificación de las actividades fue de acuerdo a las características y necesidades del grupo, al enfoque, los propósitos, los contenidos, los recursos materiales de enseñanza, etc. Por otro lado en la fase interactiva analizar la ejecución de las sesiones, es decir, cómo se llevaron a cabo las relaciones alumno-alumno, alumno-maestro y cómo fueron evaluados sus procesos de aprendizaje. Por último en la fase posactiva me permitió realizar una valoración de la secuencia didáctica con la finalidad de detectar los aciertos y desaciertos alcanzados durante la clase, mediante un análisis y reflexión sobre los procesos de aprendizaje.

En mi propio diario he ido anotando circunstancias que me aproximan a una valoración de mi trabajo en el aula, tomando en cuenta tanto las fortalezas como debilidades: Un ejemplo práctico sería una clase donde en la planeación los materiales no fueron seleccionados previamente, como consecuencia no se logró realizar una evaluación formativa, pues en la fase activa no pude darme cuenta de las dificultades que aparecieron en el aprendizaje de los alumnos.

De la misma forma lo he llevado a cabo en mi práctica docente para realizar juicios de valor sobre el contenido escolar que le quiero proporcionar a los alumnos, tomando en cuenta sus características cognitivas al revisar mis observaciones escritas sobre su desempeño, las respuestas que mostraron ante las actividades propuestas, su motivación y participación, el manejo del

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