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¿Es la violencia juvenil en nuestra ciudad parte de un rito de iniciación masculina de nuestros adolescentes a la vida adulta?


Enviado por   •  6 de Marzo de 2017  •  Ensayo  •  1.335 Palabras (6 Páginas)  •  146 Visitas

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¿Es la violencia juvenil en nuestra ciudad parte de un rito de iniciación masculina de nuestros adolescentes a la vida adulta?

Antes de responder a esta cuestión, tenemos que entender la ciudad como aquel espacio en el cual conviven diferentes experiencias, formas de vida, de concebir el territorio, lo espacial, lo cultural y la identidad, en donde hay un gran contraste entre lo económico, social, cultural y material. También comprender a la ciudad como esos centros y periferias de poder, legal e ilegal, con sus lugares de dominio y subordinación a todo nivel: económico, educativo, religioso, político, social y cultural. Estos poderes han definido y definen diferentes maneras de habitar los no homogéneos territorios urbanos. Con esta pequeña definición podríamos esbozar a grandes cantaros los problemas que pueden presentarse en una ciudad por la heterogeneidad de sus gentes a la hora de concebir su territorio y de concebirse a sí mismos como habitantes de aquel terruño, pero nos quedamos cortos sí solo hablamos superficialmente de qué es una ciudad y no buscamos la génesis de su problema, el cual inicio desde las guerras bipartidistas que ayudaron a poblar las capitales del país (departamentales y al DC) , especialmente Bogotá y la ciudad de Medellín. Solo me centrare en la ciudad de Medellín.

Medellín es una de las ciudades del país que ha recibido a miles y miles de desplazados por la violencia desde los años 50, cuando llegaron los primeros campesinos huyendo de la guerra bipartidista que azotaba al país, estos campesinos se asentaron en las periferias de la ciudad.  En la década de los setenta y ochenta se incrementaron dichos asentamientos de desplazados como consecuencia del incremento de los grupos guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes; además de la crisis económica social como derivación de los modelos de desarrollo neoliberalista del gobierno de Cesar Gaviria (los cuales hasta hoy se han mantenido). “Entre 1985 y el primer semestre de 1999 se registraron 1’6000.000 colombianos obligados a desplazarse, de ellos más de 1’000.000, es decir casi el 70%, eran menores de edad. Según otras fuentes el 36% de la población desplazada es menor de edad y el 13% son mujeres que se han visto obligadas a ejercer la jefatura del hogar”[1].

Es de tener presente que el desbordante y desordenado proceso de asentamiento de individuos rurales en los barrios contiguos en la ciudad se ha dado violentamente, precipitadamente, de manera implosiva y obviamente sin ninguna planificación a lo largo de más de medio siglo. Es evidente que el ejercicio de la violencia en Colombia, y sus rencores heredados desde tiempos decimonónicos, han desembocado en la intensificación de la violencia urbana de los años 80 con la guerra del narcotráfico y sobre todo, ha confluido en los lugares marginales urbanos donde coinciden la historia de diversas violencias con la realidad marginal violenta. Aunque el transcurso de urbanización periférica de la ciudad de Medellín se ha dado primeramente por conflictos políticos y sociales. Consecutivamente, coincidiendo también, la llegada de la “modernización” generó movilización de campesinos a la ciudad con el deseo de buscar empleo, capacitación y mejores calidades de vida. Lo anterior generó migraciones favoreciendo el desarrollo descentralizado y dejando como eje los diversos territorios reapropiados. Igualmente acrecentó la desordenada urbanización, agigantando zonas donde las discordancias sociales, económicas, demográficas y políticas se intensifican.

 Los primeros problemas prácticos enfrentan los desplazados cuando arriban a la ciudad son la dificultad en la adquisición de una vivienda digna, puesto que han llegado a la ciudad desprovistos de todo bien material. Por lo anterior los nuevos ciudadanos levantan sus casas con materiales poco perdurables, en oportunidades insalubres (como las láminas de asbesto, madera podrida, entre otros). Otros problemas constantes son la desnutrición y la poca capacidad de invertir en educación, multiplicando la poca alfabetización infantil y juvenil. Muchos de los problemas prácticos son consecuencia del proceso violento de transición que han sufrido los desplazados y del choque sociocultural que estos han tenido con una nueva sociedad la cual desconocen; los desplazados por lo general desconocen el sistema de vida urbano y los sistemas de ayuda y protección tanto de instituciones gubernamentales como no gubernamentales. Otra causa de las dificultades que tienen los desplazados al llegar a la ciudad son resultado de los prejuicios y falta de aceptación de la sociedad urbana que los rechaza con desconfianza. Esta desconfianza en su gran mayoría se debe a la creencia de popular que “por una persona ser víctima de maltrato y abuso, es por lo tanto un multiplicador de violencia” y por el pars pro toto, que aplicaban los habitantes al ver que uno de estos pobladores marginales realizaba un acto mal visto socialmente era considerado como una universalidad en todos los recién llegados. Respecto a la familia y los roles familiares, es muy común encontrar desarticulación familiar ya que muchos padres han sido asesinados, han tomado el camino del anonimato para defender a sus familias o simplemente han abandonado su hogar (por desaparición-forzada o por voluntad propia-, maltrato, abuso de alcohol, infidelidad, etc.); esto hace que muchas mujeres sean cabezas de hogar y no compartan el tiempo que solían pasar con sus hijos. Por un lado, para las mujeres es más fácil conseguir trabajo en la ciudad porque dichos trabajos están relacionados con las labores que anteriormente ejercían en casa como la limpieza, la cocina, la costura, entre otros. Para los hombres, adultos y jóvenes, la búsqueda de ocupación es más difícil y por lo general tienen que aprender nuevos trabajos (celaduría, construcción, limpieza, trabajo manual) impropios a sus experiencias, habilidades y conocimientos. Claro está que tanto para hombres como para mujeres es arduo encontrar ocupación en ciudades con alta incapacidad de mercado de trabajo, lo cual genera mayor desocupación adulta y juvenil. Es sabido que muchos de los desplazados se han convertido en seres urbanos inadaptados y vulnerables que luchan diariamente por sobrevivir y por crear tanto ideales individuales como comunitarios en una nueva sociedad que no está preparada para recibirlos y aceptarlos. Además, los jóvenes están experimentando un momento de vulnerabilidad, de búsqueda de sentido y significado social en una sociedad intolerante que poco favorece su desarrollo y expresión. Si pensamos que la mayoría de desplazados son jóvenes y que por lo tanto la mayoría de la población de los barrios marginales que estudio son jóvenes desplazados, no es difícil imaginar la crisis psicológica, cultural y social que estos jóvenes marginales experimentan puesto que en ellos se extreman ambas realidades, acentuando su posicionamiento marginal respecto a la cultura dominante.

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