Epistemologia

Kant: Experiencia y razón

A lo largo de la historia, el hombre siempre ha tenido una gran curiosidad por conocer el mundo que le rodea y, aunque el conocer se da a cada momento de nuestra existencia, diversas preguntas a cerca de ello han surgido quizás desde el inicio de la civilización. Así tenemos, por ejemplo, la cuestión del origen del conocimiento, ¿de dónde se obtiene nuestro conocimiento? Muchas corrientes de pensamiento, y aun muchos más pensadores, han tratado de responder a esta pregunta a lo largo de la historia de la filosofía. En este trabajo hablaremos de Kant y su teoría del conocimiento, el Apriorismo, enfocándonos en cómo es que se lleva a cabo el acto de conocer.

Immanuel Kant nació en la ciudad de Königsberg, en Prusia en el año de 1724. Creció en una modesta familia extraordinariamente religiosa. Primero fue enviado al Collegium Fridericianum y después se matriculó en la Universidad de Königsberg en 1740, a la edad de 16 años. Estudió la filosofía de Leibniz y Wolff y la nueva física matemática de Newton, así también fue prevenido respecto del idealismo, visto negativamente por toda la filosofía del siglo XVIII, e, incluso después de la creación de la teoría del idealismo trascendental, Kant refutó el idealismo en la segunda edición de su obra principal: Crítica de la razón pura.

La teoría de Kant es un uno de los varios intentos de mediar entre el Empirismo, de Locke y Hume, y el Racionalismo de Leibniz y Wolf. Kant consideraba tanto la experiencia como el pensamiento como fuentes del conocimiento. Creía que el conocimiento tenía elementos a priori independientes de la experiencia, pero no como contenidos, sino como formas, una especie de recipientes vacíos, y éstos obtenían su contenido de la experiencia, de las impresiones sensibles.

El principio del apriorismo dice: “Los conceptos sin las intuiciones están vacíos; las intuiciones sin los conceptos están ciegas”. Esto quiere decir que sin la una o la otra no hay conocimiento, las puras intuiciones no nos permiten conocer, hay que ordenarlas en la razón. Así pues, las formas del pensamiento no nos sirven de nada sin el contenido de la experiencia, que nos brinda información nueva.

Para Kant este proceso comienza con las sensaciones obtenidas de la experiencia, éstas carecen de toda regla y orden, y representan un caos. Nuestro pensamiento crea el orden en este caos, enlazando unas con otras y poniendo en conexión los contenidos de las sensaciones, ordenándolas primero en el espacio y en el tiempo, las formas a priori de la intuición.

Introduce luego una nueva conexión entre los contenidos de la percepción con la ayuda de las formas a priori del pensamiento, las categorías, que según Kant son 12. De este modo la conciencia cognoscente edifica el mundo de sus objetos

En la epistemología de Kant, el hombre no es un receptor pasivo de los estímulos que provienen del mundo, sino un interpretador activo. Nuestro conocimiento está determinado por unas estructuras a priori (antes de examinar un asunto concreto): no conocemos nunca las cosas tal y como son en sí mismas, nosotros conocemos las cosas mediatizadas por nuestro sistema de conocimiento. No vemos el mundo, vemos nuestro mundo: nos proyectamos en nuestro conocimiento de las cosas. Las características que

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