Ensayo Sobre La Vida

VIDA Y VIVIRLA

Dos cosas distintas son vida y vivirla. La vida se la damos nosotros a las situaciones, personas u objetos, y de vivir la vida nos encargamos nosotros; la vida es la esencia, es el sentido de vivirla, vivirla para darle vida a un mundo más lleno de inercia que de esencia, en un mundo donde la gente se ha preocupado más por la inteligencia artificial que por la inteligencia natural, nos encargamos de darle “vida” a un sinfín de objetos que “piensan” y actúan por nosotros, dejando a nuestro criterio y trabajo cantidades finitas que se pueden contar en los dedos de la mano. Ahora bien, yo me pregunto, ¿somos nosotros quienes vivimos nuestra vida, o son los objetos a los cuales dimos “vida” qué se encargan de vivirla por nosotros?

Somos un conjunto de paradójicas acciones que nos llevaran al ya muy viejo y conocido refrán “víctima de su propio invento”; deberíamos preocuparnos más por lo espiritual y personal, en lugar de estar gastando tiempo inmisericordemente en cosas que tan solo alimentara un desgaste neuronal y desbancaran parcial o totalmente (según la gravedad de la situación) el bolsillo de unos cuanto incautos que, en su afán por estar a la moda, gastan como se dice popularmente “lo que no tienen”, en objetos, que a lo mejor no les dan e uso debido. Vivimos en una sociedad elitista, arribista, capitalista, consumista, y potencialmente productivista, que dejan de consumir algún alimento o de comprar algo realmente necesario por el solo hecho de tener un objeto de avanzada tecnología y aparentar socialmente, algo que en sus adentros no existe.

Démonos por bien servidos aquellos que aun guardamos lo clásico, creemos en la existencia de un estado mental intangible llamado amor, preferimos una relación presencial y de hermosos recuerdos y momentos, a una relación virtual, basada en un teclado, cámara y micrófono, una cantidad colosal de falsedades y tal vez construyendo vanas ilusiones que nunca se van a materializar.

Gomosos virtuales, démonos pues, la oportunidad de conocer el mundo en su estado natural, de conocer la esencia de los momentos al lado de nuestros seres queridos, de buscar en un mundo natural, real, tangible, existencialista y empirista, la posibilidad de tener una nueva perspectiva del mundo que rodea una humanidad que olvido sustancialmente lo que es el sentido empirista, emocionalista y realista. Me dirijo muy respetuosamente a quienes lean este escrito para preguntarles: ¿acaso recordaran en su vejez el momento aquel en el que, virtualmente, se encontraba con alguien? la respuesta en la mayoría de personas, seguramente será negativa; porque muy probablemente solo recordaran los momentos que disfrutaron en persona, teniendo un contacto real con otro ser vivo que a lo mejor vivió en un mundo similar al suyo.

Ahora bien ¿quiere “vida” o prefiere vivirla?

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