El pez globo, la tetrodotoxina y los zombies de Haití
Enviado por arcel • 21 de Diciembre de 2014 • 1.191 Palabras (5 Páginas) • 622 Visitas
El pez globo, la tetrodotoxina y los zombies de Haití
El Pez globo – o puercoespín de mar – produce un veneno conocido como tetrodotoxina. Este veneno es una potente neurotoxina que provoca la disminución de los signos vitales de una persona, interfiriendo en su conductividad neuromuscular.
Dependiendo de la dosis ingerida, la tetrodotoxina puede producir parestesia, parálisis general o la muerte.
Se cree que ésta sería la sustancia que se utilizaba para simular la muerte de un haitiano, mientras que se utilizaría una sustancia psicoactiva para disminuir su voluntad. A pesar de que ya en términos químicos y racionales esto podría ser posible, no existe ninguna evidencia científica de que ninguna persona haya sido zombificada.
Los muertos pueden recobrar un cierto tipo de vida como «zombies», esclavos sin mente sometidos a magos diabólicos. Esto es lo que creen los habitantes de Haití, isla impregnada de tradición vudú.
Casi todos los haitianos temen la posibilidad de que sus parientes fallecidos puedan ser transformados en cadáveres ambulantes. En el Haití actual pueden apreciarse con facilidad varias de las medidas preventivas adoptadas para evitarlo. Así, por ejemplo, hasta los campesinos más humildes se endeudan para recubrir con pesadas losas las tumbas de sus parientes más cercanos. En las zonas rurales se excavan las tumbas lo más cerca posible de una carretera o camino, para que los brujos, por miedo a las miradas curiosas, no puedan llevar a cabo su nefasta tarea.
Fugu: una delicia venenosa
El llamado fugu o pez globo es un manjar tan suculento como mortal. El riesgo de morir envenenados no disuade a sus adeptos, dispuestos a pagar más de 300 euros por ración
Zora Hurston, también americana. Se encontró con una muchacha (a la que fotografió) que al parecer había sido un zombie durante 29 años. En 1907 Felicia Felix-Mentor murió de una repentina enfermedad, y fue enterrada por su esposo y por su hermano. En 1936, una muchacha vestida únicamente con una ligera y raída camisa de algodón, fue hallada vagabundeando por una carretera próxima a la finca del hermano. Al parecer había perdido la facultad del habla. Tanto el padre de Felicia como su hermano reconocieron a la muchacha, muerta años atrás. Una vez en el hospital, cada vez que alguien se aproximaba, la muchacha se encogía temblorosa, como si esperase malos tratos. Fue allí donde Zora Hurston la fotografió y trató de hablarle. Después escribió:
En japonés se llama fugu. Es un pez curioso: cierra los ojos, no tiene escamas, cuando tiene miedo se hincha. Sobre todo tiene una particularidad terrible: contiene tetratoxina un veneno mortal. Es un pez fulminante. Su carne, sin embargo, es tan deliciosa que los gourmets japoneses, con peligro de su vida, han consagrado el fugu mortal como rey de los peces.
Desde la prehistoria, el japonés disfruta con las delicias del fugu a pesar del riesgo de morir. Los cocineros japoneses han acabado por hacerse suyo este peligro mortal. Incluso lo han magnificado. Alrededor del fugu se ha desarrollado un arte culinario de una extrema finura. La preparación es una ceremonia. El cocinero celebra su poder sobre la muerte.
La visión fue tremenda. La cara carecía de expresión, y los ojos estaban muertos. Las pestañas eran de color blanco, como si hubiesen sido quemadas con ácido. No se le podía decir nada, ni obtener nada de ella; sólo podía ser contemplada. Y la contemplación de aquel despojo humano era imposible de soportar durante mucho tiempo.
Cuando una fibra nerviosa es estimulada (despolarizada) se inicia un impulso nervioso opotencial de acción. Éste tiene dos
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