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Etapa Anal


Enviado por   •  12 de Junio de 2014  •  499 Palabras (2 Páginas)  •  384 Visitas

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Esta etapa va desde los 18 meses a los 3 y medio años del niño. La gratificación en esta fase se centra en el control de esfínteres del menor, donde presta especial atención en la micción y defecación, lo que se debe a que hay un autodescubrimiento e incremento del control fisiológico, por lo tanto esto representa una nueva fuente de placer. Por añadidura el niño no tarda en descubrir que, cuando mayor es el control que ejerce sobre sus funciones, más frecuentes son la atención y frases de elogio de sus padres.

Según el psicoanalista Freud, la fijación del menor en esta etapa puede desencadenar enurisis (micción involuntaria) y encopresis (defecación involuntaria) en ellos, y a la vez se pueden tener adultos intransigentes, con frugalidad (moderación al comer o beber) y espítitu metódico excesivos.

La principal característica de esta etapa es un impulso vital de autonomía. Los padres advertimos claramente el momento en el que empiezan a responder con un “no” a nuestras peticiones. Antes no ocurría, aceptaban de buen grado cualquier situación ofrecida “ahora a comer, ahora te voy a bañar, ahora vamos a la calle”. Y es que el conocimiento y dominio de su cuerpo se ha ampliado de forma significativa: andar, correr, arrojar, patear, subir, bajar, comer sólo, quitarse la ropa….. Esta necesidad de independencia trae consigo un deseo de responder a su voluntad casi inmediatamente; si ésta no es satisfecha cuando ellos lo requieren, vivenciamos las tan temidas pataletas. Se produce en esta fase un choque de voluntades entre padres e hijos: comenzamos a poner los primeros límites.

Todas estas reacciones tan tediosas para los padres son normales y deseables para su sano desarrollo. Alrededor de los 2 años surgen impulsos de autonomía y diferenciación. A raíz de aquí formarán su primer registro de poder personal (yo puedo, yo sé, tengo valor).

Otra característica de esta etapa tiene que ver con la higiene y aseo personal. Una de las primeras proezas absolutamente personales que los niños realizan es el control urinario y de la expulsión de heces. Y anhelan ser reconocidos por lo que producen y por su capacidad de dominio sobre lo que desean. Este período sensible exige, también apoyo, comprensión y paciencia. Debe ser un proceso fluido, sin presiones y angustias paternas. Siempre que se garanticen estas premisas, el logro definitivo del control de los esfínteres ocurrirá cuando su sistema neuronal esté maduro para esta habilidad.

Quizás las madres notemos que nuestro hijo se pega de forma insistente a nuestras faldas, requiere nuestros brazos más a menudo y le cuesta mucho despegarse. Puede que también observemos algo más de apego a su objeto de transición (chupete, peluche, mantita…), que lo sienten como algo que forma parte de sí mismos y les da seguridad. Y es que en su “descubrir el mundo” y desplegar su autonomía surge un miedo a lo desconocido

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