Erasmo De Rotterdam Elogio De La Locura
Enviado por thezombiee666 • 25 de Septiembre de 2011 • 471 Palabras (2 Páginas) • 1.056 Visitas
Erasmo de Rotterdam Elogio de la locura
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ERASMO DE ROTTERDAM
A SU AMIGO TOMAS MORO
SALUD
Últimamente, durante, mi viaje de Italia a Inglaterra, para no perder en
conversaciones banales o insípidas todo el tiempo que tenía que pasar a caballo,
resolví, ya meditar de vez en cuando alguna cosa que tuviera relación con nuestros
comunes estudios, ya trasladarme con el pensamiento hacia donde se encontraban los
amigos tan doctos y tan amables que iba a volver a ver. Entre éstos, mi querido Moro,
tú ocupas el primer lugar. A pesar de la ausencia, tu recuerdo tenía para mí tanto hechizo
como si me encontrara a tu lado; y que me muera si he saboreado en mi vida deleite más
dulce que el de tu compaña. Queriendo, pues, hacer absolutamente alguna cosa y no
pudiendo consagrar mi tiempo a un trabajo, pensé componer el Elogio de la locura.
«¿Qué Minerva —me dirás tú— te ha metido en la cabeza semejante idea?» En primer
lugar, tu nombra de familia, Moro, tan parecido a la palabra Moría, como tu persona se
diferencia de la cosa, pues, según confesión de todos, tú eres seguramente el más
enemigo de ella. Aparte de esto, he pensado que este juego de mi imaginación te
agradaría más que a nadie, visto que semejante género de broma, no exento, a mi
entender, de saber ni de gusto, te divierte mucho, y que en la condición ordinaria de la
vida sueles imitar a Demócrito. Aunque el alto alcance de tu inteligencia te eleve por
encima del vulgo, gracias a la dulzura inefable y a la amenidad de tu carácter, te es fácil
y agradable mostrarte con todos el «hombre de todas las horas».
Aceptarás, pues, con gusto esta declamación insignificante como un «recuerdo» de
tu amigo y tomarás también su defensa, porque, estándote dedicada, ya no me
pertenece a mí, sino a ti. Quizá no falten detractores que censuren, unos, que estas son
bagatelas indignas de un teólogo; otros, que son muy mordaces para no herir la
moderación cristiana, y que repetirán a grandes gritos que resucitamos la comedía
antigua, que copiamos a Luciano y que lo desgarramos todo a dentelladas.
En cuanto a los que se escandalizan de la ligereza y de lo jocoso del asunto, les
suplico que adviertan cómo este ejemplo no es mío, sino que desde hace largo tiempo
ha sido puesto en práctica frecuentemente por grandes escritores. Ha siglos que
Homero, ha cantado La Batracomiomaquia; Virgilio, el mosquito y no sé qué vianda
rústica; Ovidio, el nogal. Polícrates ha hecho el elogio de Busiris e Isócrates lo ha
refutado. Glaucon ha celebrado la injusticia, Sinesio, la calvicie; Luciano, la mosca y el
oficio de parásito. Séneca ha escrito la Metamorfosis de
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