El entrenamiento en inoculación de estrés (EIE)
Enviado por ilselanderos • 16 de Julio de 2013 • Tutorial • 2.520 Palabras (11 Páginas) • 603 Visitas
NEUROSIS DE ANSIEDAD
El entrenamiento en inoculación de estrés (EIE) es una técnica cognitivo-conductual basada en la teoría del aprendizaje y desarrollada originalmente por Meichenbaum para el control de la ansiedad. El objetivo principal del EIE consiste en ayudar a los pacientes a que comprendan y controles sus reacciones de temor asociadas al trauma. Dicho protocolo del EIE se compone de tres fases: educación, adquisición de habilidades y aplicación y dura de 8 a 20 sesiones, dependiendo de las necesidades del paciente. Las primeras sesiones se dedican a la fase educativa donde se presenta el tratamiento, información sobre el desarrollo de las respuestas de temor basándose en la teoría de aprendizaje sobre la activación del sistema nervioso simpático. Además se enseña al paciente la relación muscular progresiva y se le pide que le practique en la sesión y como tarea para casa. El terapeuta ayuda también al paciente a identificar las señales que desencadenan las reacciones de temor.
En sesiones posteriores, se repasa esta información y sobre las respuestas específicas de temor tal como se manifiestan en tres canales: el cuerpo (las respuestas fisiológicas), la mente (las respuestas cognitivas) y las acciones (las respuestas conductuales). Como tarea para casa, el paciente tiene que practicar la relajación muscular progresiva e identificar las señales que desencadenen respuestas de temor.
En la segunda fase de tratamiento, el paciente aprende una serie de habilidades de afrontamiento para controlar las respuestas de temor identificadas en los tres canales de respuesta (respiración diafragmática, la detención del pensamiento, el ensayo encubierto, el diálogo con uno mismo dirigido y la representación de papeles. Esto se basa en la idea de que la ansiedad y la relajación no pueden ocurrir al mismo tiempo. Se emplea la detención del pensamiento para controlar los pensamiento invasivos y obsesivos que favorecen la ansiedad.
El diálogo interno y la reestructuración cognitiva ayudan al paciente a identificar los patrones de pensamiento erróneos, irracionales o desadaptativas y a sustituirlos por cogniciones más positivas y adaptativas.
Las habilidades de solución de problemas ayudan a los pacientes a generar y evaluar opciones potenciales. Finalmente la representación de papeles y el modelado encubierto en el que el paciente se imagina al terapeuta y posteriormente a sí mismo solucionando con éxito un probable y abordan la evitación conductual.
En la tercera fase de tratamiento, el paciente aprende a aplicar estas habilidades de afrontamiento a situaciones de la vida cotidiana. Los de pasos de la inoculación de estrés incluyen 1) Evaluar la probabilidad de que ocurra el acontecimiento temido; 2) controlar la conducta de evitación con la detención del pensamiento y el reflejo tranquilizante; 3) controlar la crítica hacia uno mismo y 4) llevar a cabo la conducta temida utilizando habilidad de solución de problemas y representación de papeles y modelado encubierto y 5) reforzarse a sí mismo por utilizar las habilidades en la situación temida.
Durante las sesiones de terapia se le pide al paciente que cierre los ojos y que reviva lo que le sucedió utilizando el presente para relatar los detalles como si estuviera sucediendo actualmente. El terapeuta pregunta al paciente cada pocos minutos, durante la exposición en la imaginación, se le pide que proporciones tantos detalles sensoriales, emocionales y físicos vividos. Se graban en casetes y la paciente la escucha entre sesiones, manteniendo un registro de niveles de ansiedad.
NEUROSIS FÓBICA
En la primera mitad del siglo XX las alternativas terapéuticas para las fobias, que hoy denominamos específicas, se reducían básicamente al psicoanálisis. A partir de la obra de Joseph Wolpe (1958), la llamada terapia de conducta entró de lleno en el campo de las fobias. Desde entonces la mayor parte de los tratamientos para este tipo de trastorno implican algún tipo de exposición a los estímulos temidos, ya que de las teorías explicativas conductuales se desprende que dicha exposición en ausencia de las consecuencias temidas tendrá como resultado la extinción de las reacciones fóbicas. En la práctica se utilizan distintas técnicas que tienen como elemento común la exposición al estímulo temido y que difieren en alguno de los siguientes parámetros: en la forma en que se presenta el estímulo temido (directamente o indirectamente, tiempo y tasa de exposición, etc.); en el tipo de respuesta de los pacientes ante el estímulo fóbico; en el tipo de ayudas para la inducción de la respuesta del paciente (terapeuta presente, modelado del terapeuta, etc.); o en la utilización o no utilización de estrategias de control cognitivo para que los pacientes aprendan a modificar las respuestas cognitivas frente a los estímulos temidos. Por ello, hemos dividido este apartado en dos, el primero destinado a analizar los aspectos relacionados con la exposición y el segundo centrado en los estudios que, partiendo de la exposición, aportan algunas alternativas interesantes para este campo.
Terapia de exposición
La exposición al estímulo fóbico es el ingrediente común de técnicas como la desensibilización sistemática, la inundación o la exposición graduada. Todas ellas han mostrado niveles de eficacia satisfactorios en el tratamiento de las fobias específicas. En vez de exponer estas técnicas preferimos presentar algunas cuestiones referidas a las distintas modalidades de exposición y factores que pueden incrementar su eficacia.
Exposición en vivo frente a exposición en imágenes representa una de las dicotomías más investigadas en el campo de la exposición. Los datos, en líneas generales, son concordantes con lo que cabría esperar: cuanto más cercana sea la práctica de exposición al hecho real, mejores resultados podemos esperar. De hecho, la exposición en vivo es considerada como el tratamiento más potente para las fobias específicas (APA, 1994; Barlow, 1988; Barlow, Esler & Vitali, 1998; Marks,1987). Sin embargo, existen algunas excepciones dignas de ser consideradas aquí. La elección de exposición en imágenes es preferible en aquellos casos donde la exposición real sea difícilmente manipulable por parte del terapeuta.
Además, debemos considerar la exposición en imágenes como alternativa frente a la real en aquellos casos en que el paciente muestre serias reticencias a la terapia de exposición con estímulo fóbico real. Muchos pacientes advierten del abandono de la terapia si se les va a someter directamente al estímulo fóbico y otros advierten de experiencias de pánico intenso que dificultan cualquier habituación con la presencia del estímulo fóbico real. La duración e intervalos de la exposición ha constituido un tema
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