Euforia Y Auto-aniquilacion
Enviado por denisegigdem • 9 de Diciembre de 2013 • 1.076 Palabras (5 Páginas) • 281 Visitas
Si regresamos ahora por última vez al cuadro de Munch, nos
parece evidente que El grito, de modo elaborado, aunque sutil, de-
construye su propia estética de la expresión, al tiempo que permanece
aprisionado en la misma. Su contenido gestual subraya su propio fra-
caso, dado que el reino de lo sonoro, del grito, de las desacompasadas
vibraciones de la garganta humana, resultan incompatibles con la ma-
nifestación artística escogida (lo cual está enfatizado por el hecho de
que el homúnculo carece de orejas). No obstante, el grito ausente se
aproxima más a la aún más ausente experiencia de soledad y ansiedad
atroces que el grito debía “expresar”. Esas vueltas y revueltas se ins-
criben en la superficie pintada mediante los grandes círculos concéntricos en los cuales se hace en última instancia visible la vibración so-
nora, como si se tratara de una superficie líquida: es un retorno infini-
to que se expande desde la víctima hasta convertirse en geografía mis-
ma de un universo en el cual el propio dolor habla y vibra por inter-
medio de la puesta del sol y el paisaje, ambos elementos materiales.
El mundo visible se convierte en las paredes de la mónada, sobre las
cuales este “grito que recorre la naturaleza” (palabras de Munch) se
graba y se transcribe: ello nos recuerda a aquel personaje de Lautréa-
mont que, habiendo crecido dentro de una membrana hermética y si-
lenciosa, al contemplar lo monstruoso de la deidad, la rompe de un gri-
to, y de esa manera se incorpora al mundo del sonido y el sufrimiento.
Todo lo anterior sugiere una hipótesis histórica más general:
conceptos como la ansiedad y la alienación (y las experiencias a las
que corresponden, como sucede en El grito) ya no resultan apropia-
dos en el mundo del posmodernismo. Las grandes figuras de Warhol
—la propia Marilyn o Eddie Sedgewick—, los famosos casos de ani-
quilación y autodestrucción de fines de la década de 1960, y las gran-
des experiencias dominantes de la droga y la esquizofrenia, parecen ya no tener mucho en común ni con la histeria y las neurosis de los
tiempos de Freud, ni con las experiencias clásicas de aislamiento y
soledad radicales, anomia, revuelta privada, locura al estilo de Van
Gogh, que dominaran el período de auge modernista. Este desplaza-
miento en la dinámica de las patologías culturales puede describirse
diciendo que la alienación del sujeto ha sido sustituida por la fragmen-
tación del sujeto.
Estos términos traen inevitablemente a la memoria uno de los
temas más de moda en la teoría contemporánea: el de la “muerte” del
propio sujeto —o dicho en otras palabras, el fin de la mónada, o el
ego, o el individuo burgués autónomo— y el stress que acompaña a
este fenómeno, sea como nueva moral o como descripción empírica,
al producirse el descentramiento de este sujeto o de esta siquis previa-
mente centrada. (De las dos posibles formulaciones de esta idea —la
historicista, que plantea que un sujeto que estuvo una vez centrado, en
el período del capitalismo clásico y de la familia nuclear, se ha disuelto hoy en el mundo de la burocracia organizativa; y la posición posestructuralistas, más
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