El tiempo de la infancia

Mucho se piensa que la infancia es la mejor etapa del ser humano, cuando somos adultos sólo queremos regresar a ser niños, a jugar con nuestros amigos, no tener responsabilidades, preocupaciones, no pensar en que tenemos que ir a cumplir con nuestra jornada laboral para poder subsistir, sólo tenemos que… vivir.

Y es que cuando éramos niños las únicas preocupaciones que teníamos (en el mejor de los casos) eran si los de la cuadra iban a salir a jugar hoy con nosotros, no salirnos de la rayita en los dibujos que nos daban las maestras del preescolar, tener el juguete de moda, etc.

Cuando somos niños siempre queremos crecer, ser fuertes y altos como papá e inteligentes, sabios y detallistas como mamá. Todos los días deseamos vivir en ese mundo donde todo se pinta tan fácil. Donde podremos hacer lo que nos plazca y cuando nos plazca sin que nadie nos regañe. Donde entre más dinero tengamos más cosas agradables podremos comprar.

Así se pasaba nuestra vida: jugando y riendo; anhelando cosas que desde ahora sabemos, no van a suceder, siempre viendo la vida desde la “inocencia”1 ______________________________

1. Pongo inocencia entrecomillado porque muchos padres asocian ese término con la ausencia de sexualidad en el infante.

Pero alguno de nosotros se ha puesto a pensar: ¿nuestros niños realmente son felices? ¿en realidad los niños no sufren? ¿En su vida todo es felicidad? Mi respuesta es: NO.

Para empezar quiero hacer una aclaración sobre la infancia, ésta se divide en dos etapas: la primera que es la etapa comprendida desde la concepción, hasta los 6 años de vida. Dicha etapa es muy importante para el ser humano, ya que durante los tres primeros años de vida, se produce el mayor desarrollo del cerebro y esto depende en su mayoría, del entorno en el que el niño crece, de su nutrición, salud, protección y las interacciones humanas que experimenta. La atención, el cuidado y una educación de buena calidad son factores determinantes para que los procesos físicos, sociales, emocionales y cognitivos se desenvuelvan apropiadamente y tengan una mejor calidad de vida.

Es en esta etapa donde también pasamos las situaciones más difíciles de nuestras vidas, es una etapa de cambios radicales, de reconocer a los padres, de irnos adaptando a la cultura e ir acoplándonos a las reglas y órdenes de nuestro imaginario social.

Retomando el tema, no estoy diciendo que todo en la vida de los niños sea tristeza y agobio, pero tampoco es color de rosa como hemos querido creer o así recordamos. Por supuesto que sufren y mucho; sufren a nivel psíquico y no estoy hablando de una simple tristeza o el berrinche del día; estoy hablando de algo más complejo: el inconsciente, y en la mayoría de los casos, los padres no saben cómo manejar esto porque desconocen que les sucede a sus hijos, a veces, quieren tratarlos como adultos cuando no se han

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