Ensayo El Hombre En Busca De Sentido, De V. Frankl
Enviado por alfparra • 18 de Septiembre de 2012 • 2.245 Palabras (9 Páginas) • 832 Visitas
INTRODUCCIÓN.
Víctor Emil Frankl nació en Viena el 26 de marzo de 1905. Su padre trabajó duramente desde ser un estenógrafo parlamentario hasta llegar a Ministro de Asuntos Sociales. Desde que era un estudiante universitario y envuelto en organizaciones juveniles socialistas, Frankl empezó a interesarse en la psicología.
En 1930, logró su doctorado en medicina y fue asignado a una sala dedicada al tratamiento de mujeres con intentos de suicidio. Al tiempo que los nazis llegaban al poder en 1938, Frankl adoptó el cargo de Jefe del Departamento de Neurología del Hospital Rothschild, el único hospital judío en los tempranos años del nazismo. Pero, en 1942 él y sus padres fueron deportados a un campo de concentración cercano a Praga, el Theresienstadt .
Frankl sobrevivió al Holocausto, incluso tras haber estado en cuatro campos de concentración nazis, incluyendo el de Auschwitz , desde 1942 a 1945; no ocurrió así con sus padres y otros familiares, los cuales murieron en estos campos.
Debido en parte a su sufrimiento durante su vida en los campos de concentración y mientras estaba en ellos, Frankl desarrolló un acercamiento revolucionario a la psicoterapia conocido como logoterapia.
Frankl retornó a Viena en 1945, e inmediatamente fue Jefe del Departamento de Neurología del Vienna Polyclinic Hospital, posición que mantendría durante 25 años. Fue profesor tanto de neurología como de psiquiatría.
Sus 32 libros sobre análisis existencial y logoterapia han sido traducidos a 26 idiomas y ha conseguido 29 doctorados honorarios en distintas universidades del mundo. A partir de 1961, Frankl mantuvo 5 puestos como profesor en los Estados Unidos en la Universidad de Harvard y de Stanford, así como en otras como la de Dallas, Pittsburg y San Diego.
Ganó el premio Oskar Pfister de la Sociedad Americana de Psiquiatría, así como otras distinciones de diferentes países europeos.
Frankl enseñó en la Universidad de Viena hasta los 85 años de edad de forma regular y fue siempre un gran escalador de montañas. También, a los 67 años, consiguió la licencia de piloto de aviación.
Víctor E. Frankl murió de un fallo cardíaco el 3 de septiembre de 1997, dejando a su esposa, Eleonore y a una hija, la Doctora Gabriele Frankl-Vesely.
(Biografía adaptada del obituario en la página web AP (Viena, Austria), del 3 de septiembre de 1997.)
DESARROLLO DE TEMAS.
Viktor Frankl nos habla de la lucha por sobrevivir que existía dentro del campo de concentración. Como él mismo explica, la lucha diaria entre presos era constante, ya que nadie quería ser el próximo en morir en una cámara de gas, y si hacía falta, remplazaban el hueco que dejaba otro preso. En realidad, el compañerismo, que en muchas ocasiones se describe en la literatura sobre los judíos dentro de los campo de concentración, es poco preciso. Según el autor, el egoísmo era bastante grande, y no se dudaba en empujar a un compatriota a la muerte por salvar la vida. Es lógico, yo creo que cualquiera de nosotros, en casos extremos también lo haríamos. Es una cuestión de supervivencia. Es cuestión de instinto.
Los reclusos tuvieron que pasar tres etapas, como relata el autor, estas son: internamiento en el campo, la vida en el campo y después de la liberación.
Cada etapa está caracterizada por una serie de acontecimientos que la hacen ser simplemente diferente de las otras. Las emociones y el estado psicológico de los prisioneros son sumamente complejas en cada etapa y dignas de reflexión.
Primera Fase: “Internamiento en el Campo”.
El síntoma que caracteriza esta fase, según Frankl, es el shock, agudo e intenso. Unos 1500 prisioneros eran transportados en un tren que iba abarrotado. Todos creían que los iban a destinar a una fábrica de munición, hasta que se dieron cuenta que los habían trasladado hacia Auschwitz, un campo de concentración y exterminio.
Recién llegados al campo, a todos parece embargarles “la ilusión del indulto”, su último abrigo de esperanza. Tristemente, pronto se dan cuenta que la realidad es muy diferente. Aquí es donde es testigo vivencial del terrible hecho de las selecciones que se hacían con regularidad, que constaba de pasar al frente ante un oficial nazi y este determinaba si eras apto para trabajar o no, en este último caso se te mandaba a la cámara de gas; Todo dependía del movimiento de su dedo.
Tras la primera selección y el baño de desinfección y habiendo sido despojados de todas sus pertenencias, a todos los prisioneros les embarga un humor macabro. “Ese humor lo provocó la segura conciencia de haberlo perdido todo, de no poseer nada, salvo nuestra existencia desnuda” relata Frankl. Muy pronto saben que nada tienen que perder, así que se pusieron a bromear entre y sobre ellos mismos.
Además del humor, otra sensación que se apoderó de ellos fue la curiosidad, que suele aparecer ante ciertas circunstancias extrañas. Se tenía ese ánimo como medida de protección, todos deseaban saber qué pasaría a continuación.
La amenaza de muerte continua, lo desesperado de la situación y el preguntarse quién sería el siguiente en ser seleccionado (y desaparecer), abrigaba entre los prisioneros el pensamiento de suicidarse o “lanzarse contra la alambrada”, como decían ellos.
En mi opinión, ésta primera etapa está marcada por la esperanza de que no todo puede ser tan malo. Creer que las cosas no pueden empeorar les mantiene en estado de alerta permanente y, el ser testigos del proceso de degradación, les va hundiendo de forma paulatina en un peligroso letargo, fruto del más duro horror. Pero dicen que solo en la peor adversidad, el hombre saca lo mejor de si mismo; Veamos hasta donde se puede llegar.
Segunda Fase: “La vida en el Campo”.
La sensación de apatía los invade poco a poco. Situaciones muy tétricas ocurren todos los días en el Campo. La plomiza apatía, la anestesia emocional y la vaga sensación de que uno ya nunca le importará nada, constituyen los síntomas característicos de la segunda fase de las reacciones psicológicas de los internados en el campo.
La piedad, la indignación, la repugnancia, el horror, etc., eran sentimientos que los prisioneros no se podían permitir. Lo que veían y sentían no les permitía detenerse en semejantes consideraciones. Como diría Dostoievski (citado por V. Frankl), “el hombre es el ser que se acostumbra a todo.”
Aparte de ser un mecanismo de defensa, la apatía era el resultado de otros factores. El hambre y la falta de sueño e higiene, contribuían a ella; al igual que la irritabilidad, que era otra característica del estado mental de los prisioneros.
La desnutrición que sufrían y la ausencia casi total
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